»Los padres, Kate y Gerry McCann
Puestos en la picota por la Policía Judicial (PJ) portuguesa, que el 6 de septiembre de 2007 decidió incluirlos en el registro de investigados (argüidos) por su presunta implicación en el caso, los McCann han ganado todas las batallas legales hasta el momento. Fueron exonerados por la fiscalía portuguesa en julio de 2008, y obtuvieron, sin llegar a los tribunales, una indemnización de más de 600.000 euros y una disculpa pública del Grupo Express de tabloides británicos por su brutal cobertura del caso. En septiembre pasado, un juez les dio la razón y procedió al secuestro cautelar del libro El caso Maddie: la verdad de la mentira, del ex policía Gonçalo Amaral, incriminatorio contra ellos. Su protagonismo público se ha reducido, no obstante. "Intentan seguir adelante, porque tienen dos hijos. Por eso no atienden ya a los periodistas. Sólo conceden entrevistas en momentos especiales, cuando se trata de reactivar la búsqueda de su hija Madeleine". Lo cuenta en conversación telefónica Clarence Mitchell, ex periodista de la BBC, ex responsable de la unidad de información de Downing Street y portavoz todavía, aunque a tiempo parcial, de los McCann. La pareja sigue volcada, dice, en la búsqueda de su pequeña. "Casos como el de la niña estadounidense Jaycee Lee Dugard
[localizada en agosto de 2009, años después de haber sido raptada por un pederasta] les han devuelto el optimismo".
Los padres de Madeleine viven, aparentemente, entregados a su memoria. Él, de 41 años, ha mantenido su trabajo de cardiólogo en el hospital Glenfield de Leicester (Reino Unido). Ella, de 42, anestesista, ha dejado su puesto como médico de familia en el ambulatorio de la pequeña localidad de Melton Mowbray para cuidar a sus gemelos Amelie y Sean, que ya han cumplido cuatro años y van a la escuela. Los McCann celebran los cumpleaños de Madeleine (en mayo próximo cumpliría seis años) como si viviera con ellos. Y la casa está tapizada con fotografías de la niña.
Kate dedica sus energías a atender la página web (findmadeleine.com) creada nada más desaparecer su hija mayor y la fundación, que sigue recibiendo cuantiosas donaciones. Los McCann han contratado, con cargo a esas donaciones, a sucesivos investigadores para que intenten seguir la pista de la pequeña, hasta ahora con poco éxito. Hace unos meses, la prensa británica desenmascaró a uno de estos detectives, acusado, al parecer, de ser un estafador a gran escala. Kevin Halligen, un británico con una agencia de investigación en Washington, cobró de la fundación medio millón de libras por información reservada (por ejemplo, el tráfico de llamadas que se registró en Praia da Luz en los días posteriores a la desaparición de su hija) y se quedó con el grueso de la suma, dejando de pagar a sus colaboradores. La policía británica protege el domicilio de los McCann, pero nada puede hacer contra embaucadores.
»Robert Murat, primer sospechoso
Mucho antes de que los McCann fueran implicados por la policía portuguesa en la desaparición de su hija, un británico (anglo-portugués para ser exactos) residente en Praia da Luz, Robert Murat, hoy de 35 años, interpretó el tremendo papel de acusado. Murat fue sospechoso durante 14 meses sin que hubiera una sola prueba contra él. La policía le requisó su ordenador, y se llevó libros y papeles del domicilio que ocupaba con su madre, Villa Liliana, a unos cien metros del apartamento donde la niña desapareció. El jardín fue levantado; el sótano y varias dependencias, registradas con sensores especiales para detectar la presencia de un posible cuerpo. Murat, que sólo tiene un ojo, fue maltratado de forma inmisericorde por la prensa británica. Él y uno de sus socios, un joven de origen ruso, fueron objeto de una campaña feroz de descalificaciones e insinuaciones sospechosas, a las que contribuyeron indirectamente las declaraciones de varios de los amigos de los McCann, que aseguraron haber visto a Murat merodeando por el Ocean Club la noche de la desaparición de Madeleine. En julio de 2008 logró una indemnización colectiva de 715.000 euros de los 11 diarios (no todos tabloides) que le difamaron. De ahí a limpiar su nombre queda un largo trecho.
