El libro electrónico se marcha a la Universidad

El libro electrónico se marcha a la Universidad


26 de agosto de 2008..- En mi época de universitario el “bittorrent” era la fotocopiadora de la esquina. Napster existía pero sólo estaba dedicado a la música y los estudiantes que no querían gastarse una fortuna en libros de texto podían pillar uno fotocopiado si sabían dónde ir y hacían las señas oportunas. Internet ha facilitado las cosas, parece, y hoy en día muchos de los libros que se usan en las facultades están escaneados en redes de intercambio P2P.

Está mal bajárselos, claro, pero aun así los textos universitarios son casi los libros electrónicos de mayor circulación por la red —si descontamos los manuales de programación, los de autoayuda y musculación y el "libro negro del orgasmo femenino"… creo que eso da alguna pista sobre el perfil del internauta medio-. Como siempre ocurre en estos casos es mucho más vistoso echar la culpa a los que en un primer momento parecen ser las víctimas: las editoriales. Precios elevados para libros de consulta que no se usan durante más de un año, cambios menores que justifican nuevas ediciones y confabulación con ciertos profesores para publicar libros que acaban siendo "obligatorios".
La cosa está cambiando, afortunadamente, y algunas universidades han empezado a ofrecer cursos de forma gratuita en la red, bien mediante podcasts de las lecciones o presentaciones Powerpoint. Los libros, sin embargo, siguen teniendo precios astronómicos y pocos se han animado a buscar una solución.

Amazon cree que es terreno abonado para el libro electrónico. Kindle funciona bien en los hogares —mejor de lo esperado- pero la compañía prepara para esta campaña de vuelta a las clases una edición de Kindle enfocada al público universitario. La llegada del libro electrónico promete abaratar el precio de los textos y este formato tiene evidentes ventajas sobre el papel en obras de consulta —sin ir más lejos, se puede buscar rápidamente un texto o término, añadir contenidos hipertextuales, definiciones, realizar anotaciones al margen, etc…- pero viene también con trampa. Gracias a los cansinos DRM el libro que compras es para toda la vida, no se puede revender, como ocurre con los libros de papel —el mercado de libros de segunda mano en las universidades tiene cierto peso- o, pero aún, prestar. Todos sabemos, gracias a las sociedades de derechos de autor, que prestar algo a un amigo es una acción terrible, casi casi parecida al terrorismo.

Con una herramienta como Kindle —u otro lector de tinta electrónica- las posibilidades son también muy interesantes para los profesores. Pueden crear su propios manuales y distribuirlos rápidamente sin necesidad de depender de un contrato con una editorial. Kindle, además, es un lector de textos que permite la descarga automática de contenido a través de una red 3G. Desgraciadamente no tiene color y la resolución sólo es apta para texto y gráficos muy simples.

Por ahora la idea estará restringida a EE.UU, pero en España debería hacernos pensar, incluso si no estamos dentro del ambiente universitario. Cada años los padres de este país tienen que dejarse un sueldo en libros de texto para los niños que han cambiado lo justo con respecto al año anterior. Este año la media será de 86 euros en Educación Infantil, 175 en Primaria, 199 en Secundaria y 260 en Bachillerato. Sólo La Rioja ofrece los libros de forma gratuita durante toda la enseñanza obligatoria.

Aunque el libro electrónico no es, todavía, un dispositivo de uso masivo. ¿Por qué no hay una versión de los textos en PDF, creada y avalada por las respectivas CC.AA., que se pueda descargar e imprimir?. Sería muchísimo más justo para todos.