Está sano el próximo presidente de EEUU?
El pasado mes de mayo, varios periodistas estadounidenses pudieron encerrarse tres horas a examinar los 1.173 folios que la candidatura del republicano John McCain había hecho públicos para aclarar cuál es su estado de salud. Frente a este detallado historial médico (con documentos datados entre los años 2000 y 2008), el senador demócrata Barack Obama sólo ha publicado una breve nota de seis párrafos en la que el médico que le atiende desde 1987 asegura que está completamente sano. Sin embargo, ninguno de los dos ha convencido plenamente a la prensa de EEUU, que sigue exigiendo mayor transparencia para conocer el estado de salud del próximo inquilino de la Casa Blanca.
Por ahora, parece que el que más preocupa es el veterano republicano, que a sus 72 años ya ha pasado cuatro veces por el quirófano para quitarse otros tantos melanomas, el tipo más peligroso de cáncer de piel. Con estos antecedentes, McCain no sólo sería el hombre más viejo en jurar el cargo como presidente, sino el primer superviviente de cáncer en ocupar el Despacho Oval.
La historia de McCain con el cáncer de piel comenzó en 1993, cuando se le extirpó un primer tumor del hombro izquierdo. La operación tuvo que repetirse en el año 2000 con dos nuevos tumores cutáneos descubiertos en el brazo y en la sien izquierda. Este último fue clasificado en estadío IIA por sus dermatólogos de la clínica Mayo (en una escala en la que IV representa el peor pronóstico). Las secuelas de aquella última cirugía, que obligó a extirpar 30 ganglios (todos ellos libres de cáncer), aún es apreciable hoy en día en el rostro del candidato.
En el año 2000, un nuevo melanoma in situ (cuyas células malignas no habían afectado a ningún tejido circundante) apareció en la nariz. En los cuatro casos, los asesores de McCain defienden que se trataba de lesiones localizadas, independientes unas de otras, y no de recaídas del primer melanoma.
Sin embargo, existen dudas en este sentido, y algunas voces señalan que el senador podría haber sufrido en realidad 'lesiones satélite' o secundarias a un primer cáncer de piel. En este sentido, el diario 'The New York Times' cita un informe de agosto de 2000 del Instituto de Patología de las Fuerzas Armadas, con sede en Washington, que sugiere que el cáncer de la cara sería en realidad una recaída de otro melanoma anterior. "Una lesión, diferente de los cuatro citados, extirpada en 1996 y que fue considerada benigna, podría haber sido malinterpretada en realidad y ser el origen de todo", asegura Lawrence Altman en su extenso artículo. Altman, médico de profesión, ha cubierto para el New York Times la salud de los candidatos a la presidencia desde 1980.
¿Un nuevo melanoma o una metástasis?
Precisamente, una de las cuestiones que más preocupa a la comunidad mediática y médica es el carácter de este melanoma, cuyo pronóstico de futuro (incluida la supervivencia del paciente) cambiaría en función de la gravedad de la lesión extirpada. Si el estadío del cáncer fuese más avanzado de lo que inicialmente se le diagnosticó, su riesgo de sufrir una recaída en el futuro podría aumentar hasta el 60%, según algunos especialistas. Y aunque McCain tiene a su favor el hecho de no haber sufrido ninguna recurrencia en los últimos ocho años, muchos expertos prefieren esperar hasta los 10 años para una tranquilidad mayor. En una teleconferencia celebrada con periodistas de varios medios, la doctora Suzanne Connolly, dermatóloga de McCain en la Clínica Mayo, cifraba sólo en un 10% sus probabilidades de que el melanoma reapareciese en el futuro en forma de metástasis.
En las últimas semanas, unos 2.700 médicos (algunos de ellos declarados demócratas) han firmado una petición para conocer más en detalle el melanoma que le fue extirpado a McCain en el año 2000; y algunos incluso han pedido que se hagan públicas las imágenes de la lesión al microscopio para que patólogos independientes puedan indicar en qué estadio estaba realmente. Las metástasis de un melanoma (células cancerígenas que aparecen en otras localizaciones del organismo) pueden surgir de nuevo en la piel o en otros órganos, y su aparición significa que la enfermedad puede ser tratada, pero no curada.
La demanda de información médica sobre McCain ha ido creciendo desde que eligió a su compañera de candidatura, a la gobernadora Sarah Palin (de la que no existe, por cierto, ninguna información médica disponible). Y es que en el caso de que el veterano de la guerra de Vietnam fuese elegido presidente y sufriese algún problema de salud que le obligase a renunciar (o incluso si falleciera), sería ella quien se hiciese cargo de las riendas del país.
Obama, juega en este terreno con tanta ventaja como le dan también las últimas encuestas. Es joven, está en buena forma y lleva unos hábitos de vida muy saludables. Sólo tiene una pega en su historial: es fumador. No se sabe con exactitud cuánto fuma Obama, pero sí que empezó hace dos décadas y que ha intentado dejarlo sin éxito en varias ocasiones. La última, según sus propias palabras, en 2007, antes de comenzar la campaña presidencial; aunque él mismo reconoce que ha fumado algún cigarro ocasionalmente desde entonces.