»Gonçalo Amaral, el policía que coordinó la búsqueda de Madeleine
El inspector de narcóticos que coordinó la investigación del caso Madeleine durante los cinco primeros meses perdió su trabajo y terminó por dejar el cuerpo de policía como consecuencia de sucesivos escándalos aireados en la prensa. Hoy vive volcado en el caso, a su manera. Ha escrito dos libros polémicos; el segundo, La mordaza inglesa (Planeta), en el que denuncia haber sufrido una campaña de acoso ultrajante por parte de los McCann. Inicialmente, Amaral apostó por la tesis del rapto y dirigió la búsqueda de Madeleine McCann con todos los medios a su disposición. Pero todo cambió a partir de julio de 2007. Dos perros especializados en la detección de restos de sangre y olor a cadáver llegados de Inglaterra -inicialmente, para satisfacer el interés de Kate McCann en la búsqueda del posible cadáver de su hija- señalaron la presencia de sangre y olor a cadáver en diferentes puntos del apartamento de los McCann y en el coche que alquilaron el 27 de mayo. Amaral dio entonces un giro a la investigación. Basándose en su propia intuición, en inconsistencias en las declaraciones de los siete amigos que acompañaban a la pareja británica en Praia da Luz y en los restos biológicos supuestamente hallados gracias a los perros, lanzó una teoría que resultaría fatal para los McCann y para él: la de la muerte de Madeleine por accidente, que dejaba a sus padres como culpables de homicidio y ocultamiento de cadáver. El 2 de octubre de 2007 fue retirado de la investigación, después de que un diario portugués publicara unas declaraciones suyas en las que denunciaba la connivencia de la policía británica con los padres de Madeleine. Poco después abandonaba, a los 47 años de edad, una profesión a la que había dedicado 26 años. El fiscal consideró que la tesis de Amaral no tenía fundamento, y los tabloides británicos, que arrastraron por el fango al policía, airearon un caso anterior en el que una mujer que denunció la desaparición de su hija terminó siendo condenada por el homicidio. Tres agentes del equipo de Amaral fueron acusados de torturas y él mismo resultó salpicado. Amaral contraatacó con un libro, Maddie: La verdad de la mentira, que ha sido prohibido por un juez cuando llevaba vendidos 175.000 ejemplares en Portugal.
»Praia da Luz y el Ocean Club
El complejo turístico, fundado a principios de los años ochenta por tres británicos, ha seguido funcionando, aunque con algunos parones. ¿Cuántos exactamente? El empleado portugués que contesta las llamadas en la recepción se niega a aportar ningún dato al respecto. "Llame usted a reservas. ¿A qué hora? Ah, no sé, no tengo idea. Pruebe usted otro día". La furia periodística que desató en el Reino Unido la inclusión de Kate y Gerry McCann en el registro de investigados dio origen a una campaña de descrédito de la policía portuguesa y de Portugal como destino. "No se dejó sentir en el turismo", aclara el presidente de la oficina de turismo del Algarve, Nuno Aires, que desmiente cualquier sombra de tensión con el Reino Unido. "Es cierto que fue uno de los sucesos que atrajo más atención mediática, y que eso nunca es bueno, pero el Algarve ha seguido recibiendo muchos turistas. Praia da Luz, el lugar donde ocurrieron los hechos, estuvo lleno el verano de españoles y portugueses. Las llegadas de británicos bajaron un 7%, pero eso fue por el comportamiento de la libra frente al euro y por la crisis general".
