El Gobierno aplazará las promesas más costosas
El Ejecutivo impone un límite de gasto presupuestario del 3,5% - Los compromisos sociales básicos quedan excluidos de la contención
El Gobierno postergará al segundo tramo de la legislatura algunos de sus programas más caros a causa de la crisis económica. El objetivo del Ejecutivo pasa por unos Presupuestos muy restrictivos para el próximo ejercicio: tendrán un techo de gasto de tan sólo el 3,5%, sin contar la cobertura de desempleo, cuando los del ejercicio anterior alcanzaron un techo del 7,5%, cuatro puntos más.
No obstante, el presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, ya ha garantizado que, pese a la crisis, mantendrá sus compromisos sociales básicos, como la cobertura del desempleo, las pensiones, el salario mínimo interprofesional, el programa de dependencia y las becas, así como la inversión productiva en infraestructuras e investigación.
Zapatero precisará estos compromisos en el mitin que pronunciará en la localidad leonesa de Rodiezmo, con el que en los últimos años ha inaugurado el curso político ante los militantes de las agrupaciones mineras del PSOE.
Al día siguiente, lunes, el núcleo duro del Gobierno, en el que Zapatero ha introducido al vicepresidente económico, Pedro Solbes, debatirá el calendario político y los puntos en los que reducirá su programa para ajustarlo a los Presupuestos de una etapa de crisis.
Al margen de los compromisos sociales precisados por Zapatero, el Gobierno calcula que se verá obligado a postergar a una segunda parte de la legislatura los aspectos más caros de su programa. Una fuente socialista explicaba: "Lanzar el debate sobre una mejor regulación del aborto, como se ha hecho esta semana, no tiene coste. Pero lanzarse a la construcción de nuevos juzgados o cuarteles policiales con esta situación económica es más complicado".
Otro criterio que tendrá en cuenta el núcleo duro del Gobierno al reorganizar su calendario programático será la estrategia política del PP. Este partido ya ha definido su terreno: la crisis económica.
Cuando el Ejecutivo lanzó el debate sobre la regulación del aborto, el PP anunció que toda discusión que se salga de la crisis económica es una cortina de humo para tapar el principal problema de España. Una estrategia similar le dio cierto éxito en la anterior legislatura, cuando consiguió tapar numerosas iniciativas sociales del Gobierno y centrar el debate político en el Estatuto de Cataluña, primero, y en el final dialogado del terrorismo, después.
El Ejecutivo no quiere que se repita la historia, y en esta legislatura intentará medir mejor su calendario y evitar iniciativas que puedan ser ahogadas por el debate sobre la crisis. También ha tratado de rectificar, este verano, su discurso político sobre la situación económica, pasando del optimismo a un reconocimiento realista de su seriedad. Zapatero se ha convencido de que su discurso, basado en la teoría de que "el pesimismo no crea un puesto de trabajo", puede alejarle de la percepción que los ciudadanos tienen de la gravedad de la situación económica. Más aún con la caída del consumo, reflejada en el retroceso del 40% en la venta de automóviles y en el aumento del desempleo. En un año, la cifra de parados ha aumentado en medio millón de personas. La portavoz del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, ha admitido, incluso, que "vendrán trimestres peores".
Pero el mayor reconocimiento de la crisis ha sido la decisión de Zapatero de comparecer el miércoles próximo en el Congreso para debatir sobre el aumento del desempleo y las medidas para paliarlo. El presidente ya había lanzado un mensaje previo de asunción de la realidad con la convocatoria del Consejo de Ministros extraordinario que celebró en La Moncloa el 14 de agosto.
El debate del miércoles tendrá un valor más político que económico. Todos asumen que el margen de actuación del Gobierno es reducido porque la crisis tiene alcance internacional, durará en torno a un año y sus soluciones pasan, sobre todo, por agentes internacionales. Previsiblemente, el PP hará hincapié en la vulnerabilidad de España por su dependencia del petróleo, cuya subida es una de las causas de la situación actual, y de la construcción, que genera el mayor número de parados, y también atacará el déficit exterior.
Zapatero tiene previsto plantear propuestas para aliviar el desempleo. El presidente considera que el superávit acumulado da margen para afrontar la crisis. También dirigirá un discreto mensaje de optimismo por la caída de los precios del petróleo, que ya repercute en algunos precios.
