Huelga General - I
«Zapatero debe poner las luces largas y firmar un pacto político y social» El secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, culpa a la CEOE de «deslealtad» con los sindicatos y advierte, tras la ruptura de las negociaciones, que no «rehuirá el conflicto» si es necesario
27-07-2009 - «Es necesario un gran pacto en el que los actores no sean sólo Gobierno, sindicatos y empresarios. Un pacto que debería trasladarse al terreno de la política». El secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, lo tiene claro. Sólo un gran consenso en los ámbitos político, social y económico puede sacar a España de la recesión más severa desde 1945. La crisis que el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero tardó más de un año en asumir.
«Cuando discutimos la declaración del último pacto social que se firmó en Moncloa, el 29 de julio de 2008, tuvimos un rifirrafe tremendo con el Ministerio de Trabajo por querer introducir la palabra crisis en el texto», revela el secretario general de CCOO. El líder sindical pasó por el Foro de EL MUNDO el pasado jueves, sólo 11 horas después de cruzar la puerta de invitados del Palacio de La Moncloa.
Abandonó la casa del presidente del Gobierno pasadas las 01.00 horas, de madrugada, con el gesto severo de quien asume que la suerte está echada y la partida terminará mal. «En la cena no hubo mucho espacio para la tertulia. Tampoco había ganas y las horas invitaban más bien poco», dice con sorna.
Antes de llegar al cargo, Toxo defendió durante varios años la posición de CCOO en la mesa del diálogo social. Tiene sobrado conocimiento de causa y experiencia suficiente para pronosticar, con tino, cómo terminarán las negociaciones y cuándo remontará el vuelo el mercado laboral. Así que preocupa saber que, en su opinión, el futuro no pinta nada bien. «El Gobierno sigue moviéndose en una suerte de cortoplacismo, parte de un error de posicionamiento en relación con la recesión. Esta crisis no se va a resolver en los próximos seis meses. Sin embargo, parte de las medidas que ha puesto en escena tienen una limitación de alcance temporal, pensando que la economía española ya está repuntando».
Identificado el diagnósitco, Toxo aporta las recetas para salir del pozo. «Todas las medidas deberían tener un mayor alcance. Hay que poner las luces largas». Y buscar el consenso en lo político y en lo social. Lo primero es complicado y lo segundo, a la vista de lo sucedido esta semana, incluso más. Porque la brecha abierta entre la patronal y los sindicatos puede ser irreparable.
«Ha habido deslealtad por parte de la CEOE. Además, creo que no han sabido situarse en el tiempo que vivimos». El líder sindical tiene «clarísimas» las intenciones de la patronal: «Es una operación a corto plazo para conseguir una transferencia ingente de rentas del trabajo hacia las rentas de capital».
Ignacio Fernández Toxo también está convencido de la necesidad ineludible de abrir las cañerías del crédito. Es ésta, a su juicio, la única manera de reflotar la economía y el empleo. «No se va a salvar a ninguna pyme rebajándole 16 euros [vía cotizaciones sociales]». No hasta que tenga líneas de financiación o se reanime el consumo. Tampoco saldrán a flote los pequeños y medianos empresarios con políticas de impacto a corto plazo como el Plan E, cuyos recursos, a ojos de Toxo, «deberían dedicarse a un proyecto más global, más allá de levantar pavimentos, aceras y rotondas».
Pedro J. Ramírez.- Este Gobierno le está dando un gran protagonismo a los sindicatos. Casi podríamos decir que le está dando una especie de derecho de veto, no sabemos si limitado o hasta dónde llegará, en relación a algunos de los contenidos de la política económica. Por tanto, sus opiniones tienen un interés muy especial.
