Cuando el trabajo es una adicción
En una sociedad donde trabajar demasiado es señal de entrega y no de trastorno, el adicto pasa inadvertido.
28-12-2009 - Mientras la mayoría de mortales sueña con vivir sin trabajar, hay quien hace de su vida profesional el eje central de su vida. La adicción al trabajo es un trastorno psicológico que a menudo pasa inadvertido en una sociedad donde pasar doce horas al día en la oficina está bien visto y se considera más un síntoma de entrega profesional que de enfermedad. En el mundo anglosajón se les llama workaholics, término procedente de la unión entre work (trabajo) y alcoholic (alcohólico), y enEstados Unidos tienen incluso su propia asociación, Workaholics Anonymous, que propone un test para detectar posibles síntomas (véase el cuadro adjunto).
La adicción al trabajo no empezó a estudiarse hasta los años ochenta, pero está totalmente reconocida actualmente. Roger Puigdecanet, psicólogo clínico de la Unitat d´Atenció Psicològica (UAP), trata actualmente a varios pacientes con este problema. "Suelen ser personas muy perfeccionistas y autoexigentes, con miedo al fracaso y un exceso de implicación en su trabajo - explica-.Se aferran a su empleo como su único sentido vital y centro de su vida".
El perfil típico del workaholic es el de un profesional de entre 30 y 40 años, especialmente hombres y altamente cualificados. A menudo se trata de profesionales liberales, como abogados o consultores, que facturan por horas, aunque también es típico el caso de directivos que utilizan su puesto para evadirse de sus problemas personales. "Podríamos distinguir entre los profesionales inseguros y con problemas de autoestima que acaban desarrollando alguna adición, ya sea al trabajo o de otro tipo, y aquellas personas que caen en este problema porque están insatisfechas con su propia vida, aunque las personas normales y corrientes también pueden desarrollar esta adición", advierte Puigdecanet.
Mireia de las Heras, directora de investigación del Centro Internacional de Trabajo y Familia del Iese, cree que las empresas y la sociedad ejercen un papel determinante en el origen de este tipo de trastornos. "En España tenemos unas culturas empresariales donde se valora el tiempo de presencia física como una medida del compromiso del trabajador con el proyecto - recuerda la profesora-.Así se crea un círculo vicioso porque las personas que trabajan muchas horas dejan de tener una vida social y por tanto cuando están fuera del trabajo no tienen una identidad propia, lo que refuerza su incapacidad para desengancharse del trabajo". De las Heras destaca además que si bien tecnologías como los ordenadores portátiles o la Blackberry han favorecido la flexibilidad laboral y el teletrabajo, "también tienen el efecto contrario, de favorecer la adicción, porque los profesionales no desconectan en ningún momento".
El trabajo ocupa una posición absolutamente central en las prioridades de los workaholics,en detrimento del tiempo dedicado a la familia, la pareja o los amigos, e incluso de las horas dedicadas al sueño o la alimentación. Por eso, los primeros en dar el toque de alerta sobre el problema del afectado suelen ser personas de su propio entorno. "Los pacientes no suelen ser conscientes de su propio problema y vienen porque se lo ha pedido su esposa o su madre", comenta Puigdecanet. Y es que la entrega total al trabajo acaba deteriorando intensamente las relaciones personales del adicto: un estudio de la Universidad de Carolina del Norte revela que en los matrimonios donde uno de los miembros sufre este tipo de adicción la tasa de divorcio alcanza el 55%.
"Entre mis pacientes hay casos de personas que llegan a la oficina a las siete de la mañana y no vuelven a casa hasta las diez de la noche, y obviamente esto afecta a la comunicación con su familia - explica Puigdecanet-y también a su propia salud". Y es que los adictos al trabajo acaban teniendo problemas como insomnio, fatiga extrema, dolor de cabeza o trastornos digestivos.
Aunque en muchos casos la adicción al trabajo puede requerir terapia psicológica especializada, también hay afectados que consiguen superar el problema por sí mismos. Es el caso de Ernesto Poveda, director de la consultora de recursos humanos Icsa y ex workaholic confeso, que superó su adicción hace más de veinte años. "Trabajaba en una multinacional y estaba enamorado de mi empleo hasta el punto de trabajar sábados y domingos, pero hay pasiones que matan yesta estuvo a punto de matar mi vida de pareja", reconoce Poveda. Recuerda claramente el día que, por primera vez, fue consciente de que no podía mantener aquel estilo de vida. "Era un 6 de enero y estaba reunido con un director que tenía una hija de un año y medio y estaba conmigo trabajando en lugar de celebrar el día de Reyes con su hija - recuerda-.Se me cruzaron los cables, me pregunté a mí mismo qué tipo de idiota era para malgastar así mi tiempo y me fui de la empresa".
