La policía cree que los dos acusados participaron en el crimen de Teixeiro

La policía cree que los dos acusados participaron en el crimen de Teixeiro

Uno de los funcionarios de la prisión reconoció ante el jurado popular que es imposible que el gimnasio de la prisión, donde se registró el asesinato, esté vigilado de forma permanente
MARÍA PARDO | A CORUÑA El sargento de la Policía Judicial que instruyó el atestado del crimen cometido en mayo de 2006 en la cárcel de Teixeiro declaró ayer en la Audiencia Provincial que, por su experiencia profesional, está convencido de que los dos acusados del asesinato participaron en los hechos, aunque sostiene que Juan Ignacio Lamas Fernández -con antecedentes por hechos similares- fue quien dirigió la reyerta que acabó con la muerte del recluso.

Los agentes dijeron que el otro acusado, David Charlín Mondragón, estaba muy nervioso y sollozando cuando le tomaron declaración. En su opinión, estaba presionado, aunque nunca quiso desvelar por quién. Aunque reconoció haber sido el autor de los golpes con la raqueta de ping pong propinados a la víctima y de haberle puesto un pie en la zona que une la espalda y el cuello, los policías sostuvieron ante el jurado popular que no creyeron que las palabras de este sospechoso fuesen ciertas, pues algunas de sus declaraciones no se correspondían con las pruebas halladas en la escena del crimen.

A pesar de que creen que sus actos estuvieron dirigidos por Lamas Fernández -condenado en la actualidad por dos asesinatos, uno de ellos cometido también en un gimnasio contra un recluso en la cárcel de A Lama-, los policías sostuvieron que, a partir de las declaraciones de los dos imputados y de las pruebas, concluyeron que los dos le dieron golpes a la víctima.

También dieron su opinión los investigadores sobre el pincho carcelario encontrado en el gimnasio donde se cometió el asesinato. La víctima llevaba cuatro días en Teixeiro, poco tiempo, según los agentes, para fabricar el arma. Sin embargo, uno de los presos que declaró en el juicio, y que se encontraba en el mismo módulo que el fallecido y los imputados en mayo de 2006, dijo que vio a la víctima fabricando el pincho en el patio. Este recluso mostró su simpatía hacia Lamas Fernández, a quien calificó de buen compañero. En su declaración ante el tribunal, los procesados se echaron la culpa de la paliza que recibió el fallecido e intentaron demostrar que solo fueron testigos de los hechos.

El jurado popular también escuchó las declaraciones de varios funcionarios de prisiones. Uno de ellos, el primero que vio al fallecido tendido en el suelo, reconoció que el gimnasio no está vigilado de forma permanente, pues los funcionarios tienen que hacer rondas por todo el módulo en el que se encuentran los reclusos considerados muy peligrosos, lo que les impide tener control visual de todos los reclusos en cada momento.

El abogado del Estado -que trata de impedir que Instituciones Penitenciarias se tenga que hacer cargo de las indemnizaciones a la familia de la víctima en caso de que los acusados sean considerados culpables- trató de demostrar que, aunque los vigilantes se diesen cuenta de la pelea antes, la muerte no se hubiese evitado, pues tienen que cruzar varias puertas de seguridad para llegar desde el lugar donde los vigilan hasta el gimnasio, lo que les lleva varios minutos.

También fueron interrogados los funcionarios sobre el pincho que apareció en el lugar del crimen. Insistieron en que los presos son cacheados cada vez que salen de la celda, por lo que no pudieron explicar cómo consiguieron introducir el arma en el gimnasio.

La fiscal pide 20 años de cárcel para Lamas Fernández por ser reincidente y 18 para Charlín Mondragón y que ambos indemnicen a la familia de la víctima con 40.000 euros, siendo el Estado responsable subsidiario de estas cantidades. Las defensas pidieron la libre absolución de sus representados. La abogado de Charlín insistió en que no hay pruebas que incriminen a su representando.