Y ahora, a por el número uno

Y ahora, a por el número uno






Sólo Tiger Woods se atreve a mirarle por encima del hombro. Aunque, ahora, seguro que se lo piensa dos veces. Sergio García se convirtió en el nuevo número dos del ránking mundial de golf con su victoria en el torneo HSBC, disputado en el Sheshan International Golf Club de Shanghai, tras imponerse en el segundo hoyo de desempate a Oliver Wilson, uno de sus compañeros británicos en el equipo de la pasada Ryder Cup.
Los casi 700.000 euros que el castellonense se ha embolsado también le han servido para superar al estadounidense Phil Mickelson en la lista y soñar con alcanzar la cima aprovechando la duradera lesión del 'cacique' Woods.

Durante una década, Sergio García ha conseguido que quien hable de él lo haga con respeto, con admiración incluso. Su irrupción en el circuito americano allá por 1999 –inolvidable su golpe bajo el árbol de Medinah en el US PGA donde terminó segundo tras Woods– hizo soñar a todos con un duelo por la supremacía golfística, aunque los intentos por evolucionar su estilo de juego lo impidieron.
Mientras el californiano sumaba grandes con la facilidad de quien camina por la calle, el español se diluyó en la remodelación de su juego. Primero, los golpes largos; el juego corto, después. Una barrera psicológica demasiado pesada para un deporte en el que el cerebro influye en el juego tanto como los movimientos de brazos y caderas o su coordinación. La guerra imposible contra uno mismo que el de Borriol ha ganado, permitiéndole mirar desafiante a todos los que le dieron por acabado en alguna ocasión, que de ésas, la verdad, no han faltado.
Evolución en el juego corto


A pesar de los pesares, el español siempre se ha mantenido entre los 10 mejores jugadores del mundo, pero ha sido de la mano del gurú Stan Utley cuando su juego corto se ha convertido en "el mejor que jamás haya tenido". El trabajo de su padre, Víctor, y sus innatas condiciones con el 'driver' hacen el resto. Victorias en el considerado quinto grande –The Players Championship–, en el Masters de Castellón Costa Azahar y en Shanghai. Nueve segundos puestos a lo largo y ancho del planeta. Tercer clasificado en la FedEx Cup estadounidense... Un palmarés excepcional en 2008 que podría tener el mejor colofón.

La nueva y privilegiada posición del castellonense iguala el registro que ya consiguiera José María Olazábal en 1991, aunque el verdadero reto es alcanzar el hito del convaleciente Severiano Ballesteros –61 semanas al frente del ránking mundial durante los años 80–. Así, el nuevo líder de la Carrera a Dubai lo tiene claro: "Si juego como estoy jugando es probable llegar a ser número uno; nunca he estado tan cerca".

La diferencia con el líder se ha estrechado hasta los 5,42 puntos –14,10 por 8,68– y Tiger Woods, ausente desde el pasado mes de junio, inmerso ahora en la rehabilitación de su rodilla y en la recuperación de la rotación de ésta tras las operaciones a las que fue sometido, podría no reaparecer hasta marzo o abril de 2009, según informaciones ofrecidas por algunos medios estadoundienses.
Unos 10 o 15 torneos de margen para recortar distancias o, incluso, situarse al frente de la clasificación mundial partiendo siempre de la base de que "cuando Tiger reaparezca, sabemos que volverá a jugar bien y se alejará de nosotros". Además, como reconoce el propio García, "hay que darse cuenta de que cuando hablamos de Tiger nos referimos a esa clase de jugador que no se ve muy a menudo en la Historia".
La necesidad de ganar un grande


Tal vez por ello, la principal obsesión del jugador castellonense se focalice en los 'majors': "Mi próximo reto será intentar ganar un grande". Sus segundos puestos en el US PGA de 1999 y 2008 y en el Abierto Británico de 2007, el tercero en el US Open de 2005 y el cuarto en el Masters de Augusta de 2004 son unos resultados que confirman sus sensaciones: "Tengo buenas opciones. Todavía no he ganado uno, pero tengo que seguir trabajando duro y creer en mí mismo, así llegará".

Curiosamente, Phil Mickelson, su antecesor como número dos y en el dudoso mérito de mejor jugador del mundo sin un torneo de Grand Slam, acumuló 17 'top ten' antes de lograr su primera gran victoria. Después sumó tres grandes casi consecutivos en un año. Un futuro más próximo que lejano y en el que tendrá que lidiar de nuevo consigo mismo, pues fallar el golpe de la victoria en Carnoustie en 2007 seguro que aún le acompaña en alguna pesadilla.

De todas formas, el de Borriol también tiene un hueco en su cabeza para otras cuestiones como la crisis económica –"[el premio] lo ingresaré en un banco que no vaya a la bancarrota"– o el matrimonio. "Ni siquiera tengo pareja", bromeó en la rueda de prensa mientras miraba de reojo a su novia, Morgan Norman, hija de Greg Norman, para admitir después que es algo pensado para el futuro y que se siente "muy afortunado de salir con una gran chica. Creo que estos son días felices para mí".