Los nuevos pobres

Los nuevos pobres
Una de las principales organizaciones de beneficencia de España Cáritas, anunció esta semana que en el primer semestre de 2008 la demanda de ayuda de los ciudadanos ha aumentado un cuarenta por ciento respecto al mismo periodo del año anterior, consecuencia de la crisis económica y financiera en la que nos vemos inmersos.

Y es que las primeras víctimas de la crisis, lejos de ser los banqueros o altos empresarios, son los trabajadores de clase media que con un sueldo humilde tienen que hacer frente a una hipoteca y a unas compras básicas, que aumentan mes a mes. Así, el perfil de persona que acude a pedir ayuda más habitual es el de una persona que se acaba de quedar en paro debido a la situación de la construcción o la hostelería También es frecuente encontrar a mujeres solas con cargas familiares, a familias jóvenes con niños pequeños que no pueden hacer frente a sus gastos y a ancianos con pensiones que no cubren sus necesidades. Estos son los nuevos pobres, muy diferentes a los que había hace apenas un año.

“No son los habituales de los servicios sociales. No es esperable que una persona que tiene cierto nivel de cualificación o empleo venga a pedir una ayuda social básica”, dice el secretario general de Cáritas, Silverio Agea y además, señala que prácticamente ya no hay diferencia entre españoles e inmigrantes que acuden a los centros, pues la crisis afecta a todos por igual, sin distinción de raza, ni religion.

Principalmente, sus peticiones son de dinero para alimentos, ropa y calzado; para transporte y gastos sanitarios; y sobre todo, para hacer frente a los gastos de vivienda, y, en muchas ocasiones, a desahucios. A la gente que de buenas a primeras se ve en la calle, sin trabajo, y con una familia a la que alimentar no le quedan muchas más opciones que la de acudir a un centro de ayuda, a comedores sociales, o a casas de acogida, a pesar de que reconocen que “no es un paso fácil” aceptar que es la única alternativa que queda para sobrevivir.

Pero hay que tener en cuenta que el fondo de estas organizaciones de caridad no es ilimitado, a ellos también les afecta la crisis y en periodos difíciles a la gente le cuesta más depositar dinero en tales instituciones. Muchos confían en la ayuda de las administraciones públicas, otros en el apoyo de la sociedad, pero lo cierto es que esto no ha hecho más que empezar.