Solbes, en el 'núcleo duro'
La delicada situación económica y la conciencia de que el Gobierno se la juega si no acierta a transmitir una sensación de solvencia y confianza frente a la crisis han decidido al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, a tomar también la iniciativa política en el terreno orgánico, con la recuperación de las reuniones de maitines de los lunes para planificar de modo coordinado la acción del Ejecutivo e incorporar a ellas, por vez primera y de modo permanente, al vicepresidente económico, Pedro Solbes. El lunes, a primera hora de la mañana, se estrenará Solbes en La Moncloa como estratega del núcleo duro del Gobierno.
Zapatero no convocaba estas reuniones desde hace un año, cuando, al regreso del verano de 2007, constituyó el comité electoral, que centró su actividad en preparar la dura campaña de las generales que se avecinaba. El núcleo duro que acompañará a Zapatero en esta nueva etapa, marcada por la crisis económica, para diseñar y coordinar su política estará integrado por la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega; el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba; el portavoz en el Congreso, José Antonio Alonso; el vicesecretario general del PSOE, José Blanco; la secretaria de Organización, Leire Pajín; el jefe del gabinete del presidente, José Enrique Serrano, y la nueva secretaria de Comunicación, Nieves Goicoechea. Pero la incorporación de lujo es Solbes, ausente de este organismo estratégico durante la pasada legislatura.
La participación de Solbes en maitines parece justificada porque la agenda del Gobierno va a estar dominada este curso político por la crisis económica y, en su primer tramo, por el debate sobre los Presupuestos y la financiación autonómica.
Zapatero, al incorporar a Solbes a maitines, introduce en su núcleo duro al miembro de su Gabinete que más crédito y solvencia tiene en el mundo económico. Un mundo para el que la confianza es un factor fundamental en tiempos de crisis. Con esa incorporación Zapatero inviste, además, a Solbes de una autoridad política ante todo el engranaje del Gobierno y del PSOE.
Solbes ya acentuó su prestigio político cuando en la precampaña de marzo de 2008 paró en seco al candidato económico del PP, Manuel Pizarro, que venía embalado, en un debate de televisión. Con la indudable victoria de Solbes, Zapatero tuvo una entrada en campaña de lujo.
Pero, además, con la presencia de Solbes en el núcleo de la estrategia socialista, Zapatero trata de evitar que salten contradicciones en su equipo, como sucedió hace un año, cuando Solbes cuestionó algunas decisiones políticas en materia social, como el cheque-bebé.
El Ejecutivo impone un límite de gasto presupuestario del 3,5% - Los compromisos sociales básicos quedan excluidos de la contención
El Gobierno postergará al segundo tramo de la legislatura algunos de sus programas más caros a causa de la crisis económica. El objetivo del Ejecutivo pasa por unos Presupuestos muy restrictivos para el próximo ejercicio: tendrán un techo de gasto de tan sólo el 3,5%, sin contar la cobertura de desempleo, cuando los del ejercicio anterior alcanzaron un techo del 7,5%, cuatro puntos más.
No obstante, el presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, ya ha garantizado que, pese a la crisis, mantendrá sus compromisos sociales básicos, como la cobertura del desempleo, las pensiones, el salario mínimo interprofesional, el programa de dependencia y las becas, así como la inversión productiva en infraestructuras e investigación.
Zapatero precisará estos compromisos en el mitin que pronunciará en la localidad leonesa de Rodiezmo, con el que en los últimos años ha inaugurado el curso político ante los militantes de las agrupaciones mineras del PSOE.
Al día siguiente, lunes, el núcleo duro del Gobierno, en el que Zapatero ha introducido al vicepresidente económico, Pedro Solbes, debatirá el calendario político y los puntos en los que reducirá su programa para ajustarlo a los Presupuestos de una etapa de crisis.
Al margen de los compromisos sociales precisados por Zapatero, el Gobierno calcula que se verá obligado a postergar a una segunda parte de la legislatura los aspectos más caros de su programa. Una fuente socialista explicaba: "Lanzar el debate sobre una mejor regulación del aborto, como se ha hecho esta semana, no tiene coste. Pero lanzarse a la construcción de nuevos juzgados o cuarteles policiales con esta situación económica es más complicado".
Otro criterio que tendrá en cuenta el núcleo duro del Gobierno al reorganizar su calendario programático será la estrategia política del PP. Este partido ya ha definido su terreno: la crisis económica.
Cuando el Ejecutivo lanzó el debate sobre la regulación del aborto, el PP anunció que toda discusión que se salga de la crisis económica es una cortina de humo para tapar el principal problema de España. Una estrategia similar le dio cierto éxito en la anterior legislatura, cuando consiguió tapar numerosas iniciativas sociales del Gobierno y centrar el debate político en el Estatuto de Cataluña, primero, y en el final dialogado del terrorismo, después.
