El CSIF tiene la palabra sobre su “sindicalista”

Las direcciones de empresa, y Eulen es una empresa, tienen la tarea de regular y respetar los derechos y obligaciones de sus trabajadores.

Los trabajadores también, y además tienen derecho a estar afiliados a un sindicato, a elegir a sus representantes y que éstos compongan el Comité de Empresa.
Básicamente, estos representantes sindicales están al servicio de sus compañeros, para mejorar las condiciones de trabajo, y para defenderlos con servicios jurídicos que cada sindicato tiene, en caso de sanción o conflicto.
Lo que no podría entenderse es lo contrario: Que sea el presidente del Comité de Empresa quien no sólo no defienda a una trabajadora, sino que se entretenga en investigar lo que hizo una trabajadora embarazada a las 20,30 horas por coger dos piezas de fruta, contactar con los servicios técnicos que pusieron cámaras de vigilancia y pedir ayuda técnica para pasar a un ordenador portátil las imágenes, llevar esas imágenes a la Dirección de la Empresa, esperar que la Dirección sancione con un mes a la trabajadora, negar posteriormente a su propia afiliada el derecho a la defensa jurídica por parte del propio sindicato, el CSIF, después de decirle que fue quien la denunció, y para rematar su brillante actuación estar citado como testigo de la empresa contra la trabajadora. En resumen, Sánchez Cano.
Por fortuna este es uno de esos casos excepcionales donde el Presidente del Comité de Empresa y delegado del CSIF prefiere jugar a parecer el jefe, a ejercer de empresario, a ayudar a la dirección a sancionar trabajadores aunque sea en un caso tan zafio como el que contamos.
No es la primera vez que Sánchez Cano juega a denunciante de trabajadores o por mejor decir, disfrazado representante de Eulen. Le hemos visto públicamente denunciar a la empresa Serramar, la competidora de Eulen, como si en ello le fuera el sueldo. Nunca hemos oído comunicado oficial alguno de Eulen, ni hemos oído al director de Eulen. En la lucha por contratos, siempre aparece la figura del presidente del Comité de Empresa cuestionando la seriedad de Serramar, poniendo a parir a sus directivos, acusándoles incluso de estar incursos en presuntos delito de estafa. Siempre aparece Sánchez Cano como defensor de los trabajadores de Serramar, curiosamente para desprestigiar a la otra empresa. Esto de ser presidente del comité de una para defender a los trabajadores de otra, es cuanto menos producto de las veleidades de este personaje.
Igualmente, hemos oído a Sánchez Cano arremetiendo contra el Consejero de Seguridad Ciudadana, Ramón Antón, por prescindir de alguna vigilancia para recortar gastos. El amigo Sánchez Cano es quien cuestiona públicamente las decisiones del Consejero de la Ciudad Autónoma, denunciándole porque se pierden puestos de trabajo, y hasta cuestionando al Gobierno de la Ciudad preguntándose “¿por qué no tiene dinero para vigilantes y sí para cámaras”? Al director de Eulen, no le hemos oído nunca. El trabajo lo hace Sánchez Cano, erigido en portavoz empresarial bajo el paraguas de ser representante sindical del CSIF.
Esta sospechosa conducta denunciada desde centrales sindicales de clase, tenía el riesgo para la propia Eulen y para sus trabajadores, de que la figura del presidente del Comité de Empresa acabara como ha acabado, desenmascarado, tan metido en su papel de poderoso adlátere de la dirección, que ha terminado por despeñar el prestigio de su sindicato, el CSIF, cuyos dirigentes como ha pasado en el fútbol, le han permitido traspasar demasiadas líneas que separan su papel como representante sindical y confundirlo con su vocación por sentirse “un hombre de la empresa”, “un hombre de la confianza del director”.
El caso M.L.M., la chica que cogió dos chirimoyas es el ejemplo más extravagante de sus dotes para sentirse juez y parte, para denunciar a una compañera y luego presumir de que gracias a él no la despiden, sólo la sancionan. Esta vez no, Sánchez Cano. La palabrería, la impunidad, la marrullería, se ha topado con la trabajadora que puso la demanda en el Juzgado cuyo gesto no sólo le puede valer para que le devuelvan su sueldo de diciembre, sino para que otros compañeros planten cara a este presidente de comité de empresa, y especialmente para que el CSIF en Melilla antes de sonrojarse anteponga la limpieza en el sindicalismo, desaloje estas conductas repulsivas a los ojos de la sociedad. Que también el señor Morales, director de Eulen, tome conciencia de que dirigir un grupo de hombres y mujeres, no necesita de personajes a los que darle alas que sólo llevan a casos como éste.