I. F. T.- Afortunadamente, en España el diálogo social se ha instalado de una forma distinta a como lo ha hecho en los países de nuestro entorno. Es lo que algunos hemos dado en llamar la capacidad de legislar de forma concertada en cuestiones que exigen un fuerte consenso. El Gobierno tiene la obligación de gobernar y el diálogo social no limita sus capacidades. Ésto es lo que nos diferencia de otros países europeos, no sólo en la forma consultiva, sino también en la forma de negociación para el acuerdo.
Comisiones Obreras tiene un empeño que es demostrar que el Diálogo Social también sirve en situaciones de fuerte crisis como ésta. En la primera legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero, el crecimiento que conocía la economía española invitaba a un Diálogo Social que terminó siendo bastante fructífero. Pero luego se nos cruzó esta situación, que el Gobierno no fue capaz de anticipar suficientemente en 2008. De hecho, tuvimos un rifirrafe tremendo en el Ministerio de Trabajo por si se introducía la palabra crisis en alguno de los folios que contiene la declaración del último pacto social, firmado el 29 de julio de 2008. Yo creo que era imprescindible, ante la evidencia del fracaso de esta fase de la negociación, tomar medidas, y hacerlo de forma concertada.
Lo que pasa es que aquí se nos han cruzado varias cosas. La riqueza ha decaído. Este país es más pobre. Tenemos menos empleo. Por eso, hay que decidir por dónde se ajusta y cómo se reparte la escasa riqueza que tiene España. Ésto es lo que ha estado presente en el debate actual.
Justino Sinova.- ¿Tan grandes son las discrepancias?
I. F. T.- Yo creo que son amplias, tanto en los elementos formales que están encima de la mesa como en los derivados. Por otra parte, hay un problema que está afectando, y mucho, a esta fase del proceso de negociación. Se trata de la imprevisibilidad de los interlocutores empresariales, que han ido modificando el escenario de discusión a medida que pasaban las semanas. Y en la última semana, a medida que pasaban los días y aún las horas. Y todavía hoy, no son capaces de contar, una detrás de otras, el conjunto de las cuestiones que para ellos llevarían a situar un acuerdo. Es peor esa incertidumbre que la propia entidad de las medidas que se plantean.
P. J. R.- Pero, por lo que dice, la posición de la patronal está muy clara. Lo que da la sensación es que ustedes están muy lejos de esa posición.
I. F. T.- De esa posición, sí. Del perímetro que habíamos definido para la negociación, no. Cuando se revitalizó la negociación del diálogo social hace dos meses, lo planteamos por escrito: un gran pacto de Estado donde los actores no fueran sólo las organizaciones sindicales y empresariales y el Gobierno, sino que tendría que tener traslación al ámbito de la política. No aspiramos a que se reproduzca miméticamente la situación que se derivó de los Pactos de la Moncloa, porque el escenario del país era totalmente distinto.
Partimos de considerar que pudiera darse la circunstancia de que España continuará en crisis si no hacemos las cosas que hay que hacer y en el tiempo en que conviene hacerlas. Esto no va de reforma del mercado laboral. Si acaso, la configuración del mercado laboral español acentúa los efectos de la crisis, porque se ha pervertido en el uso algunas de las normativas en materia de contratación, que es lo que ha llevado a que nuestro país tenga una tasa de temporalidad próxima al 35%, que ahora intensifica la destrucción de empleo.
A ninguna pyme, reduciéndole 16 euros el coste del factor trabajo por la vía de la reducción de tres puntos de las cotizaciones a la Seguridad Social, la van a salvar del cierre si no tiene financiación. Tampoco se reanimará el consumo si el sector financiero no vuelve a abrir el crédito a las familias y a las empresas. Éstos son los elementos que están acelerando la destrucción del empleo. Por tanto, de lo que se trata es de abordar otras reformas, como la del sector financiero.
