El Sevilla de Jiménez sigue lanzado

El Sevilla de Jiménez sigue lanzado

Eligieron un buen día Romaric y Konko, los dos fichajes más controvertidos del Sevilla hasta la fecha, para reivindicarse. Para demostrar que pueden ser jugadores determinantes, ni más ni menos que la condición que viene exigiendo desde hace unos años el Sevilla para otorgar un dorsal. En un abrir y cerrar de ojos, Romaric y Konko alisaron el arranque en la liguilla de la UEFA ventilándose al Stuttgart, que no duró ni un cuarto de hora. Desde luego, estos alemanes ya no son lo que eran. [Narración] [ÁLBUM]




Así que aprovechó el Sevilla para dar un paso más en su progresión. Aprovechó para ganar sin tener el estómago encogido, con placidez y sobradura. El personal, de hecho, ya se dedicaba a asuntos menores antes de acabar la primera parte, como pedir la dimisión del director de márketing o la libertad para los ultras del Marsella. Lo segundo, de muy mal gusto. En realidad, la gente protestaba por tan poco partido. En puridad, el Stuttgart apenas compitió 10 minutos. El resto fue turismo.

Nada le objetó el Sevilla, empeñado en recuperar el esplendor que el fatalismo le sesgó la pasada temporada. Está en el camino, y gracias a tipos como Romaric. Decir esto hace una semana habría supuesto casi una apostasía. Hoy cabe el debate, gracias a sus detallazos. No hubo demostración porque el partido no la exigió, pero a Romaric se le notaba dispuesto para la marcha. La mezcla con Fazio le sentó bien, y le liberó para tejer. Lo de Romaric es la seda, por eso Lehmann y medio estadio se quedó helado con el zurriagazo que le mandó a su escuadra. Él se había fabricado la falta, ladeada, y hacia el balón se dirigió con cierta pachorra antes de descargar el violento impacto. Un tiro tremendo con el sello de un futbolista diferente, al que le está costando convencer. La gente esperaba una pantera y resulta que le han traído a un delineante. Acabará agradeciendo el cambio.

De inmediato, a la estela de Romaric, tal vez animado con el ejemplo de su colega, se descolgó Konko. Fue la primera sorpresa. Dobló a Navas, pidió la bola, recortó y se perfiló para su zurda, su pata de palo. Desde ahí colgó una rosca con veneno. Segunda sorpresa. Renato llegó y remachó. Eso ya no fue ninguna sorpresa, pero para entonces el cortocircuito se había producido en las básicas entendederas de los alemanes. En un minuto, el Sevilla había inventado más de lo que el Stuttgart hará en media temporada.