8 años por apuñalar a un vigilante de seguridad

ÁLAVA

El juez condena a ocho años al joven que apuñaló a un vigilante en El Boulevard
Asume la pena pactada por las partes con una atenuante por consumo de drogas El autor, psicótico, declaró que «Dios me ordenó que le matara»

01.03.08 -IOSU CUETO

La Audiencia Provincial de Vitoria ha condenado a ocho años de prisión a Cesáreo Bernárdez, el joven gallego que cosió a puñaladas a un vigilante de seguridad el 18 de enero de 2006 en el centro comercial El Boulevard. Como se esperaba, el juez ha asumido la pena pactada por la fiscal, la acusación y el abogado defensor horas antes del juicio, celebrado la semana pasada. En la vista oral los asistentes escucharon, entre otros, el relato de uno de los ertzainas que detuvieron al autor confeso de los hechos. «Dios me ordenó que le matara», le dijo al agente minutos después de acuchillar e intentar degollar a su víctima, que estuvo a punto de morir.

El presidente del tribunal, Jaime Tapia, ha respetado el acuerdo entre las partes. Cesáreo, que padece un trastorno mixto de la personalidad y era consumidor habitual de cannabis, ha sido condenado a siete años y medio de prisión por un delito de asesinato en grado de tentativa y a otros seis meses por un intento de robo con fuerza. El fallo es inferior a los trece años que reclamó en su momento la fiscal, ya que el magistrado ha aplicado una atenuante por consumo de drogas. Además, se debe descontar el tiempo que ha estado recluido de forma provisional tras su arresto, al día siguiente del ataque.

Cesáreo, de 30 años, recordó ante el tribunal que aquella noche ingirió drogas de síntesis y fumó varios porros, lo que unido a su estado psicótico tuvo unas consecuencias fatales. Su estado era tal que vio la representación de un pulpo «en la persiana de un bar» de Arana y eso le incitó a pensar que estaba «ante una señal divina». De inmediato, pensó que tenía que ir al Mesón Galicia, situado en El Boulevard, «porque allí había comido pulpo».

Le clavó cuatro cuchillos

Dejó su coche en el parking del centro comercial con las puertas abiertas y la música a todo volumen. Fue al restaurante indicado, rompió los anclajes del toldo y cuando estaba en su interior sonó la alarma. Dos vigilantes de seguridad del complejo fueron al establecimiento. El primero, Abdessamad Amany, jamás hubiera sospechado que iba a ser atacado con cuatro cuchillos distintos. Sin mediar palabra, Cesáreo le clavó uno en el muslo. El otro guarda jurado, presa del pánico, huyó del lugar.

Abdessamad quedó a merced del agresor, que le arrebató la defensa y le golpeó con ella. Luego fue a por más cuchillos a la cocina del local. Intentó degollar al vigilante, que se resistió, y acto seguido le clavó las armas en la cabeza, el tórax y el abdomen. La llegada de la Ertzaintza frenó lo que la sentencia califica como una «brutal agresión». Dos años después, la víctima sufre graves secuelas. Ha perdido un ojo y no supera una profunda depresión.

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