Nuria Peláez
La Vanguardia
En una sociedad donde trabajar demasiado es señal de entrega y no de trastorno, el adicto pasa inadvertido.
28-12-2009 - Mientras la mayoría de mortales sueña con vivir sin trabajar, hay quien hace de su vida profesional el eje central de su vida. La adicción al trabajo es un trastorno psicológico que a menudo pasa inadvertido en una sociedad donde pasar doce horas al día en la oficina está bien visto y se considera más un síntoma de entrega profesional que de enfermedad. En el mundo anglosajón se les llama workaholics, término procedente de la unión entre work (trabajo) y alcoholic (alcohólico), y enEstados Unidos tienen incluso su propia asociación, Workaholics Anonymous, que propone un test para detectar posibles síntomas (véase el cuadro adjunto).
La adicción al trabajo no empezó a estudiarse hasta los años ochenta, pero está totalmente reconocida actualmente. Roger Puigdecanet, psicólogo clínico de la Unitat d´Atenció Psicològica (UAP), trata actualmente a varios pacientes con este problema. "Suelen ser personas muy perfeccionistas y autoexigentes, con miedo al fracaso y un exceso de implicación en su trabajo - explica-.Se aferran a su empleo como su único sentido vital y centro de su vida".
El perfil típico del workaholic es el de un profesional de entre 30 y 40 años, especialmente hombres y altamente cualificados. A menudo se trata de profesionales liberales, como abogados o consultores, que facturan por horas, aunque también es típico el caso de directivos que utilizan su puesto para evadirse de sus problemas personales. "Podríamos distinguir entre los profesionales inseguros y con problemas de autoestima que acaban desarrollando alguna adición, ya sea al trabajo o de otro tipo, y aquellas personas que caen en este problema porque están insatisfechas con su propia vida, aunque las personas normales y corrientes también pueden desarrollar esta adición", advierte Puigdecanet.
Mireia de las Heras, directora de investigación del Centro Internacional de Trabajo y Familia del Iese, cree que las empresas y la sociedad ejercen un papel determinante en el origen de este tipo de trastornos. "En España tenemos unas culturas empresariales donde se valora el tiempo de presencia física como una medida del compromiso del trabajador con el proyecto - recuerda la profesora-.Así se crea un círculo vicioso porque las personas que trabajan muchas horas dejan de tener una vida social y por tanto cuando están fuera del trabajo no tienen una identidad propia, lo que refuerza su incapacidad para desengancharse del trabajo". De las Heras destaca además que si bien tecnologías como los ordenadores portátiles o la Blackberry han favorecido la flexibilidad laboral y el teletrabajo, "también tienen el efecto contrario, de favorecer la adicción, porque los profesionales no desconectan en ningún momento".
El trabajo ocupa una posición absolutamente central en las prioridades de los workaholics,en detrimento del tiempo dedicado a la familia, la pareja o los amigos, e incluso de las horas dedicadas al sueño o la alimentación. Por eso, los primeros en dar el toque de alerta sobre el problema del afectado suelen ser personas de su propio entorno. "Los pacientes no suelen ser conscientes de su propio problema y vienen porque se lo ha pedido su esposa o su madre", comenta Puigdecanet. Y es que la entrega total al trabajo acaba deteriorando intensamente las relaciones personales del adicto: un estudio de la Universidad de Carolina del Norte revela que en los matrimonios donde uno de los miembros sufre este tipo de adicción la tasa de divorcio alcanza el 55%.
"Entre mis pacientes hay casos de personas que llegan a la oficina a las siete de la mañana y no vuelven a casa hasta las diez de la noche, y obviamente esto afecta a la comunicación con su familia - explica Puigdecanet-y también a su propia salud". Y es que los adictos al trabajo acaban teniendo problemas como insomnio, fatiga extrema, dolor de cabeza o trastornos digestivos.
Aunque en muchos casos la adicción al trabajo puede requerir terapia psicológica especializada, también hay afectados que consiguen superar el problema por sí mismos. Es el caso de Ernesto Poveda, director de la consultora de recursos humanos Icsa y ex workaholic confeso, que superó su adicción hace más de veinte años. "Trabajaba en una multinacional y estaba enamorado de mi empleo hasta el punto de trabajar sábados y domingos, pero hay pasiones que matan yesta estuvo a punto de matar mi vida de pareja", reconoce Poveda. Recuerda claramente el día que, por primera vez, fue consciente de que no podía mantener aquel estilo de vida. "Era un 6 de enero y estaba reunido con un director que tenía una hija de un año y medio y estaba conmigo trabajando en lugar de celebrar el día de Reyes con su hija - recuerda-.Se me cruzaron los cables, me pregunté a mí mismo qué tipo de idiota era para malgastar así mi tiempo y me fui de la empresa".
Nuria Peláez
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