Una empleada de seguridad ayuda a detener a seis delincuentes en tres meses
La vigilante Rebeca Calderón, de espaldas.
Entrega, coraje y astucia son tres características que definen a la vigilante de seguridad Rebeca Calderón. Su labor en un supermercado de la calle Maestro Rodrigo de Valencia ha ayudado a detener a seis delincuentes en apenas tres meses. Un hecho que es todavía más admirable si se tiene en cuenta que Rebeca sólo lleva cinco meses trabajando como vigilante de seguridad.
La joven de 28 años pasó una larga temporada en el Ejército antes de ser vigilante. "Desde pequeña me llamaba la atención ese mundo", comenta Rebeca. En sus primeros años se sentía influenciada por su hermano mayor, al que admiraba: "Cuando se fue a la mili pense que me quería dedicar a algo relacionado con las Fuerzas de Seguridad".
Tras una temporada en el Ejército, Rebeca estudió para ser vigilante de seguridad. En 5 meses, las cosas no le pueden ir mejor. "Como decimos los vigilantes, ha sido llegar y besar el santo", afirma la joven.
Sus logros le han valido una felicitación del jefe superior de la Policía Nacional y el más merecido reconocimiento por parte de la empresa de seguridad en la que trabaja, Levantina de Seguridad. Una mención que pocos empleados en seguridad han logrado en tan breve periodo laboral. "No me lo esperaba. No me podía creer que fuera para mí", explicó la vigilante emocionada.
La actuación que llamó la atención del jefe superior se produjo el 11 de agosto. Alrededor de las cuatro de la tarde, dos mujeres entraron en el local donde la joven trabaja. Eran personas habituales de la tienda, "pero ese día estaban con una actitud sospechosa y diferente", según detectó Rebeca.
Comenzaron a llenar el carro de la compra de forma aleatoria y se acercaron a hablar con las cajeras. En un descuido, una de mujeres salió corriendo por el aparcamiento con el carro lleno. "Le di alcance, y tras un forcejeo, recuperé los productos robados. Luego entré con ella en el establecimiento", explica la vigilante. Después llamó a la policía para que la arrestaran.
La mujer detenida tenía un largo historial con antecedentes penales. Por ello, su detención fue recibida con especial agrado por parte de la policía. "De lo que me siento más satisfecha es de haberla detenido a tiempo", dice Rebeca.
Pero las buenas labores de la vigilante no habían hecho más que empezar. El día 30 de ese mismo mes, tres individuos intentaron atracar a mano armada en el mismo comercio. A las 12.45 horas, dos encapuchados se acercaron a las cajeras y empezaron a amenazarlas con punzones. La joven, al observar la situación, se acercó y los atracadores se dieron a la fuga con 256 euros de la caja.
En el aparcamiento, un tercer ladrón estaba esperando en un coche en marcha. La vigilante corrió tras ellos y lanzó su porra contra el coche. Finalmente, los tres lograron huir, pero la empleada de seguridad memorizó la matrícula y el modelo del vehículo. Estos datos fueron de gran importancia. Permitieron a la Policía Nacional detener a los atracadores tres horas después. Esta fue la ocasión en la que Rebeca pasó más miedo: "No sabía lo que le podían hacer a la cajera, y tenía cierto reparo de actuar".
En sus acciones, la vigilante de seguridad hace uso de la defensa personal y de la porra, que utiliza como única arma de protección. En ocasiones se ha tenido que enfrentar a delincuentes armados haciendo uso, únicamente, de su porra.
Durante el mes de agosto, Rebeca Calderón realizó servicios que permitieron detener a cuatro delincuentes. Pero su buen currículum no acabó ahí. Un nuevo intento de asalto se produjo el 25 de septiembre. Sobre las seis de la tarde, un hombre entró en el supermercado con actitud sospechosa.
El individuo miraba de forma contanste a su alrededor, lo cual no pasó desapercibido para la vigilante. "No dejaba de observar la oficina de vigilancia y me acerqué a él", relata la trabajadora de seguridad. En ese momento, "abrió su camisa y deslizó un brazo hacia atrás, mostrando un arma que llevaba enganchada a la cintura".
Al ver a Rebeca acercarse, el individuo salió hasta el aparcamiento, donde estuvo parado en su coche durante diez minutos. Mientras, la joven pudo llamar a la policía e identificarlo fotográficamente. También proporcionó la matrícula y modelo del vehículo.
La última aportación de Rebeca a la seguridad del supermercado fue el 22 de octubre. Sobre las 13.30 horas, se produjo un nuevo robo. Dos individuos sospechosos irrumpieron en el local. Una vez dentro, uno de los hombres se quedó cerca de las cajas y el otro se adentró en el establecimiento. Pasados unos minutos, se decidió también a entrar.
Poco después, uno pagó un artículo en caja mientras su compañero salía por la puerta. La vigilante de seguridad le interceptó. "Le pregunté qué llevaba debajo del abrigo y me contestó que nada", detalla Rebeca. Al insistirle, sacó cinco botellas de alcohol y un destornillador.
Al dejar el último producto en el suelo echó a correr, pero Rebeca salió tras él. "Lo detuve a 500 metros de la tienda", explica.
Ahora Rebeca mirar al futuro con ilusión. "Me gustaría hacer cada vez más cosas, y estudiar para ser escolta o algo relacionado", asegura la vigilante.
