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EuskoTren rechaza que sea una respuesta a fraudes masivos y asegura que los vitorianos, con 210 multas en tres meses, son más 'formales' que los bilbaínos
Desde que el tranvía echó a andar los viajeros más pillos detectaron que era un buen medio de transporte para viajar gratis. En todas las ciudades ocurre lo mismo. No hay tornos que franquear ni se ha de pasar por delante de ningún conductor controlador. La única vía para frenar a quienes pretenden desplazarse sin pagar son los agentes antifraude, también conocidos como revisores o, tradicionalmente, como 'picas'. Desde la pasada semana, cada una las cuatro personas que tienen este cometido en el metro ligero vitoriano va acompañada por un guarda jurado.
Desde EuskoTren rechazan que esta medida se haya tomado en respuesta a una situación de fraude masivo. Al contrario. Según los datos de la empresa que gestiona el nuevo medio de transporte, entre abril y mayo sólo se ha pillado a 210 viajeros sin título validado. De ellos, 180 optaron por pagar la sanción de 5,5 euros en el momento de ser descubiertos. El resto, es decir, en treinta casos, los infractores rechazaron abonar la multa, por lo que EuskoTren tramita ya las correspondientes denuncias ante la Dirección de Transportes del Gobierno vasco, que puede imponerles el pago de entre 30 y 6.000 euros.
Los datos se circunscriben sólo a estos meses porque hasta finales de febrero la empresa hizo la vista gorda y optó por llevar a cabo una labor de información y concienciación. Es decir, dio tiempo a los vitorianos para familiarizarse con el nuevo medio de transporte y con su peculiar sistema de validación en la propia parada, y no en el interior del convoy. Igual que está haciendo ahora en el ramal de Abetxuko, donde EuskoTren será tolerante con los pasajeros 'despistados' durante algún tiempo -esta vez, más reducido que cuando el tranvía era novedad absoluta-.
Estudio encargado
La pregunta obligada es, ¿210 infractores en tres meses es mucho o poco? Fuentes de la empresa gestora del servicio aseguran que no se trata de un dato preocupante. De hecho, en la Unidad de Negocio de Tranvías tienen la sensación, «sólo la sensación», de que el nivel medio de fraude es incluso menor que el registrado en el metro ligero de Bilbao durante sus primeros años de andadura.
Como la comparación es obligada, aportan datos. En la capital vizcaína el servicio se puso en marcha en diciembre de 2002, y en 2005 se llevó a cabo un estudio para detectar el nivel de fraude. Según este trabajo, el 7,5% de los usuarios viajaba de gorra. Los domingos y festivos, jornadas propicias para el cachondeo, la cifra se disparaba hasta el 9%, mientras que en los días laborales bajaba al 6%. Unos buenos números si se tiene en cuenta que en otras ciudades europeas con el mismo servicio los viajeros díscolos sumaban hasta el 20% del total. Es decir, uno de cada cinco.
La percepción es que Vitoria mejora los datos de Bilbao, pero habrá que esperar unos meses para tener una confirmación científica. EuskoTren tiene previsto encargar un estudio similar al realizado en Bilbao hace cuatro años que se llevará a cabo «a finales de otoño o principios de invierno». Las fechas no están elegidas al azar. Se trata de analizar el asunto cuando las vacaciones estivales sean historia, cuando los vitorianos hayan regresado a sus ocupaciones habituales ya sean laborales o de estudios.
Hasta que se hagan públicos los datos de la investigación, quienes seguirán teniendo una visión más fiel del asunto son los revisores, un servicio que está en fase de cambios. Cuando arrancó el tranvía en Vitoria, el 23 de diciembre, comenzaron limitándose a informar de la necesidad de viajar con billete y orientando a los usuarios sobre la manera de validar sus títulos. Y, a finales del mes de febrero, empezaron a poner multas. En un principio, hasta que comenzó el verano, eran ocho las personas que rastreaban los vagones en busca de 'polizones'. Sus turnos de trabajo eran tres -mañana, tarde y noche-, y en cada turno prestaban servicio dos agentes antifraude (hay que tener en cuenta que siempre hay dos librando o de descanso).
Pero desde el comienzo del verano las cosas han cambiado. Desde EuskoTren informan de que la mitad de las personas que prestaban este servicio fueron asignadas a otras ocupaciones tras la entrada en funcionamiento del ramal de Abetxuko. De ese modo, ahora se mantienen los turnos de trabajo, pero sólo con cuatro revisores, y eso implica que sólo hay uno por turno. Eso sí, está acompañado por un guarda jurado.
¿Tan peligroso es su cometido? Hay que tener en cuenta que no están investidos de la autoridad de un policía, por lo que, cuando alguien se niega a pagar la multa y a identificarse, no tienen otra opción que llamar a un agente. Además, también carecen de autoridad para retener a los infractores, lo que puede dar pie a situaciones tensas. Aquí entra en juego el vigilante de seguridad. En EuskoTren aseguran que es frecuente que en otros servicios, como en el tranvía de Bilbao, se produzca de manera ocasional esta unión. Pero en Vitoria ya es norma que cada revisor vaya acompañado de un guarda jurado.
