25 años. Vive en pareja. Periodista especializada en desarrollo personal y 'coaching'. Dejó un trabajo que no le llenaba en plena crisis económica.
"Comencé a trabajar como periodista durante la carrera y al poco tiempo me vi envuelta en el estrés y la vorágine de la actualidad. Aprendí mucho, pero aquello no me llenaba. Los horarios maratonianos recortaron al mínimo mi vida social, y apenas tenía tiempo para mí. Cada vez sonreía menos. Esta situación me llevó a ahondar en mí misma, formándome con herramientas de autoconocimiento como el eneagrama, la PNL y el 'coaching'. Poco a poco comencé a aplicar estos conocimientos en mi vida diaria, pero aún me resistía a cambiar mi dimensión profesional. Me aferraba a la seguridad que me ofrecía el tener un trabajo fijo. Lo cierto es que di el salto definitivo debido a una saturación de malestar. Tras una profunda crisis dejé de centrar la atención en aquello que sucedía fuera y comencé a escucharme y a confiar en mí misma. Así fue como conecté con mi verdadera vocación: escribir, y cuestionar el modo que tenemos de ver y de vivir la vida, como seres humanos y como sociedad. Lancé por la ventana el autoengaño y el miedo, dejé mi puesto de trabajo y presenté el proyecto del 'blog' Metamorfosis, que me aporta mi dosis de creatividad con flexibilidad. Y nació en mí una nueva pasión: acompañar a otras personas que quieran descubrir y aprovechar su potencial para vivir más conscientemente. Creo en el despertar de la consciencia y la asunción de la responsabilidad personal como pilares de la felicidad. Por eso decidí involucrarme en un proyecto pionero e inspirador: el máster en Desarrollo Personal y Liderazgo de la Universidad de Barcelona, que actualmente tengo el privilegio de coordinar. La decisión de cambiar de trabajo no fue fácil, pero por primera vez me siento verdaderamente libre. Hago lo que amo y amo lo que hago".
El año 2009 pasará a la historia como el año en que Occidente comenzó a darse cuenta de que el capitalismo salvaje es insostenible. E incluso de una verdad todavía más incómoda: que la crisis económica y financiera que padece el sistema es un reflejo de la crisis de valores y de consciencia que vive desde hace tiempo la sociedad. Parece como si hubiéramos perdido el rumbo. Y al no saber hacia dónde vamos, la vida nos está revelando una dirección a seguir por medio de profundas modificaciones estructurales.
Aunque necesarios, los cambios que no elegimos de forma voluntaria y consciente no suelen ser nada fáciles de asumir ni de aprovechar. Por eso, en general, no nos gustan, e incluso los tememos. Pero hay una ley en la naturaleza que dice que nada muere ni se pierde, sino que todo se transforma. Y que para construir lo nuevo, primero debe destruirse lo viejo, lo que sobra, lo que ya no es útil y ha dejado de tener sentido. El resultado... Empresas que quiebran. Oficinas bancarias que cierran. Sectores que desaparecen. Despidos masivos. Y a nivel psicológico, una contagiosa epidemia de incertidumbre, inseguridad y miedo.
Muchos economistas coinciden en que este proceso de regeneración del sistema no ha hecho más que empezar. Y aunque nadie sabe exactamente qué va a pasar, conceptos como confianza, equilibrio, ética, sostenibilidad, humanismo, felicidad y sentido son cada vez más pronunciados y demandados por los individuos y las organizaciones como solución real al escenario psicológico y económico actual.
De ahí que, por más que sigan mirando hacia otro lado, a lo largo de la próxima década las empresas van a tener que humanizar su manera de gestionar a los trabajadores, así como minimizar el impacto negativo que tienen sus actividades sobre el medio ambiente. Y por más que nos resistamos, a los ciudadanos de a pie no nos va a quedar más remedio que modificar muchos aspectos de nuestro estilo de vida materialista.
Los sociólogos más visionarios predicen que los cuatro pilares del nuevo paradigma económico emergente van a ser la responsabilidad personal, el ahorro consciente, el comercio justo y el consumo ecológico. Y no sólo eso. Una minoría cada vez más mayoritaria empieza a hacerse escuchar, cuestionando la correlación entre el crecimiento económico que genera el sistema capitalista y el bienestar de la sociedad.
Más allá de caer en el victimismo, o incluso en el fatalismo, la crisis puede convertirse en una oportunidad de cambio, crecimiento y evolución, tanto individual como colectiva. Al igual que hizo Irene Orce, es hora de asumir la responsabilidad de nuestra propia vida, debemos redescubrir quiénes somos verdaderamente y emprender proyectos profesionales útiles, creativos y, sobre todo, con sentido. Por todo ello, 2010 puede ser el primer año de una nueva etapa social y económica, basada no en lo que tenemos, sino en lo que somos.
