Policías y guardias no saben qué hacer con los presos en los juzgados

Policías y guardias no saben qué hacer con los presos en los juzgados

En la película Guantanamera, el cineasta cubano Tomás Gutiérrez Alea, contaba como muy pocos sabían qué hacer con un cadáver que recorría la isla en un coche fúnebre en busca de sepultura. Aquí, ya muy lejos de la realidad cubana, resulta que va a entrar en vigor en breve una disposición del Ministerio del Interior sobre traslado y custodia de presos a los juzgados y resulta que ni los guardias ni los policías, que son los que tendrán que hacer dichos cometidos, no saben realmente qué hacer con los internos cuando estén ya en los juzgados. Si a eso se une que la polémica instrucción 8/2009 lo despacha todo en dos líneas sin aclarar nada, resulta que ya casi hay argumento para una historia bananera.

La normativa (cambiada por las presiones de la policía, según las asociaciones de la Guardia Civil) dice que «una vez finalizadas las diligencias o vista oral, la unidad de custodia lo comunicará a la unidad de conducción para su posterior

traslado al centro penitenciario que se determine». A partir de aquí vienen las interpretaciones y realmente el no saber qué hacer. Los integrantes del Sindicato Unificado de Policía (SUP) consideran que los guardias han de esperar a que acaben los juicios en el lugar donde se celebren los mismos para, luego, hacerse cargo nuevamente de los acusados. Esta circunstancia motiva «una duplicidad de personal». En la sala de vistas estarán los policías y fuera, sin nada que hacer, los guardias. En total cuatro personas, eso en el mejor de los casos. Fuentes de las asociaciones de la Guardia Civil no entienden que el funcionamiento vaya a ser como creen los policías. Consideran que una vez que acabe la conducción, los guardia pasarán al preso a los policías y se marcharán a hacer otras tareas. ¿Qué ocurre

si el juicio acaba suspendiéndose o si existe una conformidad? Según los policías, los guardias han de esperar. Según los guardias, deben marchar.

En todo caso, agentes del instituto armado consideran que los policías deberán llevar a los presos a los calabozos donde esperarán hasta que a últimas horas de la mañana un furgón pase a recogerlos para dejarlos en los respectivos centros penitenciarios.

Pero ahora se presentan más problemas. ¿Quién se encarga de custodiar a los presos que son devueltos a los calabozos? ¿Los guardias o los policías?

Hay más todavía. Resulta que los juzgados lucenses disponen de dos calabozos, en ambos casos de muy reducido espacio. Lo normal es que este habitáculo, que tiene habilitado un lugar como catre, lo utilice únicamente una persona. En situaciones excepcionales podrían ser dos, lo que supondría muchos riesgos. ¿Qué va pasar entonces cuando coincidan más de dos internos en los juzgados, eso sin contar que haya otros dos en la Audiencia?

En la Audiencia, por cierto, no hay calabozos, pero si se dispone de unas salas para la custodia de acusados en situación de detenidos.

Todo este lío fue obra de la Secretaría de Estado de Seguridad para «coordinar la actuación de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado» y también «para una mayor eficacia y eficiencia en la realización de las conducciones y custodias (...) y al mismo tiempo evitar un perjuicio para otros servicios, fundamentalmente los de seguridad ciudadana». Si eso querían, en el caso de Lugo parece que no lo han conseguido. La policía dice que quedará sin medios para patrullar. Tampoco la Guardia Civil podría atender debidamente los cometidos que tiene encomendados.