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La vigilante Rebeca Calderón, de espaldas.
Entrega, coraje y astucia son tres características que definen a la vigilante de seguridad Rebeca Calderón. Su labor en un supermercado de la calle Maestro Rodrigo de Valencia ha ayudado a detener a seis delincuentes en apenas tres meses. Un hecho que es todavía más admirable si se tiene en cuenta que Rebeca sólo lleva cinco meses trabajando como vigilante de seguridad.
La joven de 28 años pasó una larga temporada en el Ejército antes de ser vigilante. "Desde pequeña me llamaba la atención ese mundo", comenta Rebeca. En sus primeros años se sentía influenciada por su hermano mayor, al que admiraba: "Cuando se fue a la mili pense que me quería dedicar a algo relacionado con las Fuerzas de Seguridad".
Tras una temporada en el Ejército, Rebeca estudió para ser vigilante de seguridad. En 5 meses, las cosas no le pueden ir mejor. "Como decimos los vigilantes, ha sido llegar y besar el santo", afirma la joven.
Sus logros le han valido una felicitación del jefe superior de la Policía Nacional y el más merecido reconocimiento por parte de la empresa de seguridad en la que trabaja, Levantina de Seguridad. Una mención que pocos empleados en seguridad han logrado en tan breve periodo laboral. "No me lo esperaba. No me podía creer que fuera para mí", explicó la vigilante emocionada.
La actuación que llamó la atención del jefe superior se produjo el 11 de agosto. Alrededor de las cuatro de la tarde, dos mujeres entraron en el local donde la joven trabaja. Eran personas habituales de la tienda, "pero ese día estaban con una actitud sospechosa y diferente", según detectó Rebeca.
Comenzaron a llenar el carro de la compra de forma aleatoria y se acercaron a hablar con las cajeras. En un descuido, una de mujeres salió corriendo por el aparcamiento con el carro lleno. "Le di alcance, y tras un forcejeo, recuperé los productos robados. Luego entré con ella en el establecimiento", explica la vigilante. Después llamó a la policía para que la arrestaran.
La mujer detenida tenía un largo historial con antecedentes penales. Por ello, su detención fue recibida con especial agrado por parte de la policía. "De lo que me siento más satisfecha es de haberla detenido a tiempo", dice Rebeca.
Pero las buenas labores de la vigilante no habían hecho más que empezar. El día 30 de ese mismo mes, tres individuos intentaron atracar a mano armada en el mismo comercio. A las 12.45 horas, dos encapuchados se acercaron a las cajeras y empezaron a amenazarlas con punzones. La joven, al observar la situación, se acercó y los atracadores se dieron a la fuga con 256 euros de la caja.
En el aparcamiento, un tercer ladrón estaba esperando en un coche en marcha. La vigilante corrió tras ellos y lanzó su porra contra el coche. Finalmente, los tres lograron huir, pero la empleada de seguridad memorizó la matrícula y el modelo del vehículo. Estos datos fueron de gran importancia. Permitieron a la Policía Nacional detener a los atracadores tres horas después. Esta fue la ocasión en la que Rebeca pasó más miedo: "No sabía lo que le podían hacer a la cajera, y tenía cierto reparo de actuar".
En sus acciones, la vigilante de seguridad hace uso de la defensa personal y de la porra, que utiliza como única arma de protección. En ocasiones se ha tenido que enfrentar a delincuentes armados haciendo uso, únicamente, de su porra.
Durante el mes de agosto, Rebeca Calderón realizó servicios que permitieron detener a cuatro delincuentes. Pero su buen currículum no acabó ahí. Un nuevo intento de asalto se produjo el 25 de septiembre. Sobre las seis de la tarde, un hombre entró en el supermercado con actitud sospechosa.
El individuo miraba de forma contanste a su alrededor, lo cual no pasó desapercibido para la vigilante. "No dejaba de observar la oficina de vigilancia y me acerqué a él", relata la trabajadora de seguridad. En ese momento, "abrió su camisa y deslizó un brazo hacia atrás, mostrando un arma que llevaba enganchada a la cintura".
Al ver a Rebeca acercarse, el individuo salió hasta el aparcamiento, donde estuvo parado en su coche durante diez minutos. Mientras, la joven pudo llamar a la policía e identificarlo fotográficamente. También proporcionó la matrícula y modelo del vehículo.
La última aportación de Rebeca a la seguridad del supermercado fue el 22 de octubre. Sobre las 13.30 horas, se produjo un nuevo robo. Dos individuos sospechosos irrumpieron en el local. Una vez dentro, uno de los hombres se quedó cerca de las cajas y el otro se adentró en el establecimiento. Pasados unos minutos, se decidió también a entrar.
Poco después, uno pagó un artículo en caja mientras su compañero salía por la puerta. La vigilante de seguridad le interceptó. "Le pregunté qué llevaba debajo del abrigo y me contestó que nada", detalla Rebeca. Al insistirle, sacó cinco botellas de alcohol y un destornillador.
Al dejar el último producto en el suelo echó a correr, pero Rebeca salió tras él. "Lo detuve a 500 metros de la tienda", explica.
Ahora Rebeca mirar al futuro con ilusión. "Me gustaría hacer cada vez más cosas, y estudiar para ser escolta o algo relacionado", asegura la vigilante.
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