Un vicepresidente que sobrevivió a un aneurisma
Algunos de los informadores que cubren su campaña aseguran que puede vérsele masticando chicles con nicotina, aunque su médico no confirma desde cuándo los usa ni con qué frecuencia. Como no se sabe tampoco el número de paquetes diarios que fuma Obama, es difícil hacer una predicción aproximada del riesgo de cáncer de pulmón, patologías cardiacas y otras consecuencias de salud que puede acarrear su vicio. Una información que la prensa estadounidense considera relevante.
Sus últimos análisis de sangre y electrocardiogramas (datados en junio de 2001, noviembre de 2004 y enero de 2007) indican que todo está dentro de los niveles normales; aunque la escueta nota del doctor David Scheiner (su médico desde 1987) ha sido considerada demasiado breve por algunos medios de comunicación. Sus asesores de campaña responden a las críticas asegurando que la carta era breve porque el candidato demócrata no tiene ningún problema de salud grave. Las últimas cifras que se conocen del candidato demócrata indican que tenía el colesterol en 173 y los triglicéridos en 44, lo que se considera dentro de lo normal.
De su candidato a la vicepresidencia, Joe Biden, preocupan sus antecedentes cerebrovasculares. En 1988, el demócrata sufrió un aneurisma cerebral (un ensanchamiento anómalo de un vaso sanguíneo) que también le obligó a pasar por el quirófano antes de que la lesión llegase a romperse (una situación que causa la muerte en el 50% de los casos).
Aunque un sacerdote llegó a administrarle los últimos sacramentos, Biden aún sobrevivió lo suficiente para tener que operarse por segunda vez de otro aneurisma en el otro lado del cerebro y reincorporarse a la actividad política después de siete meses de recuperación. Aunque los especialistas consideran que los aneurismas son episodios aislados, que se producen una sola vez en la vida, cada vez hay más voces que alertan del riesgo de que se repitan en el futuro. Este hecho, unido a la falta de información sobre el cerebro de Biden en las últimas dos décadas (la candidatura no ha suministrado datos sobre ningún escáner ni evaluación neurológica desde 1989) ha provocado las críticas mediáticas.
- McCain ha sido operado de cáncer de piel en cuatro ocasiones
- Obama ha intentado dejar de fumar en varias ocasiones sin éxito
El pasado mes de mayo, varios periodistas estadounidenses pudieron encerrarse tres horas a examinar los 1.173 folios que la candidatura del republicano John McCain había hecho públicos para aclarar cuál es su estado de salud. Frente a este detallado historial médico (con documentos datados entre los años 2000 y 2008), el senador demócrata Barack Obama sólo ha publicado una breve nota de seis párrafos en la que el médico que le atiende desde 1987 asegura que está completamente sano. Sin embargo, ninguno de los dos ha convencido plenamente a la prensa de EEUU, que sigue exigiendo mayor transparencia para conocer el estado de salud del próximo inquilino de la Casa Blanca.
Por ahora, parece que el que más preocupa es el veterano republicano, que a sus 72 años ya ha pasado cuatro veces por el quirófano para quitarse otros tantos melanomas, el tipo más peligroso de cáncer de piel. Con estos antecedentes, McCain no sólo sería el hombre más viejo en jurar el cargo como presidente, sino el primer superviviente de cáncer en ocupar el Despacho Oval.
La historia de McCain con el cáncer de piel comenzó en 1993, cuando se le extirpó un primer tumor del hombro izquierdo. La operación tuvo que repetirse en el año 2000 con dos nuevos tumores cutáneos descubiertos en el brazo y en la sien izquierda. Este último fue clasificado en estadío IIA por sus dermatólogos de la clínica Mayo (en una escala en la que IV representa el peor pronóstico). Las secuelas de aquella última cirugía, que obligó a extirpar 30 ganglios (todos ellos libres de cáncer), aún es apreciable hoy en día en el rostro del candidato.
En el año 2000, un nuevo melanoma in situ (cuyas células malignas no habían afectado a ningún tejido circundante) apareció en la nariz. En los cuatro casos, los asesores de McCain defienden que se trataba de lesiones localizadas, independientes unas de otras, y no de recaídas del primer melanoma.
Sin embargo, existen dudas en este sentido, y algunas voces señalan que el senador podría haber sufrido en realidad 'lesiones satélite' o secundarias a un primer cáncer de piel. En este sentido, el diario 'The New York Times' cita un informe de agosto de 2000 del Instituto de Patología de las Fuerzas Armadas, con sede en Washington, que sugiere que el cáncer de la cara sería en realidad una recaída de otro melanoma anterior. "Una lesión, diferente de los cuatro citados, extirpada en 1996 y que fue considerada benigna, podría haber sido malinterpretada en realidad y ser el origen de todo", asegura Lawrence Altman en su extenso artículo. Altman, médico de profesión, ha cubierto para el New York Times la salud de los candidatos a la presidencia desde 1980.
