El ojo del rey
Don Juan Carlos parece gafado, lo último, un ojo a la funeral.
CARMEN FERRERAS El rey don Juan Carlos parece gafado. Como si le hubieran mirado mal. Como si le hubieran hecho magia negra o algo así por el estilo. A los problemas físicos se añade el affaire Urdangarín que preocupa al monarca más de lo que a simple vista parece. La Casa Real se ha desmarcado del asunto, pero es que Iñaki Urdangarín está casado con la infanta Cristina que es el ojito derecho de su padre. A propósito de ojito. Dos días después de las elecciones, casualidades de la vida, don Juan Carlos sufre un accidente doméstico en el ojo izquierdo.
La nota es escueta pero lo cierto es que el rey presenta el ojo izquierdo a la funerala. ¿Tendrá algún sentido? ¿Querrá decir algo? El ojo izquierdo del rey con un moratón que, no obstante, no le impedirá continuar con su agenda. Ya es casualidad, ya, sobre todo tras los resultados electorales que todos conocemos, que el ojo dañado del rey sea precisamente el izquierdo. No soplan buenos vientos para la izquierda. Las travesías del desierto están a la orden del día para todos. Y nadie se libra. La ley del péndulo sitúa hoy a unos y mañana a otros a las puertas de ese desierto levítico. Nunca será una travesía como aquella tan dura que discurrió por parajes inhóspitos protagonizada por los hebreos y que duró cuarenta años. El maná acaba llegando, aunque sea por cuentagotas. Además no hay que olvidar la vieja conseja que recuerda: «no hay mal que cien años dure». Pero lo que dura puede convertirse en un calvario.
La noticia, escueta, como casi todas las que proceden del entorno de la Familia Real asegura que el rey ha sufrido un accidente doméstico «sin importancia» en el ojo izquierdo. ¿De qué envergadura? No lo sabremos nunca porque no hay más detalles. Al parecer las consecuencias del accidente son leves y el rey presenta un pequeño moratón en el susodicho ojo que no reviste gravedad y que, por lo tanto, no le impedirá cumplir con su agenda oficial como ya he dicho. Pobre rey, cuando no es el tobillo es la rodilla y cuando no el ojo a la funerala, no sale de una y ya está metido en otra. No, si los años no perdonan ni al noble ni al plebeyo, ni al rico ni al pobre. Eso es así desde que el mundo es mundo.
Van a tener que hacerle algún tipo de rezo, algún tipo de exorcismo a Su Majestad porque, como diría un castizo: «ni que le haya mirado una marrana negra». Que llamen al padre José Antonio Fortea, reputado demonólogo patrio, y que haga algo, lo que sea, pero que trate de evitar todos estos pequeños y grandes accidentes e incidentes que sacuden la tranquilidad del rey y que parecen producto de algo más que la mala suerte o la mala pata. Don Juan Carlos no gana para sustos y para disgustos. Solo le faltaba el moratón en el ojo. Y que el ojo amoratado sea precisamente el izquierdo que abre las especulaciones y da más que hablar dadas las circunstancias. El ojo del rey es un ojo regio que bien mirado está expuesto a las mismas incidencias, problemas y enfermedades que otros ojos cualesquiera. Solo que otros ojos no son noticia y el ojo izquierdo amoratado del rey, sí.
Don Juan Carlos parece gafado, lo último, un ojo a la funeral.
CARMEN FERRERAS El rey don Juan Carlos parece gafado. Como si le hubieran mirado mal. Como si le hubieran hecho magia negra o algo así por el estilo. A los problemas físicos se añade el affaire Urdangarín que preocupa al monarca más de lo que a simple vista parece. La Casa Real se ha desmarcado del asunto, pero es que Iñaki Urdangarín está casado con la infanta Cristina que es el ojito derecho de su padre. A propósito de ojito. Dos días después de las elecciones, casualidades de la vida, don Juan Carlos sufre un accidente doméstico en el ojo izquierdo.
La nota es escueta pero lo cierto es que el rey presenta el ojo izquierdo a la funerala. ¿Tendrá algún sentido? ¿Querrá decir algo? El ojo izquierdo del rey con un moratón que, no obstante, no le impedirá continuar con su agenda. Ya es casualidad, ya, sobre todo tras los resultados electorales que todos conocemos, que el ojo dañado del rey sea precisamente el izquierdo. No soplan buenos vientos para la izquierda. Las travesías del desierto están a la orden del día para todos. Y nadie se libra. La ley del péndulo sitúa hoy a unos y mañana a otros a las puertas de ese desierto levítico. Nunca será una travesía como aquella tan dura que discurrió por parajes inhóspitos protagonizada por los hebreos y que duró cuarenta años. El maná acaba llegando, aunque sea por cuentagotas. Además no hay que olvidar la vieja conseja que recuerda: «no hay mal que cien años dure». Pero lo que dura puede convertirse en un calvario.
La noticia, escueta, como casi todas las que proceden del entorno de la Familia Real asegura que el rey ha sufrido un accidente doméstico «sin importancia» en el ojo izquierdo. ¿De qué envergadura? No lo sabremos nunca porque no hay más detalles. Al parecer las consecuencias del accidente son leves y el rey presenta un pequeño moratón en el susodicho ojo que no reviste gravedad y que, por lo tanto, no le impedirá cumplir con su agenda oficial como ya he dicho. Pobre rey, cuando no es el tobillo es la rodilla y cuando no el ojo a la funerala, no sale de una y ya está metido en otra. No, si los años no perdonan ni al noble ni al plebeyo, ni al rico ni al pobre. Eso es así desde que el mundo es mundo.
Van a tener que hacerle algún tipo de rezo, algún tipo de exorcismo a Su Majestad porque, como diría un castizo: «ni que le haya mirado una marrana negra». Que llamen al padre José Antonio Fortea, reputado demonólogo patrio, y que haga algo, lo que sea, pero que trate de evitar todos estos pequeños y grandes accidentes e incidentes que sacuden la tranquilidad del rey y que parecen producto de algo más que la mala suerte o la mala pata. Don Juan Carlos no gana para sustos y para disgustos. Solo le faltaba el moratón en el ojo. Y que el ojo amoratado sea precisamente el izquierdo que abre las especulaciones y da más que hablar dadas las circunstancias. El ojo del rey es un ojo regio que bien mirado está expuesto a las mismas incidencias, problemas y enfermedades que otros ojos cualesquiera. Solo que otros ojos no son noticia y el ojo izquierdo amoratado del rey, sí.
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