Dos bombas atribuidas al PKK matan al menos a catorce personas en Estambul

Dos bombas atribuidas al PKK matan al menos a catorce personas en Estambul





Al menos catorce personas resultaron muertas y casi un centenar heridas por dos explosiones en una calle peatonal de un barrio de trabajadores de Estambul. Las autoridades turcas han atribuido el atentado al grupo terrorista kurdo PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán), aunque ayer no se habían producido reivindicaciones.

Las fuertes detonaciones se produjeron a primera hora de la noche, por lo que sorprendieron a muchas personas en la calle, en una tranquila tarde de domingo en la que miles de personas paseaban por los alrededores de un centro comercial. El gobernador de Estambul, Muammer Guler, confirmó que había muchas personas muertas una hora y media después de la primera explosión, que se produjo a las 21:45 hora local. Pero, pasadas más de dos horas después de las explosiones, la agencia oficial y los portavoces del Gobierno se resistían a hablar de un atentado, teniendo en cuenta que el país se encuentra en una situación extremadamente delicada por el proceso contra el partido islamista en el poder. Finalmente, Guler no tuvo más remedio que confirmar que se trataba de un atentado terrorista, «sin ningún genero de duda».

Todas las cadenas de televisión transmitían imágenes de las víctimas desde los momentos que siguieron a la doble explosión. Había tanta gente que muchos ciudadanos habían podido enviar ya a las televisiones algunas filmaciones rudimentarias de la explosión hechas con teléfonos móviles. Según testigos presenciales, la primera detonación, poco potente, atrajo a muchos curiosos, y la segunda fue la que provocó una auténtica matanza. En un principio, los bomberos hablaban de una explosión de gas, pero poco a poco la tesis de un atentado se fue abriendo camino.
El barrio de Gungoren, en la parte europea de Estambul, es un vecindario modesto, donde se vive alejado de las zonas turísticas. No parece que si se trata de un atentado, tenga relación con los extranjeros que visitan Turquía, como ha sido el caso de anteriores ataques. La última vez que se produjo un golpe terrorista en Estambul fue un tiroteo contra el consulado norteamericano, hace unas semanas, que fue atribuido a Al Qaida. Hace tres años, otra bomba destrozó el consulado británico.

Las zonas turísticas en Estambul y la costa mediterránea están más vigiladas que los barrios anodinos como el de Gungoren, porque el turismo es una de las principales fuentes de divisas de Turquía.
Muchos de los heridos se encontraban en un gravísimo estado, debido a la violencia de la explosión. La segunda de ellas pudo haber tenido lugar en una papelera que estaba cerca de una cabina telefónica.
Un gran atentado de estas catacterísticas es lo peor que le podía pasar a Turquía en estos momentos de incertidumbre política, cuando el Gobierno del islamista Tayip Erdogan puede ser inhabilitado.

Ofensiva del ejército

Los terroristas del PKK están siendo objeto de una gran ofensiva militar en la zona fronteriza del norte de Irak, en las montañas Kandil, donde las tropas, la artillería y la aviación turcas realizan continuas incursiones para aniquilar las bases de la retaguardia de los activistas kurdos. Fuentes policiales citadas en la prensa turca aseguran que los servicios de seguridad esperaban una respuesta de este tipo por parte del PKK. Es de suponer que la reacción del ejército en los próximos días será furibunda.

Otro ataque en Anatolia

La violencia no se limitó ayer a Estambul, sino que en la ciudad de Bingol, en Anatolia, tuvo lugar un ataque armado contra un centro de las fuerzas de seguridad, parecido en su ejecución al del consulado norteamericano. En el tiroteo que se produjo, según el diario «Miliyet», dos de los asaltantes fueron abatidos. Por su localización geográfica, este atentado podría estar relacionado también con el PKK.
Los atentados kurdos hacen que los turcos vuelvan a la pesadilla de los más de veinte años de guerra en la que se calcula que murieron unas 30.000 personas. Amenazado también por Al Qaida, el país necesitaría una estabilidad institucional que está lejos de lograr.