P. J. R.- ¿En ese gran pacto de Estado?
I. F. T.- En un gran pacto de Estado. Hay que ver de qué manera se recompone la capacidad de inversión de las administraciones públicas y se dota de eficacia, coordinando la acción del Estado con la de las comunidades autónomas, para seguir manteniendo la actividad de los sectores que han estado en la base del crecimiento económico de nuestro país. Hoy, el empleo lo tienen que seguir generando la construcción, los servicios y los sectores básicos de nuestra economía. No son sustituibles por un nuevo modelo que aún es etéreo.
Nosotros hemos colocado en el escenario dos piezas. Primero, la reforma de la negociación colectiva, para acentuar la utilización los elementos de flexibilidad interna en las empresas. Y segundo, el Pacto de Toledo, para la reforma, o para continuar, mejor dicho, en la senda de reformas del sistema de la Seguridad Social, particularmente el sistema público de pensiones. Pero éstas son reformas estructurales, junto con otras, como son el pacto educativo, sanitario, el modelo energético o un programa de actuaciones en el campo industrial. Éstas son las reformas estructurales que necesita este país.
P. J. R.- ¿Por qué cree usted que hay tan poca receptividad por parte del presidente del Gobierno a esa idea?
I. F. T.- El Gobierno sigue moviéndose en una suerte de cortoplacismo que, además, creo que parte todavía de un error de posicionamiento en relación con la crisis. Ésta no es una crisis de corta duración. No se va a resolver en los próximo seis meses. Y buena parte de las medidas que el Gobierno ha puesto en escena en el último periodo tienen una limitación de alcance temporal. Probablemente pasemos todo 2010 en zona de decrecimiento. Por tanto, las medidas deberían tener un mayor alcance. Hay que poner las luces largas y salir del cortoplacismo.
Francisco Justicia.- ¿Por qué los sindicatos han rechazado algunas de las propuestas que iban en la línea de reformar la contratación a tiempo parcial?
I. F. T.- Las propuestas de la CEOE en relación con la contratación a tiempo parcial aparecieron hace una semana. Es más, la CEOE rechazó con nosotros las propuestas que el Gobierno envió luego por su cuenta al Parlamento: el Plan de Medidas Urgentes para la Activación de la Economía y la Generación de Empleo. Ni han activado la economía, ni han servido para generar empleo. Allí se contenían propuestas en materia de contratación a tiempo parcial.
Ésta es una opción voluntaria, mayoritariamente de mujeres, porque permite conciliar la actividad laboral con las relaciones personales y familiares. En España, no. En nuestro país está asociada a menos salario, los más cutres de la economía española, a prestaciones sociales peores que las de la contratación a tiempo completo, y es una opción obligada, no voluntaria, por parte de las mujeres que acceden a la contratación a tiempo parcial. Por eso, no funciona.
La gente que quiere trabajar acude a una contratación a tiempo parcial, luego busca otra, también a tiempo parcial, e incluso una tercera, para completar un salario completo. Esto es lo que está sucediendo en España, y por eso tiene mucha menor eficacia. Nosotros tenemos responsabilidades, obviamente, cómo no vamos a tener responsabilidades. Somos actores, no diré los principales, pero importantes en el funcionamiento del mercado laboral. Y por eso dejamos claras nuestras opiniones. Yo sé que el acuerdo es un juego de equilibrios, donde el resultado no puede ser la imposición de la tesis en el 100% de una de las partes. Sinceramente, creo que es ésta la lógica en la que está la CEOE, pensando que el deterioro del país se va a seguir produciendo y que el aumento del paro, en los próximos meses, va crear un escenario más proclive a conseguir los elementos básicos de su cuadro reivindicativo.
Por eso están reteniendo su posición. Pero el mercado laboral español tiene ya una altísima flexibilidad que le ha llevado a la segmentación, porque aquí no sólo hay una diferenciación entre temporales y estables, sino que hay una diferenciación brutal entre hombres y mujeres, entre jóvenes y mayores, entre inmigrantes y autóctonos. Y esa altísima segmentación se nota. Además de los trabajadores de la economía sumergida, que no tienen ni contrato de trabajo.
