Nuevos casos de robos por las azoteas en la calle del Carme

Nuevos casos de robos por las azoteas en la calle del Carme

• Los vecinos están atemorizados por un grupo de jóvenes que han ocupado una finca
• Los afectados colgarán pancartas en sus balcones en señal de protesta

ROSA MARI SANZ / HELENA LÓPEZ
BARCELONA

Los vecinos de la calle del Carme, más concretamente los de la isla con Floristes de la Rambla, Jerusalem y la plaza de la Gardunya, están más que hartos de los robos en sus pisos a través de las azoteas. EL PERIÓDICO ya denunció este caso el pasado 24 de noviembre, lo que, dicen los principales afectados, palió durante un tiempo los delitos en esta zona del Raval. Pero no ha durado demasiado. Los delincuentes, que el vecindario tiene identificados como los inquilinos que han ocupado ilegalmente pisos de una finca, chicos muy jóvenes, magrebís en su mayoría, han vuelto a sembrar la inquietud en unos y el pánico en otros.
Este último es el caso de una vecina de la calle del Carme y dueña de un restaurante cercano. El piso de esta mujer, que prefiere ocultar su identidad, fue asaltado la madrugada del pasado domingo. Al día siguiente, entraron en su negocio. «En casa me lo han desvalijado todo. En el local solo reventaron la persiana, pero esto es intolerable», explica, y asegura que los vecinos están preparando una protesta, que podría traducirse en una colgada de pancartas, ya que el suyo no es el único robo. «A mis vecinas les han entrado ya tres veces», remarca.

MESES CON EL PROBLEMA / Los presuntos responsables de estos robos, que ya hace meses que cometen en la zona, son un grupo de jóvenes (algunos vecinos apuntan que muchos de ellos son menores) a los que es fácil ver inhalando cola por las calles del Raval, incluso de día. «No hay ninguna duda. El domingo el vigilante de seguridad de la Boqueria vio a un grupo de cuatro chavales cuando reventaron la puerta de mi negocio», prosigue esta vecina. Estos chicos se han instalado en la finca del número 39 de la calle del Carme (el dueño espera una orden judicial para desa-
lojarlos), con lo que las principales víctimas son los habitantes del 31 al 35, ya que entran por los terrados de las casas, separados por un muro de menos de un metro de altura.
«La policía los ha pillado robando. Pero no importa que la actuación policial sea rápida, el problema es que hay que cambiar la ley para acabar con esta situación, ya que ni podemos dormir tranquilos», asegura la misma vecina. También cuenta que hace unos meses un chaval se descolgó de la azotea y entró por la ventana de un piso. Fue sorprendido por los inquilinos, salió huyendo, se precipitó al vacío y se rompió una pierna. Los vecinos, dicen, ya no aguantan más.