Tema del día
Dos detenidos en Mislata en otra operación contra el terrorismo islamista
Los agentes investigan si los acusados empleaban un locutorio para financiar a Al Qaida
04.02.09 - A. CHECA/C. R. | VALENCIA/BARCELONA
Agentes de la policía nacional, junto al locutorio registrado.
Un policía nacional encapuchado traslada a uno
de los detenidos en la calle Antonio Aparisi de Mislata.
Como hace dos semanas, Barcelona y Valencia volvieron a convertirse ayer en el epicentro de una operación policial contra un grupo supuestamente vinculado con el terrorismo islamista. Los 13 arrestados en la capital catalana y Mislata -dos de ellos en el municipio valenciano- podrían formar parte de la retaguardia de Al Qaida. Su misión, suministrar documentos falsos a los integrantes de la red radical.
Pero esta acusación está todavía pendiente de confirmación por parte de la policía y la Audiencia Nacional, con el juez Fernando Grande-Marlaska a la cabeza. Lo que sí se considera un hecho desde el Ministerio del Interior es que los detenidos integraban un "grupo internacional de crimen organizado" con un variado compendio delictivo: robo y falsificación de documentos, tráfico de drogas e inmigración ilegal.
La operación Fish comenzó en plena noche cerrada. Como suele ser habitual en este tipo de dispositivos, la Policía Nacional irrumpió de madrugada en las casas de los detenidos. Todos dormían. El barrio barcelonés de El Raval, uno de los que cuenta con mayor presencia inmigrante de Barcelona, centró los principales esfuerzos de los investigadores. En tres pisos de las calles Peu de la Creu, Sant Climent y Carretas fueron apresados 10 paquistaníes y un nigeriano.
Simultáneamente, y a la misma hora, agentes antiterroristas de la brigada de Información irrumpían en un tercer piso del número siete de la calle Antonio Aparisi de Mislata. Jangeet Singh y Muhammad Ikram eran los objetivos de la Policía Nacional. Ambos regentaban un locutorio y el primero de ellos era, supuestamente, el propietario de la vivienda.
Junto a ellos fueron detenidos otros tres ciudadanos pakistaníes que también residían alquilados desde hace unos tres años. Sin embargo, su arresto responde a una infracción de la ley de Extranjería, al encontrarse sin papeles de residencia.
Entramado internacional
Ninguna relación guardan estos tres apresados con el entramado internacional con ramificaciones en Francia, Bélgica, Suiza, Reino Unido, Alemania y Tailandia en el que la policía sitúa a los acusados.
El asombro corrió de ventana en ventana mientras los vecinos de la calle Antonio Aparisi se asomaban al ver el contundente despliegue de decenas de policías, que cerraron al tráfico la vía. "Eran chicos muy normales y no daban problema alguno", aseguró una de las residentes. Saludaban en la escalera. Acudían a las reuniones de vecinos. Todo normalidad. Nada que hiciera llamar la atención y desvelara sus actividades ilícitas. Pero lo cierto es que la policía llevaba ya casi medio año tras la pista de la célula. Muchos vecinos habían recibido hace meses la visita de policías de paisano interesándose por los sospechosos. Según Interior, los apresados tenían como principal misión el robo de pasaportes en varias ciudades españolas.
Los documentos eran enviados por el grupo delictivo hasta Tailandia. En el país asiático se encontraba el laboratorio de falsificación de la red. Allí era donde los pasaportes eran manipulados y transformados en fraudulentos.
Desde Tailandia eran remitidos a numerosos países europeos para encubrir la identidad de "miembros de grupos de delincuentes", entre los que podría estar la propia organización terrorista de Osama Bin Laden, como trata de determinar la policía.
Pero no sólo en Tailandia se falsificaban pasaportes. En los registros realizados en Barcelona y Mislata, la Policía Nacional ha intervenido útiles para duplicar estos documentos y numerosos pasaportes ya fraudulentos.