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«Zapatero debe poner las luces largas y firmar un pacto político y social» El secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, culpa a la CEOE de «deslealtad» con los sindicatos y advierte, tras la ruptura de las negociaciones, que no «rehuirá el conflicto» si es necesario
27-07-2009 - «Es necesario un gran pacto en el que los actores no sean sólo Gobierno, sindicatos y empresarios. Un pacto que debería trasladarse al terreno de la política». El secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, lo tiene claro. Sólo un gran consenso en los ámbitos político, social y económico puede sacar a España de la recesión más severa desde 1945. La crisis que el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero tardó más de un año en asumir.
«Cuando discutimos la declaración del último pacto social que se firmó en Moncloa, el 29 de julio de 2008, tuvimos un rifirrafe tremendo con el Ministerio de Trabajo por querer introducir la palabra crisis en el texto», revela el secretario general de CCOO. El líder sindical pasó por el Foro de EL MUNDO el pasado jueves, sólo 11 horas después de cruzar la puerta de invitados del Palacio de La Moncloa.
Abandonó la casa del presidente del Gobierno pasadas las 01.00 horas, de madrugada, con el gesto severo de quien asume que la suerte está echada y la partida terminará mal. «En la cena no hubo mucho espacio para la tertulia. Tampoco había ganas y las horas invitaban más bien poco», dice con sorna.
Antes de llegar al cargo, Toxo defendió durante varios años la posición de CCOO en la mesa del diálogo social. Tiene sobrado conocimiento de causa y experiencia suficiente para pronosticar, con tino, cómo terminarán las negociaciones y cuándo remontará el vuelo el mercado laboral. Así que preocupa saber que, en su opinión, el futuro no pinta nada bien. «El Gobierno sigue moviéndose en una suerte de cortoplacismo, parte de un error de posicionamiento en relación con la recesión. Esta crisis no se va a resolver en los próximos seis meses. Sin embargo, parte de las medidas que ha puesto en escena tienen una limitación de alcance temporal, pensando que la economía española ya está repuntando».
Identificado el diagnósitco, Toxo aporta las recetas para salir del pozo. «Todas las medidas deberían tener un mayor alcance. Hay que poner las luces largas». Y buscar el consenso en lo político y en lo social. Lo primero es complicado y lo segundo, a la vista de lo sucedido esta semana, incluso más. Porque la brecha abierta entre la patronal y los sindicatos puede ser irreparable.
«Ha habido deslealtad por parte de la CEOE. Además, creo que no han sabido situarse en el tiempo que vivimos». El líder sindical tiene «clarísimas» las intenciones de la patronal: «Es una operación a corto plazo para conseguir una transferencia ingente de rentas del trabajo hacia las rentas de capital».
Ignacio Fernández Toxo también está convencido de la necesidad ineludible de abrir las cañerías del crédito. Es ésta, a su juicio, la única manera de reflotar la economía y el empleo. «No se va a salvar a ninguna pyme rebajándole 16 euros [vía cotizaciones sociales]». No hasta que tenga líneas de financiación o se reanime el consumo. Tampoco saldrán a flote los pequeños y medianos empresarios con políticas de impacto a corto plazo como el Plan E, cuyos recursos, a ojos de Toxo, «deberían dedicarse a un proyecto más global, más allá de levantar pavimentos, aceras y rotondas».
Pedro J. Ramírez.- Este Gobierno le está dando un gran protagonismo a los sindicatos. Casi podríamos decir que le está dando una especie de derecho de veto, no sabemos si limitado o hasta dónde llegará, en relación a algunos de los contenidos de la política económica. Por tanto, sus opiniones tienen un interés muy especial.
