Todo a punto para el 'Big Bang' subterráneo
El Universo está a punto de renacer a 100 metros bajo tierra. Dentro de 48 horas, empezará a funcionar en el CERN de Ginebra el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), el acelerador de partículas más potente del mundo.
Tras dos décadas de trabajo en el diseño y la construcción de una obra faraónica que ha supuesto una inversión de 4.000 millones de euros, los físicos de todo el planeta esperan ansiosos los primeros resultados de lo que muchos consideran el experimento científico más ambicioso de la Historia.
El objetivo es nada más y nada menos que reproducir las condiciones que existían inmediatamente después del Big Bang, con la intención de desentrañar los grandes enigmas que siguen rodeando a la naturaleza de la materia, e identificar con más certeza que nunca los ladrillos fundamentales de los que se componen las estrellas, los planetas y nosotros mismos.
Para conseguirlo, los científicos del Centro Europeo de Investigaciones Nucleares (CERN) lanzarán protones en direcciones opuestas prácticamente a la velocidad de la luz, en el núcleo del LHC: un anillo metálico de 27 kilómetros cuya temperatura interior alcanzará la friolera de 271 grados bajo cero.
Si sus expectativas se cumplen, las partículas subatómicas colisionarán en las entrañas del LHC aproximadamente 600 millones de veces por segundo, y desencadenarán la mayor cantidad de energía jamás observada en las condiciones de un experimento científico.
«Es como ir a Marte. Sabes que te vas a encontrar algo nuevo, porque estás viajando a un lugar al que nadie ha ido jamás», asegura Brian Cox, un físico de la Universidad de Manchester que forma parte del equipo del LHC.
Nunca antes se había construido una máquina tan poderosa para contestar a algunas de las preguntas más antiguas que siempre se ha planteado la Humanidad: ¿De qué está hecho el mundo que nos rodea? ¿Y cómo llegó a ser como es?
«Lo que se descubra en este nuevo acelerador nos permitirá comprender mejor el Universo y las teorías que explican cómo evolucionó», explica la doctora María Chamizo, una investigadora española del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT) que también participará en los experimentos pioneros del LHC.
Temores apocalípticos
El bautizo del miércoles será un ensayo general en el que se inyectará un primer haz de protones en el acelerador, para comprobar si es capaz de recorrer sin problemas el recorrido circular del anillo. Si esta primera prueba funciona, ese mismo día se intentará volver a lanzar el haz en dirección contraria. Las primeras colisiones de partículas, sin embargo, no se llevarán a cabo hasta dentro de unas semanas, una vez que los científicos del CERN comprueben que todo funciona a la perfección.
Cuando el LHC empiece a trabajar a pleno rendimiento en los próximos meses, los aproximadamente 10.000 científicos de unos 500 centros de investigación que participan en el proyecto van a tener mucho trabajo. Se calcula que cada año, el acelerador de partículas producirá tantos datos que se necesitaría una pila de CD de una altura de 20 kilómetros para almacenar toda la información generada por sus experimentos.
La inauguración del LHC podía haberse suspendido, sin embargo, si el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo se hubiera tomado en serio la demanda interpuesta por un grupo de físicos que a finales de agosto exigieron la paralización del proyecto, al considerar que el acelerador de partículas representaba una gravísima amenaza para la Humanidad. Según estos iluminados, el LHC podría desencadenar un pequeño agujero negro con consecuencias apocalípticas, ya que la Tierra acabaría literalmente engullida por este sumidero cósmico.
A pesar de que la teoría era totalmente extravagante, y el Tribunal de Estrasburgo desestimó la demanda, el CERN se vio obligado a emitir un comunicado de prensa el pasado viernes para tranquilizar a todos aquellos que sigan temiendo que el fin del mundo se acerca. El director general del CERN, Robert Aymar, ha querido zanjar la polémica con rotundidad: «El LHC es seguro y cualquier sugerencia de que sea peligroso es pura ficción».
