Los presidentes de CEOE y Cepyme, Díaz Ferrán y Bárcenas, al borde la ruptura
MIGUEL Á. NOCEDA 06/12/2009 El Pais
"Ministro, aquí tienes a empresarios de todas las partes de España, de todos los sectores y de todos los tamaños de empresas". ¿A todos? No le faltaba razón a Gerardo Díaz Ferrán, presidente de la patronal CEOE, cuando le dijo esto a José Blanco, titular de Fomento, en la presentación de la cumbre empresarial que se celebró el miércoles en Madrid. Pero es que allí, entre tantos empresarios de todas partes y empresas de todos los tamaños, el que no estaba era el presidente de la patronal de la pequeña y mediana empresa Cepyme, integrada en la CEOE, Jesús Bárcenas.
Bárcenas, quien se encontraba en Madrid y estaba en perfecto estado de revista, decidió conscientemente no acudir a la reunión por sentirse ninguneado por la organización, que no le dio ni un solo minuto de intervención a lo largo de la jornada. También influyó el malestar -compartido por otros representantes empresariales cuyas ausencias fueron menos llamativas- que generó la invitación al presidente del PP, Mariano Rajoy, para clausurar la cumbre en lugar de ofrecérselo al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, lo que, en su opinión, refleja una sumisión al partido conservador.
Zapatero no encajó de buen grado que fuera invitado a inaugurar, lo que no deja de ser un segundo plato, mientras al jefe de la oposición le dejaban el principal. Aunque las circunstancias llevaron a que el miércoles se debatiera en el Congreso la Ley de Economía Sostenible, el presidente ya había decidido hace tiempo no acudir a la citada cumbre empresarial por ese motivo. Como tampoco era cosa de devolver un desplante a los empresarios, eligió a Pepe Blanco, que cada vez tiene mejor cartel en el mundo de la empresa como ministro -sobre todo entre los constructores-, para que representara al Gobierno.
Seguramente, el sagaz Blanco se percató de la ausencia de Bárcenas, o incluso ya estaba informado. Las relaciones de Bárcenas con Díaz Ferrán nunca han sido fluidas desde que éste sustituyó a José María Cuevas en mayo de 2007, pero ya han llegado a una situación de no retorno. El presidente de Cepyme se ha plegado a la disciplina interna y le ha dado el respaldo en varias votaciones comprometidas, seguramente buscando el equilibrio que les convenía a ambos. Por ejemplo, en la elección como presidente frente a las pretensiones del líder de la patronal andaluza, Santiago Herrero, o en la abrupta salida del anterior secretario general, Juan Jiménez Aguilar, con quien mantenía una estrecha relación y en principio rechazó para rectificar y apoyar después públicamente a Ferrán. Sin embargo, tras el episodio del miércoles, en el que evitó una foto que diera una imagen distorsionada de la realidad, la situación se precipita a la ruptura definitiva.
Los días de Bárcenas están contados. No sólo porque su mandato culmina el próximo mayo y él está decidido a centrarse en su empresa de electricidad en Ciudad Real; sino porque es muy posible que ahora uno de los dos provoque el adelanto. No hace muchas fechas, en una intervención del secretario general de UGT, Cándido Méndez, tuvieron un enfrentamiento público cuando tomaron la palabra (primero Bárcenas y luego Ferrán). De allí no salieron nada contentos, entre otras cosas porque Díaz Ferrán le había pedido que no interviniera.
Después han ido pasando los días y la tormenta se ha ido fraguando. Y mientras los otrora adversarios o simplemente díscolos con la oficialidad como Herrero, Joan Rosell (presidente de la patronal catalana) o José María Aguirre (presidente de APD) han recibido la mano tendida de Díaz Ferrán, Bárcenas se mueve en otra onda. Los tres citados, vicepresidentes de CEOE como Bárcenas, tuvieron protagonismo en la cumbre, con una intervención de Aguirre propia de otra época.
El caso es que Díaz Ferrán tiene pensado desde hace tiempo abordar el relevo en Cepyme. En la baraja que se maneja para ocupar ese puesto figuran Antonio Baramendi, miembro del comité ejecutivo; Jesús Terciado, presidente de la patronal de Castilla y León, y Lorenzo Amor, presidente de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA), quien se significó mucho en la manifestación que organizó con escaso éxito contra el Gobierno con el respaldo abierto del PP. No se descarta a Arturo Fernández, quien sustituyó a Díaz Ferrán al frente de la patronal madrileña CEIM.
