“Si sacrificamos nuestra libertad por más seguridad, no merecemos ser libres”

Barack Obama o John McCain. Cambio contra continuidad del Partido Republicano. El mundo entero observa expectante la recta final de la campaña de las elecciones norteamericanas.
J. ROMERO

El 4 de noviembre, Estados Unidos designará a su nuevo presidente, un líder que resuelva la crisis financiera que atraviesa el país y que establezca una estrategia diferente en la lucha contra el terrorismo que incluya además una salida para la guerra de Iraq. Los estudiantes norteamericanos en Salamanca, mientras progresan en su aprendizaje del idioma castellano y de la historia y costumbres españolas, lanzan una clara exigencia al próximo inquilino de la Casa Blanca. “Si sacrificamos nuestras libertades por un poco más de seguridad, entonces no mereceremos ni ser libres ni estar seguros”, subraya Chris, residente en el pequeño estado de Delaware, en la costa atlántica, rescatando una reflexión del político, inventor y humanista estadounidense Benjamin Franklin, en pleno proceso de construcción de su nación. Seguridad sí, pero respetando los derechos y libertades de los ciudadanos.
“Más seguridad no puede significar menos libertad”, confirma Joseph, de Nueva York. Hace cuatro años, George W. Bush consiguió la reelección ante el candidato del Partido Demócrata, John Kerry, con un mensaje duro de tolerancia cero con el terrorismo. Hoy, los jóvenes estadounidenses se muestran cansados de toda esa línea dura. “Vivimos tiempos peligrosos y podemos admitir algún sacrificio, como en los aeropuertos, porque los terroristas llegan desde el exterior”, señala Esteban, de procedencia ecuatoriana, pero las nuevas generaciones no están dispuestos a sacrificar su libertad. Los límites aparecen con decisiones como la aprobación de la polémica Patriot Act (Ley Patriota) que otorgó poderes extraordinarios a la Casa Blanca para espiar y controlar los movimientos y comunicaciones de sus ciudadanos ante la sospecha de un atentado. “Ese texto es inconstitucional”, considera Joseph. Ashley, por su parte, aunque reconoce sus preferencia por Barack Obama, replica que la Constitución “podemos cambiarla. Los Gobiernos, en tiempos de guerra, necesitan contar con más poderes”. La seguridad es fundamental para el electorado republicano, como repiten Lauren y Sarah, ambas de Pensilvania y en clara inferioridad con sus compañeros del Colegio de España a la hora de decidir el sustituto de Bush.

Sarah Palin, al frente del debate
McCain ha terminado por convencer a un electorado conservador que no aprobaba los gestos de apertura del ex senador por Arizona. Hace apenas una semana, el candidato republicano incluso era abucheado por sus ‘seguros’ votantes por defender la valía de Obama. Sin embargo, los cambios han sido notables desde su nominación tras ganar las primarias de su formación. La certificación llegó con la inesperada elección de la gobernadora de Alaska, Sarah Palin, como número dos de su candidatura. “Podemos aguantar una presidencia de McCain, pero no a alguien tal conservadora como Palin”, advierte Chris, mientras acaricia una chapa de apoyo a Obama sujetada en su cartera. “Los republicanos acusan al candidato demócrata de no tener experiencia pero Palin sólo ha sido la alcalde de un pueblo de menos de siete mil habitantes y gobernadora durante dos años de uno de los estados más pequeños del país”. “En tres semanas, no se va a conocer todo”, añade Esteban, residente en Florida.

Pero no todo son malas noticias para los republicanos. Desde Salamanca, Lauren muestra su decidido apoyo por McCain. La defensa de la moral fue el segundo principal eslabón de la reelección de Bush. Lauren vive en Pensilvania, un estado decisivo en los comicios, y duda de las creencias religiosas de Obama. Un obstáculo en el camino del candidato demócrata a Washington para ganar en los feudos del sur. Discrepancias de un pueblo que vive apasionado, incluso a miles de kilómetros desde el Colegio de España, en la salmantina calle Compañía, unas elecciones que marcarán el futuro inmediato de todo el mundo.