Las clases medias españolas se deslizan hacia la pobreza
El país se enfrenta a un verano en el que podrían crecer las tensiones sociales ya que a algunos parados se les termina el subsidio de desempleo
Una generación de españoles que accedieron a las clases medias por los créditos baratos en la zona euro y el trabajo bien pagado en la construcción, pero que ahora están perdiendo sus empleos e incumpliendo sus pagos en la que podría ser la recesión más grave de un país desarrollado.
Mari Cruz se sujeta el pelo con unas gafas de sol de diseño mientras come cerdo con verdura en una bandeja azul de plástico en el primer comedor municipal abierto en España para un ejército de desempleados.
"Mis padres lo tuvieron mejor", dice esta madre de tres niños, sentada junto a inmigrantes ecuatorianos y rumanos que han sido despedidos a causa de la crisis. "Al menos tenían comida en casa y trabajos a donde ir".
A sus poco más de 40 años, ella y su marido Antonio solían salir a comer y cenar todas las semanas a restaurantes. Pidieron que no se usaran sus apellidos ya que se han unido a los cientos de miles de familias españolas que se sitúan en el umbral de la pobreza.
El problema de la construcción
Los problemas de España pueden percibirse en los bloques de pisos nuevos y vacíos, construcciones abandonadas y centros comerciales desiertos que rodean Madrid - una situación que el economista ganador de un premio Nobel Paul Krugman compara con las de California y Florida.
Los bancos estrechamente regulados están sintiendo las tensiones después de que la morosidad se haya cuadruplicado el año pasado, y el Gobierno ha procedido al primer rescate bancario de la crisis con la intervención de Caja Castilla-La Mancha.
"Este sitio no es la solución, necesitamos trabajos", afirma Antonio enfadado. El comedor en la ciudad dormitorio de Móstoles, en la periferia de Madrid, ha sido creado por el Ayuntamiento gobernado por el Partido Popular para hacer frente al 16% de desempleo. Es, de lejos, la tasa más alta de los 27 miembros de la Unión Europea.
Un verano de tensiones
El país se enfrenta a un verano en el que podrían crecer las tensiones sociales ya que a algunos parados se les termina el subsidio de desempleo, y los más desesperados culpan a los inmigrantes de sus problemas o dicen que tendrán que robar para no pasar hambre.
"La crisis está teniendo un efecto devastador en la clase media y la clase media baja, que consiguieron un nivel de vida que dieron por hecho y que ahora están perdiendo", dijo Ismael Crespo, analista político del Instituto Ortega y Gasset.
"El resultado será el incremento de los delitos hacia las clases no perjudicadas por del desempleo".
Poca formación
Sólo con la educación secundaria y sin experiencia fuera de la industria de la construcción, españoles como Antonio no están muy bien preparados para una economía dirigida por la tecnología que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, espera construir en los próximos cinco años.
Mari Cruz está animando a sus hijos a que tengan una mejor educación que la que tuvo ella, o a que al menos completen su formación en un sistema que tiene una de las mayores tasas de abandono de los países desarrollados, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
Uno de cada tres alumnos en España no terminan la educación obligatoria que llega hasta los 16 años, según los datos de la OCDE.
Se terminan las prestaciones
A Antonio todavía le quedan 18 meses de prestaciones por desempleo, pero el subsidio ya se ha terminado para José María García Martínez y un millón más de pararos.
El constructor desempleado García Martínez dice que no puede apoyarse en otros miembros de la familia, también parados, y que cada día es una lucha para encontrar trabajo y evitar el hambre.
"Si vengo aquí estoy bien, pero si tengo hambre empiezo a tener malos pensamientos, empiezo a pensar en salir a la calle a robar", afirma este hombre de 33 años, mientras habla con un inmigrante ecuatoriano a quien el banco le ha embargado su casa.
España ya tiene una de las mayores tasas de pobreza en la Unión Europea, que afecta a 8,5 millones de personas, o el 19% de la población, según la organización católica Cáritas.
El nivel podría llegar hasta los nueve millones el año que viene, dado que las previsiones apuntan a que el desempleo superará el 20 por ciento, o cinco millones de personas.