- El miércoles se inaugura el LHC, el mayor acelerador de partículas del mundo
- Simulará el nacimiento del Universo para hallar las partículas más elementales
- Su construcción ha tardado dos décadas y ha costado 4.000 millones de euros
El Universo está a punto de renacer a 100 metros bajo tierra. Dentro de 48 horas, empezará a funcionar en el CERN de Ginebra el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), el acelerador de partículas más potente del mundo.
Tras dos décadas de trabajo en el diseño y la construcción de una obra faraónica que ha supuesto una inversión de 4.000 millones de euros, los físicos de todo el planeta esperan ansiosos los primeros resultados de lo que muchos consideran el experimento científico más ambicioso de la Historia.
El objetivo es nada más y nada menos que reproducir las condiciones que existían inmediatamente después del Big Bang, con la intención de desentrañar los grandes enigmas que siguen rodeando a la naturaleza de la materia, e identificar con más certeza que nunca los ladrillos fundamentales de los que se componen las estrellas, los planetas y nosotros mismos.
Para conseguirlo, los científicos del Centro Europeo de Investigaciones Nucleares (CERN) lanzarán protones en direcciones opuestas prácticamente a la velocidad de la luz, en el núcleo del LHC: un anillo metálico de 27 kilómetros cuya temperatura interior alcanzará la friolera de 271 grados bajo cero.
Si sus expectativas se cumplen, las partículas subatómicas colisionarán en las entrañas del LHC aproximadamente 600 millones de veces por segundo, y desencadenarán la mayor cantidad de energía jamás observada en las condiciones de un experimento científico.
«Es como ir a Marte. Sabes que te vas a encontrar algo nuevo, porque estás viajando a un lugar al que nadie ha ido jamás», asegura Brian Cox, un físico de la Universidad de Manchester que forma parte del equipo del LHC.
Nunca antes se había construido una máquina tan poderosa para contestar a algunas de las preguntas más antiguas que siempre se ha planteado la Humanidad: ¿De qué está hecho el mundo que nos rodea? ¿Y cómo llegó a ser como es?
«Lo que se descubra en este nuevo acelerador nos permitirá comprender mejor el Universo y las teorías que explican cómo evolucionó», explica la doctora María Chamizo, una investigadora española del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT) que también participará en los experimentos pioneros del LHC.
Temores apocalípticos
El bautizo del miércoles será un ensayo general en el que se inyectará un primer haz de protones en el acelerador, para comprobar si es capaz de recorrer sin problemas el recorrido circular del anillo. Si esta primera prueba funciona, ese mismo día se intentará volver a lanzar el haz en dirección contraria. Las primeras colisiones de partículas, sin embargo, no se llevarán a cabo hasta dentro de unas semanas, una vez que los científicos del CERN comprueben que todo funciona a la perfección.
Cuando el LHC empiece a trabajar a pleno rendimiento en los próximos meses, los aproximadamente 10.000 científicos de unos 500 centros de investigación que participan en el proyecto van a tener mucho trabajo. Se calcula que cada año, el acelerador de partículas producirá tantos datos que se necesitaría una pila de CD de una altura de 20 kilómetros para almacenar toda la información generada por sus experimentos.
La inauguración del LHC podía haberse suspendido, sin embargo, si el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo se hubiera tomado en serio la demanda interpuesta por un grupo de físicos que a finales de agosto exigieron la paralización del proyecto, al considerar que el acelerador de partículas representaba una gravísima amenaza para la Humanidad. Según estos iluminados, el LHC podría desencadenar un pequeño agujero negro con consecuencias apocalípticas, ya que la Tierra acabaría literalmente engullida por este sumidero cósmico.
A pesar de que la teoría era totalmente extravagante, y el Tribunal de Estrasburgo desestimó la demanda, el CERN se vio obligado a emitir un comunicado de prensa el pasado viernes para tranquilizar a todos aquellos que sigan temiendo que el fin del mundo se acerca. El director general del CERN, Robert Aymar, ha querido zanjar la polémica con rotundidad: «El LHC es seguro y cualquier sugerencia de que sea peligroso es pura ficción».
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