Cumbre empresarial sin grandes empresarios
Probablemente atribulado por las protestas que un centenar de empleados de Air Comet, aerolínea que preside, proferían en la entrada del Palacio de Congresos, Gerardo Díaz Ferrán recibió a José Blanco sin salir del umbral. Escuchó el adelanto de las propuestas de reforma laboral de boca del ministro y su invitación al diálogo social; pero el ministro, que espera que se reconduzca el diálogo social, no le escuchó a él en directo las críticas y la sintonía con el PP, que luego matizaría. No dejó de llamar la atención la ausencia de representantes de grandes empresas, lo que precisamente era uno de los objetivos de esta cumbre cuando se proyectó. Pero, quizá advertidos de los desencuentros con el Gobierno, no se alcanzó la meta. -
MIGUEL Á. NOCEDA 06/12/2009 El Pais
"Ministro, aquí tienes a empresarios de todas las partes de España, de todos los sectores y de todos los tamaños de empresas". ¿A todos? No le faltaba razón a Gerardo Díaz Ferrán, presidente de la patronal CEOE, cuando le dijo esto a José Blanco, titular de Fomento, en la presentación de la cumbre empresarial que se celebró el miércoles en Madrid. Pero es que allí, entre tantos empresarios de todas partes y empresas de todos los tamaños, el que no estaba era el presidente de la patronal de la pequeña y mediana empresa Cepyme, integrada en la CEOE, Jesús Bárcenas.
Bárcenas, quien se encontraba en Madrid y estaba en perfecto estado de revista, decidió conscientemente no acudir a la reunión por sentirse ninguneado por la organización, que no le dio ni un solo minuto de intervención a lo largo de la jornada. También influyó el malestar -compartido por otros representantes empresariales cuyas ausencias fueron menos llamativas- que generó la invitación al presidente del PP, Mariano Rajoy, para clausurar la cumbre en lugar de ofrecérselo al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, lo que, en su opinión, refleja una sumisión al partido conservador.
Zapatero no encajó de buen grado que fuera invitado a inaugurar, lo que no deja de ser un segundo plato, mientras al jefe de la oposición le dejaban el principal. Aunque las circunstancias llevaron a que el miércoles se debatiera en el Congreso la Ley de Economía Sostenible, el presidente ya había decidido hace tiempo no acudir a la citada cumbre empresarial por ese motivo. Como tampoco era cosa de devolver un desplante a los empresarios, eligió a Pepe Blanco, que cada vez tiene mejor cartel en el mundo de la empresa como ministro -sobre todo entre los constructores-, para que representara al Gobierno.
Seguramente, el sagaz Blanco se percató de la ausencia de Bárcenas, o incluso ya estaba informado. Las relaciones de Bárcenas con Díaz Ferrán nunca han sido fluidas desde que éste sustituyó a José María Cuevas en mayo de 2007, pero ya han llegado a una situación de no retorno. El presidente de Cepyme se ha plegado a la disciplina interna y le ha dado el respaldo en varias votaciones comprometidas, seguramente buscando el equilibrio que les convenía a ambos. Por ejemplo, en la elección como presidente frente a las pretensiones del líder de la patronal andaluza, Santiago Herrero, o en la abrupta salida del anterior secretario general, Juan Jiménez Aguilar, con quien mantenía una estrecha relación y en principio rechazó para rectificar y apoyar después públicamente a Ferrán. Sin embargo, tras el episodio del miércoles, en el que evitó una foto que diera una imagen distorsionada de la realidad, la situación se precipita a la ruptura definitiva.
Los días de Bárcenas están contados. No sólo porque su mandato culmina el próximo mayo y él está decidido a centrarse en su empresa de electricidad en Ciudad Real; sino porque es muy posible que ahora uno de los dos provoque el adelanto. No hace muchas fechas, en una intervención del secretario general de UGT, Cándido Méndez, tuvieron un enfrentamiento público cuando tomaron la palabra (primero Bárcenas y luego Ferrán). De allí no salieron nada contentos, entre otras cosas porque Díaz Ferrán le había pedido que no interviniera.
Después han ido pasando los días y la tormenta se ha ido fraguando. Y mientras los otrora adversarios o simplemente díscolos con la oficialidad como Herrero, Joan Rosell (presidente de la patronal catalana) o José María Aguirre (presidente de APD) han recibido la mano tendida de Díaz Ferrán, Bárcenas se mueve en otra onda. Los tres citados, vicepresidentes de CEOE como Bárcenas, tuvieron protagonismo en la cumbre, con una intervención de Aguirre propia de otra época.
El caso es que Díaz Ferrán tiene pensado desde hace tiempo abordar el relevo en Cepyme. En la baraja que se maneja para ocupar ese puesto figuran Antonio Baramendi, miembro del comité ejecutivo; Jesús Terciado, presidente de la patronal de Castilla y León, y Lorenzo Amor, presidente de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA), quien se significó mucho en la manifestación que organizó con escaso éxito contra el Gobierno con el respaldo abierto del PP. No se descarta a Arturo Fernández, quien sustituyó a Díaz Ferrán al frente de la patronal madrileña CEIM.
Cumbre empresarial sin grandes empresarios
Probablemente atribulado por las protestas que un centenar de empleados de Air Comet, aerolínea que preside, proferían en la entrada del Palacio de Congresos, Gerardo Díaz Ferrán recibió a José Blanco sin salir del umbral. Escuchó el adelanto de las propuestas de reforma laboral de boca del ministro y su invitación al diálogo social; pero el ministro, que espera que se reconduzca el diálogo social, no le escuchó a él en directo las críticas y la sintonía con el PP, que luego matizaría. No dejó de llamar la atención la ausencia de representantes de grandes empresas, lo que precisamente era uno de los objetivos de esta cumbre cuando se proyectó. Pero, quizá advertidos de los desencuentros con el Gobierno, no se alcanzó la meta. -
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