Los 5,3 millones de inmigrantes en España han ayudado a duplicar los ingresos per-capita en una década y han convertido al país en la octava economía del mundo, pero ahora compiten con los autóctonos por los cada vez menos empleos en el sector servicios y por salarios que pueden ser de menos de la mitad que en sus mejores años.
"No veo problemas sociales dramáticos", dijo por su parte el profesor de economía Pere Puig, de la escuela de negocios Esade. "Lo que yo veo es una crisis psicológica que está estrangulando a la economía".
Aspirar a nada
La crisis supone que la gente pierda de vista sus aspiraciones. Antonio y Mari Cruz, como millones de personas, se han hipotecado para comprar una casa y coches y viven las vidas con las que soñaron sus padres cuando se trasladaron del campo a Madrid en la década de los 60. A Mari Cruz la despidieron primero de una empresa de catering, y Antonio perdió su empleo en la construcción en marzo.
Todavía bien vestidos, la pareja está en el umbral de la pobreza - que la Unión Europea sitúa en ingresos por debajo de los 550 euros al mes por miembro. Su único ingreso son los 1.280 euros del paro, que no son suficientes para pagar los 1.300 euros de hipotecas, créditos de consumo y tarjetas de crédito. Acuden al comedor para ahorrar 150 euros al mes para alimentar a sus tres hijos.
Para luchar con esta depresión, Zapatero ha lanzado uno de los mayores planes de estímulo de Europa, que incluye proyectos de hasta 250.000 empleos públicos para gente como Antonio.
Antonio dice no haber visto señales de estos empleos y está buscando trabajo en África. Asegura que sólo es cuestión de tiempo que incumpla los pagos de su hipoteca.
La pareja se avergüenza si la ven cruzando las puertas metálicas del comedor, que anteriormente abría sólo para los ancianos y gente sin hogar. Mari Cruz no se lleva a sus hijos a la sala, donde españoles e inmigrantes comen en silencio bajo los cuadros adornados con flores de la Virgen María y varios santos.
El país se enfrenta a un verano en el que podrían crecer las tensiones sociales ya que a algunos parados se les termina el subsidio de desempleo
Una generación de españoles que accedieron a las clases medias por los créditos baratos en la zona euro y el trabajo bien pagado en la construcción, pero que ahora están perdiendo sus empleos e incumpliendo sus pagos en la que podría ser la recesión más grave de un país desarrollado.
Mari Cruz se sujeta el pelo con unas gafas de sol de diseño mientras come cerdo con verdura en una bandeja azul de plástico en el primer comedor municipal abierto en España para un ejército de desempleados.
"Mis padres lo tuvieron mejor", dice esta madre de tres niños, sentada junto a inmigrantes ecuatorianos y rumanos que han sido despedidos a causa de la crisis. "Al menos tenían comida en casa y trabajos a donde ir".
A sus poco más de 40 años, ella y su marido Antonio solían salir a comer y cenar todas las semanas a restaurantes. Pidieron que no se usaran sus apellidos ya que se han unido a los cientos de miles de familias españolas que se sitúan en el umbral de la pobreza.
El problema de la construcción
Los problemas de España pueden percibirse en los bloques de pisos nuevos y vacíos, construcciones abandonadas y centros comerciales desiertos que rodean Madrid - una situación que el economista ganador de un premio Nobel Paul Krugman compara con las de California y Florida.
Los bancos estrechamente regulados están sintiendo las tensiones después de que la morosidad se haya cuadruplicado el año pasado, y el Gobierno ha procedido al primer rescate bancario de la crisis con la intervención de Caja Castilla-La Mancha.
"Este sitio no es la solución, necesitamos trabajos", afirma Antonio enfadado. El comedor en la ciudad dormitorio de Móstoles, en la periferia de Madrid, ha sido creado por el Ayuntamiento gobernado por el Partido Popular para hacer frente al 16% de desempleo. Es, de lejos, la tasa más alta de los 27 miembros de la Unión Europea.