I. F. T.- Afortunadamente, en España el diálogo social se ha instalado de una forma distinta a como lo ha hecho en los países de nuestro entorno. Es lo que algunos hemos dado en llamar la capacidad de legislar de forma concertada en cuestiones que exigen un fuerte consenso. El Gobierno tiene la obligación de gobernar y el diálogo social no limita sus capacidades. Ésto es lo que nos diferencia de otros países europeos, no sólo en la forma consultiva, sino también en la forma de negociación para el acuerdo.
Comisiones Obreras tiene un empeño que es demostrar que el Diálogo Social también sirve en situaciones de fuerte crisis como ésta. En la primera legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero, el crecimiento que conocía la economía española invitaba a un Diálogo Social que terminó siendo bastante fructífero. Pero luego se nos cruzó esta situación, que el Gobierno no fue capaz de anticipar suficientemente en 2008. De hecho, tuvimos un rifirrafe tremendo en el Ministerio de Trabajo por si se introducía la palabra crisis en alguno de los folios que contiene la declaración del último pacto social, firmado el 29 de julio de 2008. Yo creo que era imprescindible, ante la evidencia del fracaso de esta fase de la negociación, tomar medidas, y hacerlo de forma concertada.
Lo que pasa es que aquí se nos han cruzado varias cosas. La riqueza ha decaído. Este país es más pobre. Tenemos menos empleo. Por eso, hay que decidir por dónde se ajusta y cómo se reparte la escasa riqueza que tiene España. Ésto es lo que ha estado presente en el debate actual.
Justino Sinova.- ¿Tan grandes son las discrepancias?
I. F. T.- Yo creo que son amplias, tanto en los elementos formales que están encima de la mesa como en los derivados. Por otra parte, hay un problema que está afectando, y mucho, a esta fase del proceso de negociación. Se trata de la imprevisibilidad de los interlocutores empresariales, que han ido modificando el escenario de discusión a medida que pasaban las semanas. Y en la última semana, a medida que pasaban los días y aún las horas. Y todavía hoy, no son capaces de contar, una detrás de otras, el conjunto de las cuestiones que para ellos llevarían a situar un acuerdo. Es peor esa incertidumbre que la propia entidad de las medidas que se plantean.
P. J. R.- Pero, por lo que dice, la posición de la patronal está muy clara. Lo que da la sensación es que ustedes están muy lejos de esa posición.
I. F. T.- De esa posición, sí. Del perímetro que habíamos definido para la negociación, no. Cuando se revitalizó la negociación del diálogo social hace dos meses, lo planteamos por escrito: un gran pacto de Estado donde los actores no fueran sólo las organizaciones sindicales y empresariales y el Gobierno, sino que tendría que tener traslación al ámbito de la política. No aspiramos a que se reproduzca miméticamente la situación que se derivó de los Pactos de la Moncloa, porque el escenario del país era totalmente distinto.
Partimos de considerar que pudiera darse la circunstancia de que España continuará en crisis si no hacemos las cosas que hay que hacer y en el tiempo en que conviene hacerlas. Esto no va de reforma del mercado laboral. Si acaso, la configuración del mercado laboral español acentúa los efectos de la crisis, porque se ha pervertido en el uso algunas de las normativas en materia de contratación, que es lo que ha llevado a que nuestro país tenga una tasa de temporalidad próxima al 35%, que ahora intensifica la destrucción de empleo.
A ninguna pyme, reduciéndole 16 euros el coste del factor trabajo por la vía de la reducción de tres puntos de las cotizaciones a la Seguridad Social, la van a salvar del cierre si no tiene financiación. Tampoco se reanimará el consumo si el sector financiero no vuelve a abrir el crédito a las familias y a las empresas. Éstos son los elementos que están acelerando la destrucción del empleo. Por tanto, de lo que se trata es de abordar otras reformas, como la del sector financiero.