EuskoTren rechaza que sea una respuesta a fraudes masivos y asegura que los vitorianos, con 210 multas en tres meses, son más 'formales' que los bilbaínos
Desde que el tranvía echó a andar los viajeros más pillos detectaron que era un buen medio de transporte para viajar gratis. En todas las ciudades ocurre lo mismo. No hay tornos que franquear ni se ha de pasar por delante de ningún conductor controlador. La única vía para frenar a quienes pretenden desplazarse sin pagar son los agentes antifraude, también conocidos como revisores o, tradicionalmente, como 'picas'. Desde la pasada semana, cada una las cuatro personas que tienen este cometido en el metro ligero vitoriano va acompañada por un guarda jurado.
Desde EuskoTren rechazan que esta medida se haya tomado en respuesta a una situación de fraude masivo. Al contrario. Según los datos de la empresa que gestiona el nuevo medio de transporte, entre abril y mayo sólo se ha pillado a 210 viajeros sin título validado. De ellos, 180 optaron por pagar la sanción de 5,5 euros en el momento de ser descubiertos. El resto, es decir, en treinta casos, los infractores rechazaron abonar la multa, por lo que EuskoTren tramita ya las correspondientes denuncias ante la Dirección de Transportes del Gobierno vasco, que puede imponerles el pago de entre 30 y 6.000 euros.
Los datos se circunscriben sólo a estos meses porque hasta finales de febrero la empresa hizo la vista gorda y optó por llevar a cabo una labor de información y concienciación. Es decir, dio tiempo a los vitorianos para familiarizarse con el nuevo medio de transporte y con su peculiar sistema de validación en la propia parada, y no en el interior del convoy. Igual que está haciendo ahora en el ramal de Abetxuko, donde EuskoTren será tolerante con los pasajeros 'despistados' durante algún tiempo -esta vez, más reducido que cuando el tranvía era novedad absoluta-.
Estudio encargado
La pregunta obligada es, ¿210 infractores en tres meses es mucho o poco? Fuentes de la empresa gestora del servicio aseguran que no se trata de un dato preocupante. De hecho, en la Unidad de Negocio de Tranvías tienen la sensación, «sólo la sensación», de que el nivel medio de fraude es incluso menor que el registrado en el metro ligero de Bilbao durante sus primeros años de andadura.
Como la comparación es obligada, aportan datos. En la capital vizcaína el servicio se puso en marcha en diciembre de 2002, y en 2005 se llevó a cabo un estudio para detectar el nivel de fraude. Según este trabajo, el 7,5% de los usuarios viajaba de gorra. Los domingos y festivos, jornadas propicias para el cachondeo, la cifra se disparaba hasta el 9%, mientras que en los días laborales bajaba al 6%. Unos buenos números si se tiene en cuenta que en otras ciudades europeas con el mismo servicio los viajeros díscolos sumaban hasta el 20% del total. Es decir, uno de cada cinco.
La percepción es que Vitoria mejora los datos de Bilbao, pero habrá que esperar unos meses para tener una confirmación científica. EuskoTren tiene previsto encargar un estudio similar al realizado en Bilbao hace cuatro años que se llevará a cabo «a finales de otoño o principios de invierno». Las fechas no están elegidas al azar. Se trata de analizar el asunto cuando las vacaciones estivales sean historia, cuando los vitorianos hayan regresado a sus ocupaciones habituales ya sean laborales o de estudios.
Hasta que se hagan públicos los datos de la investigación, quienes seguirán teniendo una visión más fiel del asunto son los revisores, un servicio que está en fase de cambios. Cuando arrancó el tranvía en Vitoria, el 23 de diciembre, comenzaron limitándose a informar de la necesidad de viajar con billete y orientando a los usuarios sobre la manera de validar sus títulos. Y, a finales del mes de febrero, empezaron a poner multas. En un principio, hasta que comenzó el verano, eran ocho las personas que rastreaban los vagones en busca de 'polizones'. Sus turnos de trabajo eran tres -mañana, tarde y noche-, y en cada turno prestaban servicio dos agentes antifraude (hay que tener en cuenta que siempre hay dos librando o de descanso).
Pero desde el comienzo del verano las cosas han cambiado. Desde EuskoTren informan de que la mitad de las personas que prestaban este servicio fueron asignadas a otras ocupaciones tras la entrada en funcionamiento del ramal de Abetxuko. De ese modo, ahora se mantienen los turnos de trabajo, pero sólo con cuatro revisores, y eso implica que sólo hay uno por turno. Eso sí, está acompañado por un guarda jurado.
¿Tan peligroso es su cometido? Hay que tener en cuenta que no están investidos de la autoridad de un policía, por lo que, cuando alguien se niega a pagar la multa y a identificarse, no tienen otra opción que llamar a un agente. Además, también carecen de autoridad para retener a los infractores, lo que puede dar pie a situaciones tensas. Aquí entra en juego el vigilante de seguridad. En EuskoTren aseguran que es frecuente que en otros servicios, como en el tranvía de Bilbao, se produzca de manera ocasional esta unión. Pero en Vitoria ya es norma que cada revisor vaya acompañado de un guarda jurado.
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