Un verano de tensiones
El país se enfrenta a un verano en el que podrían crecer las tensiones sociales ya que a algunos parados se les termina el subsidio de desempleo, y los más desesperados culpan a los inmigrantes de sus problemas o dicen que tendrán que robar para no pasar hambre.
"La crisis está teniendo un efecto devastador en la clase media y la clase media baja, que consiguieron un nivel de vida que dieron por hecho y que ahora están perdiendo", dijo Ismael Crespo, analista político del Instituto Ortega y Gasset.
"El resultado será el incremento de los delitos hacia las clases no perjudicadas por del desempleo".
Poca formación
Sólo con la educación secundaria y sin experiencia fuera de la industria de la construcción, españoles como Antonio no están muy bien preparados para una economía dirigida por la tecnología que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, espera construir en los próximos cinco años.
Mari Cruz está animando a sus hijos a que tengan una mejor educación que la que tuvo ella, o a que al menos completen su formación en un sistema que tiene una de las mayores tasas de abandono de los países desarrollados, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
Uno de cada tres alumnos en España no terminan la educación obligatoria que llega hasta los 16 años, según los datos de la OCDE.
Se terminan las prestaciones
A Antonio todavía le quedan 18 meses de prestaciones por desempleo, pero el subsidio ya se ha terminado para José María García Martínez y un millón más de pararos.
El constructor desempleado García Martínez dice que no puede apoyarse en otros miembros de la familia, también parados, y que cada día es una lucha para encontrar trabajo y evitar el hambre.
"Si vengo aquí estoy bien, pero si tengo hambre empiezo a tener malos pensamientos, empiezo a pensar en salir a la calle a robar", afirma este hombre de 33 años, mientras habla con un inmigrante ecuatoriano a quien el banco le ha embargado su casa.
España ya tiene una de las mayores tasas de pobreza en la Unión Europea, que afecta a 8,5 millones de personas, o el 19% de la población, según la organización católica Cáritas.
El nivel podría llegar hasta los nueve millones el año que viene, dado que las previsiones apuntan a que el desempleo superará el 20 por ciento, o cinco millones de personas.
Los 5,3 millones de inmigrantes en España han ayudado a duplicar los ingresos per-capita en una década y han convertido al país en la octava economía del mundo, pero ahora compiten con los autóctonos por los cada vez menos empleos en el sector servicios y por salarios que pueden ser de menos de la mitad que en sus mejores años.
"No veo problemas sociales dramáticos", dijo por su parte el profesor de economía Pere Puig, de la escuela de negocios Esade. "Lo que yo veo es una crisis psicológica que está estrangulando a la economía".
Aspirar a nada
La crisis supone que la gente pierda de vista sus aspiraciones. Antonio y Mari Cruz, como millones de personas, se han hipotecado para comprar una casa y coches y viven las vidas con las que soñaron sus padres cuando se trasladaron del campo a Madrid en la década de los 60. A Mari Cruz la despidieron primero de una empresa de catering, y Antonio perdió su empleo en la construcción en marzo.
Todavía bien vestidos, la pareja está en el umbral de la pobreza - que la Unión Europea sitúa en ingresos por debajo de los 550 euros al mes por miembro. Su único ingreso son los 1.280 euros del paro, que no son suficientes para pagar los 1.300 euros de hipotecas, créditos de consumo y tarjetas de crédito. Acuden al comedor para ahorrar 150 euros al mes para alimentar a sus tres hijos.
Para luchar con esta depresión, Zapatero ha lanzado uno de los mayores planes de estímulo de Europa, que incluye proyectos de hasta 250.000 empleos públicos para gente como Antonio.
Antonio dice no haber visto señales de estos empleos y está buscando trabajo en África. Asegura que sólo es cuestión de tiempo que incumpla los pagos de su hipoteca.
La pareja se avergüenza si la ven cruzando las puertas metálicas del comedor, que anteriormente abría sólo para los ancianos y gente sin hogar. Mari Cruz no se lleva a sus hijos a la sala, donde españoles e inmigrantes comen en silencio bajo los cuadros adornados con flores de la Virgen María y varios santos.
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