P. J. R.- ¿En ese gran pacto de Estado?
I. F. T.- En un gran pacto de Estado. Hay que ver de qué manera se recompone la capacidad de inversión de las administraciones públicas y se dota de eficacia, coordinando la acción del Estado con la de las comunidades autónomas, para seguir manteniendo la actividad de los sectores que han estado en la base del crecimiento económico de nuestro país. Hoy, el empleo lo tienen que seguir generando la construcción, los servicios y los sectores básicos de nuestra economía. No son sustituibles por un nuevo modelo que aún es etéreo.
Nosotros hemos colocado en el escenario dos piezas. Primero, la reforma de la negociación colectiva, para acentuar la utilización los elementos de flexibilidad interna en las empresas. Y segundo, el Pacto de Toledo, para la reforma, o para continuar, mejor dicho, en la senda de reformas del sistema de la Seguridad Social, particularmente el sistema público de pensiones. Pero éstas son reformas estructurales, junto con otras, como son el pacto educativo, sanitario, el modelo energético o un programa de actuaciones en el campo industrial. Éstas son las reformas estructurales que necesita este país.
P. J. R.- ¿Por qué cree usted que hay tan poca receptividad por parte del presidente del Gobierno a esa idea?
I. F. T.- El Gobierno sigue moviéndose en una suerte de cortoplacismo que, además, creo que parte todavía de un error de posicionamiento en relación con la crisis. Ésta no es una crisis de corta duración. No se va a resolver en los próximo seis meses. Y buena parte de las medidas que el Gobierno ha puesto en escena en el último periodo tienen una limitación de alcance temporal. Probablemente pasemos todo 2010 en zona de decrecimiento. Por tanto, las medidas deberían tener un mayor alcance. Hay que poner las luces largas y salir del cortoplacismo.
Francisco Justicia.- ¿Por qué los sindicatos han rechazado algunas de las propuestas que iban en la línea de reformar la contratación a tiempo parcial?
I. F. T.- Las propuestas de la CEOE en relación con la contratación a tiempo parcial aparecieron hace una semana. Es más, la CEOE rechazó con nosotros las propuestas que el Gobierno envió luego por su cuenta al Parlamento: el Plan de Medidas Urgentes para la Activación de la Economía y la Generación de Empleo. Ni han activado la economía, ni han servido para generar empleo. Allí se contenían propuestas en materia de contratación a tiempo parcial.
Ésta es una opción voluntaria, mayoritariamente de mujeres, porque permite conciliar la actividad laboral con las relaciones personales y familiares. En España, no. En nuestro país está asociada a menos salario, los más cutres de la economía española, a prestaciones sociales peores que las de la contratación a tiempo completo, y es una opción obligada, no voluntaria, por parte de las mujeres que acceden a la contratación a tiempo parcial. Por eso, no funciona.
La gente que quiere trabajar acude a una contratación a tiempo parcial, luego busca otra, también a tiempo parcial, e incluso una tercera, para completar un salario completo. Esto es lo que está sucediendo en España, y por eso tiene mucha menor eficacia. Nosotros tenemos responsabilidades, obviamente, cómo no vamos a tener responsabilidades. Somos actores, no diré los principales, pero importantes en el funcionamiento del mercado laboral. Y por eso dejamos claras nuestras opiniones. Yo sé que el acuerdo es un juego de equilibrios, donde el resultado no puede ser la imposición de la tesis en el 100% de una de las partes. Sinceramente, creo que es ésta la lógica en la que está la CEOE, pensando que el deterioro del país se va a seguir produciendo y que el aumento del paro, en los próximos meses, va crear un escenario más proclive a conseguir los elementos básicos de su cuadro reivindicativo.
Por eso están reteniendo su posición. Pero el mercado laboral español tiene ya una altísima flexibilidad que le ha llevado a la segmentación, porque aquí no sólo hay una diferenciación entre temporales y estables, sino que hay una diferenciación brutal entre hombres y mujeres, entre jóvenes y mayores, entre inmigrantes y autóctonos. Y esa altísima segmentación se nota. Además de los trabajadores de la economía sumergida, que no tienen ni contrato de trabajo.
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