¿Un nuevo melanoma o una metástasis?
Precisamente, una de las cuestiones que más preocupa a la comunidad mediática y médica es el carácter de este melanoma, cuyo pronóstico de futuro (incluida la supervivencia del paciente) cambiaría en función de la gravedad de la lesión extirpada. Si el estadío del cáncer fuese más avanzado de lo que inicialmente se le diagnosticó, su riesgo de sufrir una recaída en el futuro podría aumentar hasta el 60%, según algunos especialistas. Y aunque McCain tiene a su favor el hecho de no haber sufrido ninguna recurrencia en los últimos ocho años, muchos expertos prefieren esperar hasta los 10 años para una tranquilidad mayor. En una teleconferencia celebrada con periodistas de varios medios, la doctora Suzanne Connolly, dermatóloga de McCain en la Clínica Mayo, cifraba sólo en un 10% sus probabilidades de que el melanoma reapareciese en el futuro en forma de metástasis.
En las últimas semanas, unos 2.700 médicos (algunos de ellos declarados demócratas) han firmado una petición para conocer más en detalle el melanoma que le fue extirpado a McCain en el año 2000; y algunos incluso han pedido que se hagan públicas las imágenes de la lesión al microscopio para que patólogos independientes puedan indicar en qué estadio estaba realmente. Las metástasis de un melanoma (células cancerígenas que aparecen en otras localizaciones del organismo) pueden surgir de nuevo en la piel o en otros órganos, y su aparición significa que la enfermedad puede ser tratada, pero no curada.
La demanda de información médica sobre McCain ha ido creciendo desde que eligió a su compañera de candidatura, a la gobernadora Sarah Palin (de la que no existe, por cierto, ninguna información médica disponible). Y es que en el caso de que el veterano de la guerra de Vietnam fuese elegido presidente y sufriese algún problema de salud que le obligase a renunciar (o incluso si falleciera), sería ella quien se hiciese cargo de las riendas del país.
Obama, juega en este terreno con tanta ventaja como le dan también las últimas encuestas. Es joven, está en buena forma y lleva unos hábitos de vida muy saludables. Sólo tiene una pega en su historial: es fumador. No se sabe con exactitud cuánto fuma Obama, pero sí que empezó hace dos décadas y que ha intentado dejarlo sin éxito en varias ocasiones. La última, según sus propias palabras, en 2007, antes de comenzar la campaña presidencial; aunque él mismo reconoce que ha fumado algún cigarro ocasionalmente desde entonces.
Un vicepresidente que sobrevivió a un aneurisma
Algunos de los informadores que cubren su campaña aseguran que puede vérsele masticando chicles con nicotina, aunque su médico no confirma desde cuándo los usa ni con qué frecuencia. Como no se sabe tampoco el número de paquetes diarios que fuma Obama, es difícil hacer una predicción aproximada del riesgo de cáncer de pulmón, patologías cardiacas y otras consecuencias de salud que puede acarrear su vicio. Una información que la prensa estadounidense considera relevante.
Sus últimos análisis de sangre y electrocardiogramas (datados en junio de 2001, noviembre de 2004 y enero de 2007) indican que todo está dentro de los niveles normales; aunque la escueta nota del doctor David Scheiner (su médico desde 1987) ha sido considerada demasiado breve por algunos medios de comunicación. Sus asesores de campaña responden a las críticas asegurando que la carta era breve porque el candidato demócrata no tiene ningún problema de salud grave. Las últimas cifras que se conocen del candidato demócrata indican que tenía el colesterol en 173 y los triglicéridos en 44, lo que se considera dentro de lo normal.
De su candidato a la vicepresidencia, Joe Biden, preocupan sus antecedentes cerebrovasculares. En 1988, el demócrata sufrió un aneurisma cerebral (un ensanchamiento anómalo de un vaso sanguíneo) que también le obligó a pasar por el quirófano antes de que la lesión llegase a romperse (una situación que causa la muerte en el 50% de los casos).
Aunque un sacerdote llegó a administrarle los últimos sacramentos, Biden aún sobrevivió lo suficiente para tener que operarse por segunda vez de otro aneurisma en el otro lado del cerebro y reincorporarse a la actividad política después de siete meses de recuperación. Aunque los especialistas consideran que los aneurismas son episodios aislados, que se producen una sola vez en la vida, cada vez hay más voces que alertan del riesgo de que se repitan en el futuro. Este hecho, unido a la falta de información sobre el cerebro de Biden en las últimas dos décadas (la candidatura no ha suministrado datos sobre ningún escáner ni evaluación neurológica desde 1989) ha provocado las críticas mediáticas.
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