La NASA halla indicios de un océano de agua líquida en la luna Encelado de Saturno
«Éste es el nuevo objeto de deseo de los astrónomos». Así define Manuel Vázquez, científico del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), a Encelado, una luna de Saturno que parece ocultar bajo su superficie un inmenso océano de agua líquida. Al menos esto es lo que se deduce de las últimas imágenes enviadas por la sonda Cassini de la NASA, y presentadas el martes en el congreso de la Unión Geofísica Americana que se está celebando en San Francisco.
Estas espectaculares 'postales' desde Encelado muestran una serie de fracturas y grietas en su superficie que se parecen mucho al suelo de los océanos terrestres. Para los investigadores de la agencia espacial estadounidense, este hallazgo sugiere que bajo la superficie de la luna hay un mar de agua líquida que provoca rupturas en su corteza, de una forma similar al sistema de placas tectónicas de la Tierra.
«Poco a poco, estamos acumulando evidencias que demuestran la existencia de agua líquida en Encelado», asegura Carolyn Porco, la investigadora principal que dirige el análisis de imágenes enviadas por la sonda Cassini, en órbita alrededor de Saturno desde 2004.
Hace ya más de dos años, en marzo de 2006, la misma nave de la agencia espacial estadounidense ya encontró los primeros indicios de agua en esta luna, al detectar en los alrededores de su polo sur géiseres que expulsan chorros de partículas desde el interior del satélite.
Los investigadores de la NASA propusieron entonces que estos surtidores podrían tener su origen en pequeñas bolsas de agua líquida que se encontrarían enterradas a poca distancia de la superficie. De acuerdo con esta hipótesis, el agua se mantendría por encima de su punto de congelación gracias al calor producido por procesos radiactivos y a las actividades geológicas que tienen lugar en este área de Encelado.
Ahora, el nuevo hallazgo de Cassini refuerza esta teoría, ya que el origen de las grietas y las fracturas detectadas precisamente en el polo sur de Encelado parece ser el océano de agua líquida que, según todos los indicios, se encuentra bajo su superficie. Según esta interpretación de las imágenes, el proceso es casi idéntico al que se produce en el sistema de placas tectónicas de la Tierra. En este caso, sin embargo, las rupturas en la corteza no se deben a los movimientos de roca fundida, como en el manto terrestre, sino al mar de agua que se halla bajo la superficie de Encelado.
«Cuando algo se mueve, hay que buscar una fuente de energía», explica Manuel Vázquez desde el IAC. «Lo que han revelado las últimas imágenes de la Cassini es que la superficie de Encelado se está reestructurando, y esto se debe a un proceso de disipación que proviene de su interior, cuya fuente parece ser un océano de agua líquida».
Una futura misión para buscar vida
No obstante, este investigador recalca que, de momento, se trata tan sólo de una hipótesis que sólo podría confirmarse con una exploración 'in situ' de esta luna de Saturno: «La teoría que propone la NASA es perfectamente posible, pero como científicos tenemos que ser cautos. Para confirmar la existencia de este supuesto océano, necesitaríamos una comprobación 'de pico y pala', con un vehículo robótico que perforara su suelo, o mejor todavía, una misión tripulada con astronautas de carne y hueso».
De momento, no hay ningún proyecto previsto de futuras misiones a Encelado, pero no cabe duda de que estos hallazgos están aumentando el interés científico en esta luna, y con el tiempo esto podría impulsar el desarrollo de vehículos exploradores que excavaran bajo su superficie.
De hecho, la propia Carolyn Porco, investigadora principal de las imágenes transmitidas por la sonda Cassini, ya ha manifestado su interés en una misión de estas características: «Algunos de nosotros ya estamos muy interesados en volver a Encelado con una nave que pueda explorar su polo sur para investigar si es un lugar donde puede producirse algún tipo de proceso biológico».
En definitiva, los nuevos hallazgos en Encelado han convertido inesperadamente a esta luna de Saturno en uno de los lugares con más probabilidades de albergar vida fuera de la Tierra.
Durante muchos años, el foco de atención de la agencia espacial estadounidense y de todos los científicos interesados en la búsqueda de vida extraterrestre se centró en nuestros planetas vecinos, y sobre todo en Marte. Sin embargo, los descubrimientos en Europa, una de las lunas de Júpiter, donde también se han detectado indicios de un océano líquido, y ahora en Encelado, han obligado a los astrónomos a replantear su visión de los posibles rincones del Sistema Solar donde puede haber surgido la vida.
«Es evidente que Marte sigue siendo el gran candidato para hallar algún tipo de organismo fuera de la Tierra, y los esfuerzos para buscar vida seguirán centrándose en el planeta rojo», señala Vázquez. «Sin embargo, lunas como Europa y Encelado nos están dando sorpresas que también debemos tomarnos en serio, y en el futuro no podemos descartar que sea bajo su superficie donde al final encontremos el primer rastro de vida fuera de nuestro propio planeta».