»Rothley, el pueblo de Madeleine
Este suburbio acomodado en Leicestershire (Inglaterra central), con unos 30.000 residentes, vivió como un atentado a su intimidad el caso McCann. Mientras la familia permaneció en Portugal dirigiendo la búsqueda de la niña, los vecinos se mostraron huidizos e incómodos con los periodistas. A su regreso, la avalancha de informadores, cámaras y fotógrafos terminó por colmar el vaso de su paciencia. A más de 30 meses de aquellos hechos, se ha instalado en el pueblo un clima distinto. Los vecinos procuran mantener un perfil bajo sobre el caso, pero sin rehuir las preguntas de los indeseados periodistas.
»El Forensic Science Service (FSS)
Es el organismo dependiente del Home Office (Ministerio del Interior británico) que analizó las muestras biológicas presuntamente incriminatorias para los McCann. Se benefició de una fama repentina gracias al caso, pero hoy está sumido en una grave crisis. Existe una propuesta de cierre que afectaría a tres de los cinco laboratorios, con una reducción de personal en torno a las 700 u 800 personas, según confirman fuentes de Prospect, el sindicato profesional. El caso Madeleine proporcionó una visibilidad y una fama asombrosa a un servicio con excelente reputación, pero desconocido hasta ese día por los profanos. El FSS, con sede central en Birmingham, se convirtió en una pieza relevante del rompecabezas del caso Madeleine, porque el resultado de los análisis de los restos biológicos enviados en julio de 2007 por la Policía Judicial portuguesa sería, decía todo el mundo, inapelable. Lo cierto es que se tomaron su tiempo para hacerlos. ¿Cuánto exactamente? Lisa Palmer, responsable de prensa del organismo, no lo aclara. "Nosotros trabajamos para la policía y no estamos autorizados a facilitar ninguna información", responde por teléfono. En todo caso, los trabajos se demoraron durante al menos cinco meses para, a petición de los forenses portugueses, profundizar en los análisis con objeto de apurar hasta el final cualquier sombra de duda. Una cosa está clara: las pruebas no resultaron concluyentes.
Puestos en la picota por la Policía Judicial (PJ) portuguesa, que el 6 de septiembre de 2007 decidió incluirlos en el registro de investigados (argüidos) por su presunta implicación en el caso, los McCann han ganado todas las batallas legales hasta el momento. Fueron exonerados por la fiscalía portuguesa en julio de 2008, y obtuvieron, sin llegar a los tribunales, una indemnización de más de 600.000 euros y una disculpa pública del Grupo Express de tabloides británicos por su brutal cobertura del caso. En septiembre pasado, un juez les dio la razón y procedió al secuestro cautelar del libro El caso Maddie: la verdad de la mentira, del ex policía Gonçalo Amaral, incriminatorio contra ellos. Su protagonismo público se ha reducido, no obstante. "Intentan seguir adelante, porque tienen dos hijos. Por eso no atienden ya a los periodistas. Sólo conceden entrevistas en momentos especiales, cuando se trata de reactivar la búsqueda de su hija Madeleine". Lo cuenta en conversación telefónica Clarence Mitchell, ex periodista de la BBC, ex responsable de la unidad de información de Downing Street y portavoz todavía, aunque a tiempo parcial, de los McCann. La pareja sigue volcada, dice, en la búsqueda de su pequeña. "Casos como el de la niña estadounidense Jaycee Lee Dugard
[localizada en agosto de 2009, años después de haber sido raptada por un pederasta] les han devuelto el optimismo".
Los padres de Madeleine viven, aparentemente, entregados a su memoria. Él, de 41 años, ha mantenido su trabajo de cardiólogo en el hospital Glenfield de Leicester (Reino Unido). Ella, de 42, anestesista, ha dejado su puesto como médico de familia en el ambulatorio de la pequeña localidad de Melton Mowbray para cuidar a sus gemelos Amelie y Sean, que ya han cumplido cuatro años y van a la escuela. Los McCann celebran los cumpleaños de Madeleine (en mayo próximo cumpliría seis años) como si viviera con ellos. Y la casa está tapizada con fotografías de la niña.