El Ejecutivo no quiere que se repita la historia, y en esta legislatura intentará medir mejor su calendario y evitar iniciativas que puedan ser ahogadas por el debate sobre la crisis. También ha tratado de rectificar, este verano, su discurso político sobre la situación económica, pasando del optimismo a un reconocimiento realista de su seriedad. Zapatero se ha convencido de que su discurso, basado en la teoría de que "el pesimismo no crea un puesto de trabajo", puede alejarle de la percepción que los ciudadanos tienen de la gravedad de la situación económica. Más aún con la caída del consumo, reflejada en el retroceso del 40% en la venta de automóviles y en el aumento del desempleo. En un año, la cifra de parados ha aumentado en medio millón de personas. La portavoz del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, ha admitido, incluso, que "vendrán trimestres peores".
Pero el mayor reconocimiento de la crisis ha sido la decisión de Zapatero de comparecer el miércoles próximo en el Congreso para debatir sobre el aumento del desempleo y las medidas para paliarlo. El presidente ya había lanzado un mensaje previo de asunción de la realidad con la convocatoria del Consejo de Ministros extraordinario que celebró en La Moncloa el 14 de agosto.
El debate del miércoles tendrá un valor más político que económico. Todos asumen que el margen de actuación del Gobierno es reducido porque la crisis tiene alcance internacional, durará en torno a un año y sus soluciones pasan, sobre todo, por agentes internacionales. Previsiblemente, el PP hará hincapié en la vulnerabilidad de España por su dependencia del petróleo, cuya subida es una de las causas de la situación actual, y de la construcción, que genera el mayor número de parados, y también atacará el déficit exterior.
Zapatero tiene previsto plantear propuestas para aliviar el desempleo. El presidente considera que el superávit acumulado da margen para afrontar la crisis. También dirigirá un discreto mensaje de optimismo por la caída de los precios del petróleo, que ya repercute en algunos precios.
Solbes, en el 'núcleo duro'
La delicada situación económica y la conciencia de que el Gobierno se la juega si no acierta a transmitir una sensación de solvencia y confianza frente a la crisis han decidido al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, a tomar también la iniciativa política en el terreno orgánico, con la recuperación de las reuniones de maitines de los lunes para planificar de modo coordinado la acción del Ejecutivo e incorporar a ellas, por vez primera y de modo permanente, al vicepresidente económico, Pedro Solbes. El lunes, a primera hora de la mañana, se estrenará Solbes en La Moncloa como estratega del núcleo duro del Gobierno.
Zapatero no convocaba estas reuniones desde hace un año, cuando, al regreso del verano de 2007, constituyó el comité electoral, que centró su actividad en preparar la dura campaña de las generales que se avecinaba. El núcleo duro que acompañará a Zapatero en esta nueva etapa, marcada por la crisis económica, para diseñar y coordinar su política estará integrado por la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega; el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba; el portavoz en el Congreso, José Antonio Alonso; el vicesecretario general del PSOE, José Blanco; la secretaria de Organización, Leire Pajín; el jefe del gabinete del presidente, José Enrique Serrano, y la nueva secretaria de Comunicación, Nieves Goicoechea. Pero la incorporación de lujo es Solbes, ausente de este organismo estratégico durante la pasada legislatura.
La participación de Solbes en maitines parece justificada porque la agenda del Gobierno va a estar dominada este curso político por la crisis económica y, en su primer tramo, por el debate sobre los Presupuestos y la financiación autonómica.
Zapatero, al incorporar a Solbes a maitines, introduce en su núcleo duro al miembro de su Gabinete que más crédito y solvencia tiene en el mundo económico. Un mundo para el que la confianza es un factor fundamental en tiempos de crisis. Con esa incorporación Zapatero inviste, además, a Solbes de una autoridad política ante todo el engranaje del Gobierno y del PSOE.
Solbes ya acentuó su prestigio político cuando en la precampaña de marzo de 2008 paró en seco al candidato económico del PP, Manuel Pizarro, que venía embalado, en un debate de televisión. Con la indudable victoria de Solbes, Zapatero tuvo una entrada en campaña de lujo.
Pero, además, con la presencia de Solbes en el núcleo de la estrategia socialista, Zapatero trata de evitar que salten contradicciones en su equipo, como sucedió hace un año, cuando Solbes cuestionó algunas decisiones políticas en materia social, como el cheque-bebé.
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