Vigilantes V.S.
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Un vigilante de seguridad y dos guardias civiles se enfrentarán a 49 años de cárcel por los atracos cometidos a punta de pistola en la sucursal de Caja Rioja, en Galilea, y dos estaciones de servicio en Agoncillo y Logroño.
Aunque al vigilante de seguridad J.A.A.L. la Fiscalía le imputa la autoría material de los atracos, apunta al agente de la Benemérita J.A.G., en situación de retiro desde el 2005, como cooperador necesario o cómplice de los tres robos. El segundo guardia civil, D.A.P., de baja médica en el momento de los hechos, era el encargado de reparar las armas de los otros dos acusados, según el escrito del Ministerio público al que ha tenido acceso Diario LA RIOJA.
El primero de los atracos, que serán juzgados en fecha todavía sin concretar, ocurrió el 10 de noviembre del 2008. Sobre las 21.00 horas, J.A.A.L., provisto de una pistola que le había proporcionado J.A.G., entró en la estación de servicio de El Sequero. Con la cara tapada con un pasamontañas apuntó al empleado y le conminó a que le diera el dinero. Tras obtener un botín de 855 euros, intentó encerrarle en el cuarto de baño, pero como no funcionaba la llave, arrancó el cable del teléfono y le dijo que no avisara a nadie porque «iba a ser mejor para él».
Pasadas las 8.00 horas del día siguiente, J.A.A.L. acudió con su vehículo a la sucursal de Caja Rioja en Galilea y cuando el empleado estaba entrando en la entidad, se le acercó por la izquierda apuntándole con la pistola y le amenazó con pegarle un tiro si no entraba a la oficina. Una vez en el interior le ordenó apagar las luces, sacar varios cajones donde habitualmente se guardaban las monedas y abrir la caja fuerte que tenía un mecanismo de retardo de 15 minutos.
Durante la espera, le mandó sentarse y le contó que le hacían falta 12.000 euros para curar a su hijo, enfermo de cáncer. Transcurrido el cuarto de hora, logró llevarse en una bolsa de deporte 31.925 euros, pero antes encerró al empleado en el baño, le ató las manos por la espalda con cinta aislante y le amordazó. El procesado, con el fin de que no le relacionaran con el atraco, el mismo día denunció el robo de su vehículo, que a día de hoy no ha sido localizado y tres días después se compró otro turismo.
El 11 de enero del 2009, J.A.A.L. cometió el último de los robos que se le imputan. En esta ocasión acudió a la estación San Quintín de Logroño y con la pistola en la mano amenazó a los empleados. Tras obtener 519,52 euros les encerró en el almacén
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Aunque al vigilante de seguridad J.A.A.L. la Fiscalía le imputa la autoría material de los atracos, apunta al agente de la Benemérita J.A.G., en situación de retiro desde el 2005, como cooperador necesario o cómplice de los tres robos. El segundo guardia civil, D.A.P., de baja médica en el momento de los hechos, era el encargado de reparar las armas de los otros dos acusados, según el escrito del Ministerio público al que ha tenido acceso Diario LA RIOJA.
El primero de los atracos, que serán juzgados en fecha todavía sin concretar, ocurrió el 10 de noviembre del 2008. Sobre las 21.00 horas, J.A.A.L., provisto de una pistola que le había proporcionado J.A.G., entró en la estación de servicio de El Sequero. Con la cara tapada con un pasamontañas apuntó al empleado y le conminó a que le diera el dinero. Tras obtener un botín de 855 euros, intentó encerrarle en el cuarto de baño, pero como no funcionaba la llave, arrancó el cable del teléfono y le dijo que no avisara a nadie porque «iba a ser mejor para él».
Pasadas las 8.00 horas del día siguiente, J.A.A.L. acudió con su vehículo a la sucursal de Caja Rioja en Galilea y cuando el empleado estaba entrando en la entidad, se le acercó por la izquierda apuntándole con la pistola y le amenazó con pegarle un tiro si no entraba a la oficina. Una vez en el interior le ordenó apagar las luces, sacar varios cajones donde habitualmente se guardaban las monedas y abrir la caja fuerte que tenía un mecanismo de retardo de 15 minutos.
Durante la espera, le mandó sentarse y le contó que le hacían falta 12.000 euros para curar a su hijo, enfermo de cáncer. Transcurrido el cuarto de hora, logró llevarse en una bolsa de deporte 31.925 euros, pero antes encerró al empleado en el baño, le ató las manos por la espalda con cinta aislante y le amordazó. El procesado, con el fin de que no le relacionaran con el atraco, el mismo día denunció el robo de su vehículo, que a día de hoy no ha sido localizado y tres días después se compró otro turismo.
El 11 de enero del 2009, J.A.A.L. cometió el último de los robos que se le imputan. En esta ocasión acudió a la estación San Quintín de Logroño y con la pistola en la mano amenazó a los empleados. Tras obtener 519,52 euros les encerró en el almacén
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