Benítez corta el tráfico en La Castellana

Benítez corta el tráfico en La Castellana

• El técnico gana la partida a Juande en un pulso de estrategia
  
• Mascherano se marcó un partido táctico impecable con un Madrid que no pisó el área
  
• Un gol de Benayoun en jugada a balón parado condena a una heroica remontada
  

Una jugada a balón parado decidió una batalla táctica a favor del Liverpool en la que los reds atascaron por completo el Bernabéu y parte de La Castellana. El catecismo defensivo de Benítez obligó a los madridistas a hacer cada uno la guerra por su cuenta hasta desquiciarlos en su funcionamiento de ataque. Una falta tonta de Heinze se convirtió en un gol de valor incalculable de Benayoun tras 90 minutos de estrategia de trinchera y fútbol de plomo. El 'laboratorio red' redujo la ofensiva blanca a un par de disparos lejanos en acciones aisladas de Robben e Higuaín. Ni pisaron el área. A eso se le llama un baile táctico. [Narración 0-1] [ ÁLBUM] [GOLES 3D]



Fue como jugar en otro mundo y casi a otro deporte. El sistema defensivo del Liverpool, presión y constantes ayudas zonales, no es el Betis al que los blancos endosaron un set de goles en 45 minutos. No es que el visitante lució en ataque, más que lo justo con un Torres cojo, al que su técnico mantuvo una hora en el campo con un tobillo hinchado no se sabe porqué. Pero se estiraron y picaron por el perfil de Heinze, de largo lo más débil del grupo blanco. Porque Pepe, otra vez majestuoso, no permitió ni una sola por el centro, lo tapó todo. El mecano de Benítez no tiene una sola fisura por donde meterle mano y condenó a los madridistas al abuso individualista. Faltó la paciencia en el toque y la velocidad de balón. El grupo de Juande acabó desquiciado en su funcionamiento ofensivo tras 90 minutos de alta estrategia en un tablero de ajedrez.
De los dos catecismos de fútbol directo ganó por goleada el de Mr Benítez. Los blancos, que arrancaron sueltos, fueron poco a poco cayendo en la trampa de partido de barricada, con ningún nexo entre líneas y nulo desmarque arriba ante los marcajes zonales del laboratorio del madrileño. Mascherano dictó una cátedra de contención, corte y distribución en corto. Él y Xabi Alonso acabaron engullendo tácticamente a la sociedad Lass y Gago. Benítez colocó a Fabio Aurelio de perro de presa de Robben con la constantes ayudas del centinela Mascherano, un futbolista con vocación de solidaridad obrera a tiempo completo. En la zapa, ningún futbolista tiene el valor del argentino. Casi siempre le ensañaron como único lado de salida el interior para el disparos demasiado lejanos. Y Robben acabó en un embudo sin salida posible porque en última instancia le esperaba Carragher por el centro.
La alternativa de Guti


Juande sacó a Guti por la insustancialidad de Marcelo. El Madrid ya tenía algo de pase y creativadad en el centro. Pero sobraban nervios, tensión y muchas indecisiones. Juande pensó en la catalejo del 7 rubio como el único elemento destascador en la trampa urdida por el Liverpool. Renunció a una banda dejando todo el carril derecho a Sergio Ramos y obligó constamente a Robben a percutir por ambos extremos. Pero a Benítez casi nada le importan los nombres y sí el orden táctico. Los reds siguieron destruyendo por completo cualquier intento de reación. En ataque, se limitaron picar con la velocidad de Dirk Kuyt y Benayoun a la espera de algún golpe de fortuna a balón parado como así sucedió.
El Real Madrid sólo diviós de lejos a Reina en dos acciones de Robben y una de Higuaín. Prohibido entrar en el área. Dos disparos que se fueron por el lateral y otro potente del holandés que Reina despejó como pudo. El plan visitante cazó el botín gracias a una acción tonta de Heinze. El argentino, al que le pierde su exceso de agresividad, regaló una falta en una esquina del área. Fabio Aurelio la puso a la cabeza de Benayoun, que remató solo a la red. Un detalle sirve para ganar un partido, que decía el estudioso Rafa. El pequeño israelí no perdonó.
Restaban unos cuantos minutos más de impotencia, en los que el grupo local siguió dádose de cabezazos contra un muro de granito rojo. La euforia de las nueve victorias se diluyó cuando el primer grande de verdad se cruzó por el medio. Ahora obliga a una remontada milagrosa en Anfield Road. Casi nada visto lo visto porque equipos tan trabajados no suelen regalar las ventajas que obtienen a golpe de solidaridad y esfuerzo colectivo.