«Éste es el nuevo objeto de deseo de los astrónomos». Así define Manuel Vázquez, científico del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), a Encelado, una luna de Saturno que parece ocultar bajo su superficie un inmenso océano de agua líquida. Al menos esto es lo que se deduce de las últimas imágenes enviadas por la sonda Cassini de la NASA, y presentadas el martes en el congreso de la Unión Geofísica Americana que se está celebando en San Francisco.
Estas espectaculares 'postales' desde Encelado muestran una serie de fracturas y grietas en su superficie que se parecen mucho al suelo de los océanos terrestres. Para los investigadores de la agencia espacial estadounidense, este hallazgo sugiere que bajo la superficie de la luna hay un mar de agua líquida que provoca rupturas en su corteza, de una forma similar al sistema de placas tectónicas de la Tierra.
«Poco a poco, estamos acumulando evidencias que demuestran la existencia de agua líquida en Encelado», asegura Carolyn Porco, la investigadora principal que dirige el análisis de imágenes enviadas por la sonda Cassini, en órbita alrededor de Saturno desde 2004.
Hace ya más de dos años, en marzo de 2006, la misma nave de la agencia espacial estadounidense ya encontró los primeros indicios de agua en esta luna, al detectar en los alrededores de su polo sur géiseres que expulsan chorros de partículas desde el interior del satélite.
Los investigadores de la NASA propusieron entonces que estos surtidores podrían tener su origen en pequeñas bolsas de agua líquida que se encontrarían enterradas a poca distancia de la superficie. De acuerdo con esta hipótesis, el agua se mantendría por encima de su punto de congelación gracias al calor producido por procesos radiactivos y a las actividades geológicas que tienen lugar en este área de Encelado.
Ahora, el nuevo hallazgo de Cassini refuerza esta teoría, ya que el origen de las grietas y las fracturas detectadas precisamente en el polo sur de Encelado parece ser el océano de agua líquida que, según todos los indicios, se encuentra bajo su superficie. Según esta interpretación de las imágenes, el proceso es casi idéntico al que se produce en el sistema de placas tectónicas de la Tierra. En este caso, sin embargo, las rupturas en la corteza no se deben a los movimientos de roca fundida, como en el manto terrestre, sino al mar de agua que se halla bajo la superficie de Encelado.
«Cuando algo se mueve, hay que buscar una fuente de energía», explica Manuel Vázquez desde el IAC. «Lo que han revelado las últimas imágenes de la Cassini es que la superficie de Encelado se está reestructurando, y esto se debe a un proceso de disipación que proviene de su interior, cuya fuente parece ser un océano de agua líquida».
Una futura misión para buscar vida
No obstante, este investigador recalca que, de momento, se trata tan sólo de una hipótesis que sólo podría confirmarse con una exploración 'in situ' de esta luna de Saturno: «La teoría que propone la NASA es perfectamente posible, pero como científicos tenemos que ser cautos. Para confirmar la existencia de este supuesto océano, necesitaríamos una comprobación 'de pico y pala', con un vehículo robótico que perforara su suelo, o mejor todavía, una misión tripulada con astronautas de carne y hueso».
De momento, no hay ningún proyecto previsto de futuras misiones a Encelado, pero no cabe duda de que estos hallazgos están aumentando el interés científico en esta luna, y con el tiempo esto podría impulsar el desarrollo de vehículos exploradores que excavaran bajo su superficie.
De hecho, la propia Carolyn Porco, investigadora principal de las imágenes transmitidas por la sonda Cassini, ya ha manifestado su interés en una misión de estas características: «Algunos de nosotros ya estamos muy interesados en volver a Encelado con una nave que pueda explorar su polo sur para investigar si es un lugar donde puede producirse algún tipo de proceso biológico».
En definitiva, los nuevos hallazgos en Encelado han convertido inesperadamente a esta luna de Saturno en uno de los lugares con más probabilidades de albergar vida fuera de la Tierra.
Durante muchos años, el foco de atención de la agencia espacial estadounidense y de todos los científicos interesados en la búsqueda de vida extraterrestre se centró en nuestros planetas vecinos, y sobre todo en Marte. Sin embargo, los descubrimientos en Europa, una de las lunas de Júpiter, donde también se han detectado indicios de un océano líquido, y ahora en Encelado, han obligado a los astrónomos a replantear su visión de los posibles rincones del Sistema Solar donde puede haber surgido la vida.
«Es evidente que Marte sigue siendo el gran candidato para hallar algún tipo de organismo fuera de la Tierra, y los esfuerzos para buscar vida seguirán centrándose en el planeta rojo», señala Vázquez. «Sin embargo, lunas como Europa y Encelado nos están dando sorpresas que también debemos tomarnos en serio, y en el futuro no podemos descartar que sea bajo su superficie donde al final encontremos el primer rastro de vida fuera de nuestro propio planeta».
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