"Comencé a trabajar como periodista durante la carrera y al poco tiempo me vi envuelta en el estrés y la vorágine de la actualidad. Aprendí mucho, pero aquello no me llenaba. Los horarios maratonianos recortaron al mínimo mi vida social, y apenas tenía tiempo para mí. Cada vez sonreía menos. Esta situación me llevó a ahondar en mí misma, formándome con herramientas de autoconocimiento como el eneagrama, la PNL y el 'coaching'. Poco a poco comencé a aplicar estos conocimientos en mi vida diaria, pero aún me resistía a cambiar mi dimensión profesional. Me aferraba a la seguridad que me ofrecía el tener un trabajo fijo. Lo cierto es que di el salto definitivo debido a una saturación de malestar. Tras una profunda crisis dejé de centrar la atención en aquello que sucedía fuera y comencé a escucharme y a confiar en mí misma. Así fue como conecté con mi verdadera vocación: escribir, y cuestionar el modo que tenemos de ver y de vivir la vida, como seres humanos y como sociedad. Lancé por la ventana el autoengaño y el miedo, dejé mi puesto de trabajo y presenté el proyecto del 'blog' Metamorfosis, que me aporta mi dosis de creatividad con flexibilidad. Y nació en mí una nueva pasión: acompañar a otras personas que quieran descubrir y aprovechar su potencial para vivir más conscientemente. Creo en el despertar de la consciencia y la asunción de la responsabilidad personal como pilares de la felicidad. Por eso decidí involucrarme en un proyecto pionero e inspirador: el máster en Desarrollo Personal y Liderazgo de la Universidad de Barcelona, que actualmente tengo el privilegio de coordinar. La decisión de cambiar de trabajo no fue fácil, pero por primera vez me siento verdaderamente libre. Hago lo que amo y amo lo que hago".
El año 2009 pasará a la historia como el año en que Occidente comenzó a darse cuenta de que el capitalismo salvaje es insostenible. E incluso de una verdad todavía más incómoda: que la crisis económica y financiera que padece el sistema es un reflejo de la crisis de valores y de consciencia que vive desde hace tiempo la sociedad. Parece como si hubiéramos perdido el rumbo. Y al no saber hacia dónde vamos, la vida nos está revelando una dirección a seguir por medio de profundas modificaciones estructurales.
Aunque necesarios, los cambios que no elegimos de forma voluntaria y consciente no suelen ser nada fáciles de asumir ni de aprovechar. Por eso, en general, no nos gustan, e incluso los tememos. Pero hay una ley en la naturaleza que dice que nada muere ni se pierde, sino que todo se transforma. Y que para construir lo nuevo, primero debe destruirse lo viejo, lo que sobra, lo que ya no es útil y ha dejado de tener sentido. El resultado... Empresas que quiebran. Oficinas bancarias que cierran. Sectores que desaparecen. Despidos masivos. Y a nivel psicológico, una contagiosa epidemia de incertidumbre, inseguridad y miedo.
Muchos economistas coinciden en que este proceso de regeneración del sistema no ha hecho más que empezar. Y aunque nadie sabe exactamente qué va a pasar, conceptos como confianza, equilibrio, ética, sostenibilidad, humanismo, felicidad y sentido son cada vez más pronunciados y demandados por los individuos y las organizaciones como solución real al escenario psicológico y económico actual.
De ahí que, por más que sigan mirando hacia otro lado, a lo largo de la próxima década las empresas van a tener que humanizar su manera de gestionar a los trabajadores, así como minimizar el impacto negativo que tienen sus actividades sobre el medio ambiente. Y por más que nos resistamos, a los ciudadanos de a pie no nos va a quedar más remedio que modificar muchos aspectos de nuestro estilo de vida materialista.
Los sociólogos más visionarios predicen que los cuatro pilares del nuevo paradigma económico emergente van a ser la responsabilidad personal, el ahorro consciente, el comercio justo y el consumo ecológico. Y no sólo eso. Una minoría cada vez más mayoritaria empieza a hacerse escuchar, cuestionando la correlación entre el crecimiento económico que genera el sistema capitalista y el bienestar de la sociedad.
Más allá de caer en el victimismo, o incluso en el fatalismo, la crisis puede convertirse en una oportunidad de cambio, crecimiento y evolución, tanto individual como colectiva. Al igual que hizo Irene Orce, es hora de asumir la responsabilidad de nuestra propia vida, debemos redescubrir quiénes somos verdaderamente y emprender proyectos profesionales útiles, creativos y, sobre todo, con sentido. Por todo ello, 2010 puede ser el primer año de una nueva etapa social y económica, basada no en lo que tenemos, sino en lo que somos.
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