Kate dedica sus energías a atender la página web (findmadeleine.com) creada nada más desaparecer su hija mayor y la fundación, que sigue recibiendo cuantiosas donaciones. Los McCann han contratado, con cargo a esas donaciones, a sucesivos investigadores para que intenten seguir la pista de la pequeña, hasta ahora con poco éxito. Hace unos meses, la prensa británica desenmascaró a uno de estos detectives, acusado, al parecer, de ser un estafador a gran escala. Kevin Halligen, un británico con una agencia de investigación en Washington, cobró de la fundación medio millón de libras por información reservada (por ejemplo, el tráfico de llamadas que se registró en Praia da Luz en los días posteriores a la desaparición de su hija) y se quedó con el grueso de la suma, dejando de pagar a sus colaboradores. La policía británica protege el domicilio de los McCann, pero nada puede hacer contra embaucadores.
»Robert Murat, primer sospechoso
Mucho antes de que los McCann fueran implicados por la policía portuguesa en la desaparición de su hija, un británico (anglo-portugués para ser exactos) residente en Praia da Luz, Robert Murat, hoy de 35 años, interpretó el tremendo papel de acusado. Murat fue sospechoso durante 14 meses sin que hubiera una sola prueba contra él. La policía le requisó su ordenador, y se llevó libros y papeles del domicilio que ocupaba con su madre, Villa Liliana, a unos cien metros del apartamento donde la niña desapareció. El jardín fue levantado; el sótano y varias dependencias, registradas con sensores especiales para detectar la presencia de un posible cuerpo. Murat, que sólo tiene un ojo, fue maltratado de forma inmisericorde por la prensa británica. Él y uno de sus socios, un joven de origen ruso, fueron objeto de una campaña feroz de descalificaciones e insinuaciones sospechosas, a las que contribuyeron indirectamente las declaraciones de varios de los amigos de los McCann, que aseguraron haber visto a Murat merodeando por el Ocean Club la noche de la desaparición de Madeleine. En julio de 2008 logró una indemnización colectiva de 715.000 euros de los 11 diarios (no todos tabloides) que le difamaron. De ahí a limpiar su nombre queda un largo trecho.
»Gonçalo Amaral, el policía que coordinó la búsqueda de Madeleine
El inspector de narcóticos que coordinó la investigación del caso Madeleine durante los cinco primeros meses perdió su trabajo y terminó por dejar el cuerpo de policía como consecuencia de sucesivos escándalos aireados en la prensa. Hoy vive volcado en el caso, a su manera. Ha escrito dos libros polémicos; el segundo, La mordaza inglesa (Planeta), en el que denuncia haber sufrido una campaña de acoso ultrajante por parte de los McCann. Inicialmente, Amaral apostó por la tesis del rapto y dirigió la búsqueda de Madeleine McCann con todos los medios a su disposición. Pero todo cambió a partir de julio de 2007. Dos perros especializados en la detección de restos de sangre y olor a cadáver llegados de Inglaterra -inicialmente, para satisfacer el interés de Kate McCann en la búsqueda del posible cadáver de su hija- señalaron la presencia de sangre y olor a cadáver en diferentes puntos del apartamento de los McCann y en el coche que alquilaron el 27 de mayo. Amaral dio entonces un giro a la investigación. Basándose en su propia intuición, en inconsistencias en las declaraciones de los siete amigos que acompañaban a la pareja británica en Praia da Luz y en los restos biológicos supuestamente hallados gracias a los perros, lanzó una teoría que resultaría fatal para los McCann y para él: la de la muerte de Madeleine por accidente, que dejaba a sus padres como culpables de homicidio y ocultamiento de cadáver. El 2 de octubre de 2007 fue retirado de la investigación, después de que un diario portugués publicara unas declaraciones suyas en las que denunciaba la connivencia de la policía británica con los padres de Madeleine. Poco después abandonaba, a los 47 años de edad, una profesión a la que había dedicado 26 años. El fiscal consideró que la tesis de Amaral no tenía fundamento, y los tabloides británicos, que arrastraron por el fango al policía, airearon un caso anterior en el que una mujer que denunció la desaparición de su hija terminó siendo condenada por el homicidio. Tres agentes del equipo de Amaral fueron acusados de torturas y él mismo resultó salpicado. Amaral contraatacó con un libro, Maddie: La verdad de la mentira, que ha sido prohibido por un juez cuando llevaba vendidos 175.000 ejemplares en Portugal.