Fuentes de Interior señalaron que la organización actuaba en muchas ocasiones "a la carta". Recibía el encargo de copiar un pasaporte y llevaba a cabo el montaje. Las numerosas fotografías de personas diferentes incautadas en las viviendas así lo prueban. Los agentes también abandonaron los inmuebles con cajas repletas de documentos, equipos informáticos y teléfonos móviles.
Pero junto a la sustracción de pasaportes, los agentes de Información de Madrid, Valencia y Barcelona consideran a los apresados autores de delitos de tráfico de drogas e inmigración ilegal. No es la primera vez que la policía descubre que la comisión de delitos comunes es utilizada por redes islamistas para recabar fondos para Al Qaida.
Financiación islamista
Este es el extremo que los investigadores tratan de aclarar en torno al locutorio de la calle Federico García Lorca de Mislata en el que trabajaban Ikram y Singh. El local contaba con el habitual y extendido método entre los inmigrantes de envío de dinero al extranjero. Fuentes del caso señalaron a LAS PROVINCIAS que la policía trata de determinar si el negocio era la tapadera mediante la que los detenidos remitían fondos a redes islamistas.
Tampoco es la primera vez que una operación con ramificaciones en la Comunitat acaba demostrando una financiación a la organización radical. En 2003, un empresario valenciano fue arrestado, al igual que el dueño de un locutorio en Logroño, por enviar dinero para atentados terroristas.
La Audiencia Nacional acabó demostrando la realidad de las acusaciones con cinco años de prisión para los dos arrestados.
Base de datos y transferencias
En el locutorio de Mislata, los agentes revisaron los diferentes registros informáticos del dinero enviado al extranjero, así como resguardos de transferencias bancarias. Del análisis de esta documentación se desprenderá si la trama desmantelada en Mislata y Barcelona aportaba o no financiación para Al Qaida.
La operación ha sido desarrollada por la Comisaría General de Información y las brigadas de Valencia y Barcelona, con el apoyo de agentes de la Unidad de Intervención Policial (UIP) y de los Grupos Operativos Especiales de Seguridad (Goes). La policía mantiene abierta la operación junto a investigadores de los países de Europa y Asia en los que tenía presencia la red.
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Dos detenidos en Mislata en otra operación contra el terrorismo islamista
Los agentes investigan si los acusados empleaban un locutorio para financiar a Al Qaida
04.02.09 - A. CHECA/C. R. | VALENCIA/BARCELONA
Agentes de la policía nacional, junto al locutorio registrado.
Un policía nacional encapuchado traslada a uno
de los detenidos en la calle Antonio Aparisi de Mislata.
Como hace dos semanas, Barcelona y Valencia volvieron a convertirse ayer en el epicentro de una operación policial contra un grupo supuestamente vinculado con el terrorismo islamista. Los 13 arrestados en la capital catalana y Mislata -dos de ellos en el municipio valenciano- podrían formar parte de la retaguardia de Al Qaida. Su misión, suministrar documentos falsos a los integrantes de la red radical.
Pero esta acusación está todavía pendiente de confirmación por parte de la policía y la Audiencia Nacional, con el juez Fernando Grande-Marlaska a la cabeza. Lo que sí se considera un hecho desde el Ministerio del Interior es que los detenidos integraban un "grupo internacional de crimen organizado" con un variado compendio delictivo: robo y falsificación de documentos, tráfico de drogas e inmigración ilegal.
La operación Fish comenzó en plena noche cerrada. Como suele ser habitual en este tipo de dispositivos, la Policía Nacional irrumpió de madrugada en las casas de los detenidos. Todos dormían. El barrio barcelonés de El Raval, uno de los que cuenta con mayor presencia inmigrante de Barcelona, centró los principales esfuerzos de los investigadores. En tres pisos de las calles Peu de la Creu, Sant Climent y Carretas fueron apresados 10 paquistaníes y un nigeriano.
Simultáneamente, y a la misma hora, agentes antiterroristas de la brigada de Información irrumpían en un tercer piso del número siete de la calle Antonio Aparisi de Mislata. Jangeet Singh y Muhammad Ikram eran los objetivos de la Policía Nacional. Ambos regentaban un locutorio y el primero de ellos era, supuestamente, el propietario de la vivienda.