»Praia da Luz y el Ocean Club
El complejo turístico, fundado a principios de los años ochenta por tres británicos, ha seguido funcionando, aunque con algunos parones. ¿Cuántos exactamente? El empleado portugués que contesta las llamadas en la recepción se niega a aportar ningún dato al respecto. "Llame usted a reservas. ¿A qué hora? Ah, no sé, no tengo idea. Pruebe usted otro día". La furia periodística que desató en el Reino Unido la inclusión de Kate y Gerry McCann en el registro de investigados dio origen a una campaña de descrédito de la policía portuguesa y de Portugal como destino. "No se dejó sentir en el turismo", aclara el presidente de la oficina de turismo del Algarve, Nuno Aires, que desmiente cualquier sombra de tensión con el Reino Unido. "Es cierto que fue uno de los sucesos que atrajo más atención mediática, y que eso nunca es bueno, pero el Algarve ha seguido recibiendo muchos turistas. Praia da Luz, el lugar donde ocurrieron los hechos, estuvo lleno el verano de españoles y portugueses. Las llegadas de británicos bajaron un 7%, pero eso fue por el comportamiento de la libra frente al euro y por la crisis general".
»Rothley, el pueblo de Madeleine
Este suburbio acomodado en Leicestershire (Inglaterra central), con unos 30.000 residentes, vivió como un atentado a su intimidad el caso McCann. Mientras la familia permaneció en Portugal dirigiendo la búsqueda de la niña, los vecinos se mostraron huidizos e incómodos con los periodistas. A su regreso, la avalancha de informadores, cámaras y fotógrafos terminó por colmar el vaso de su paciencia. A más de 30 meses de aquellos hechos, se ha instalado en el pueblo un clima distinto. Los vecinos procuran mantener un perfil bajo sobre el caso, pero sin rehuir las preguntas de los indeseados periodistas.
»El Forensic Science Service (FSS)
Es el organismo dependiente del Home Office (Ministerio del Interior británico) que analizó las muestras biológicas presuntamente incriminatorias para los McCann. Se benefició de una fama repentina gracias al caso, pero hoy está sumido en una grave crisis. Existe una propuesta de cierre que afectaría a tres de los cinco laboratorios, con una reducción de personal en torno a las 700 u 800 personas, según confirman fuentes de Prospect, el sindicato profesional. El caso Madeleine proporcionó una visibilidad y una fama asombrosa a un servicio con excelente reputación, pero desconocido hasta ese día por los profanos. El FSS, con sede central en Birmingham, se convirtió en una pieza relevante del rompecabezas del caso Madeleine, porque el resultado de los análisis de los restos biológicos enviados en julio de 2007 por la Policía Judicial portuguesa sería, decía todo el mundo, inapelable. Lo cierto es que se tomaron su tiempo para hacerlos. ¿Cuánto exactamente? Lisa Palmer, responsable de prensa del organismo, no lo aclara. "Nosotros trabajamos para la policía y no estamos autorizados a facilitar ninguna información", responde por teléfono. En todo caso, los trabajos se demoraron durante al menos cinco meses para, a petición de los forenses portugueses, profundizar en los análisis con objeto de apurar hasta el final cualquier sombra de duda. Una cosa está clara: las pruebas no resultaron concluyentes.
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