Junto a ellos fueron detenidos otros tres ciudadanos pakistaníes que también residían alquilados desde hace unos tres años. Sin embargo, su arresto responde a una infracción de la ley de Extranjería, al encontrarse sin papeles de residencia.
Entramado internacional
Ninguna relación guardan estos tres apresados con el entramado internacional con ramificaciones en Francia, Bélgica, Suiza, Reino Unido, Alemania y Tailandia en el que la policía sitúa a los acusados.
El asombro corrió de ventana en ventana mientras los vecinos de la calle Antonio Aparisi se asomaban al ver el contundente despliegue de decenas de policías, que cerraron al tráfico la vía. "Eran chicos muy normales y no daban problema alguno", aseguró una de las residentes. Saludaban en la escalera. Acudían a las reuniones de vecinos. Todo normalidad. Nada que hiciera llamar la atención y desvelara sus actividades ilícitas. Pero lo cierto es que la policía llevaba ya casi medio año tras la pista de la célula. Muchos vecinos habían recibido hace meses la visita de policías de paisano interesándose por los sospechosos. Según Interior, los apresados tenían como principal misión el robo de pasaportes en varias ciudades españolas.
Los documentos eran enviados por el grupo delictivo hasta Tailandia. En el país asiático se encontraba el laboratorio de falsificación de la red. Allí era donde los pasaportes eran manipulados y transformados en fraudulentos.
Desde Tailandia eran remitidos a numerosos países europeos para encubrir la identidad de "miembros de grupos de delincuentes", entre los que podría estar la propia organización terrorista de Osama Bin Laden, como trata de determinar la policía.
Pero no sólo en Tailandia se falsificaban pasaportes. En los registros realizados en Barcelona y Mislata, la Policía Nacional ha intervenido útiles para duplicar estos documentos y numerosos pasaportes ya fraudulentos.
Fuentes de Interior señalaron que la organización actuaba en muchas ocasiones "a la carta". Recibía el encargo de copiar un pasaporte y llevaba a cabo el montaje. Las numerosas fotografías de personas diferentes incautadas en las viviendas así lo prueban. Los agentes también abandonaron los inmuebles con cajas repletas de documentos, equipos informáticos y teléfonos móviles.
Pero junto a la sustracción de pasaportes, los agentes de Información de Madrid, Valencia y Barcelona consideran a los apresados autores de delitos de tráfico de drogas e inmigración ilegal. No es la primera vez que la policía descubre que la comisión de delitos comunes es utilizada por redes islamistas para recabar fondos para Al Qaida.
Financiación islamista
Este es el extremo que los investigadores tratan de aclarar en torno al locutorio de la calle Federico García Lorca de Mislata en el que trabajaban Ikram y Singh. El local contaba con el habitual y extendido método entre los inmigrantes de envío de dinero al extranjero. Fuentes del caso señalaron a LAS PROVINCIAS que la policía trata de determinar si el negocio era la tapadera mediante la que los detenidos remitían fondos a redes islamistas.
Tampoco es la primera vez que una operación con ramificaciones en la Comunitat acaba demostrando una financiación a la organización radical. En 2003, un empresario valenciano fue arrestado, al igual que el dueño de un locutorio en Logroño, por enviar dinero para atentados terroristas.
La Audiencia Nacional acabó demostrando la realidad de las acusaciones con cinco años de prisión para los dos arrestados.
Base de datos y transferencias
En el locutorio de Mislata, los agentes revisaron los diferentes registros informáticos del dinero enviado al extranjero, así como resguardos de transferencias bancarias. Del análisis de esta documentación se desprenderá si la trama desmantelada en Mislata y Barcelona aportaba o no financiación para Al Qaida.
La operación ha sido desarrollada por la Comisaría General de Información y las brigadas de Valencia y Barcelona, con el apoyo de agentes de la Unidad de Intervención Policial (UIP) y de los Grupos Operativos Especiales de Seguridad (Goes). La policía mantiene abierta la operación junto a investigadores de los países de Europa y Asia en los que tenía presencia la red.
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