¿Volverán los trabajadores a pagar los platos rotos de la crisis?
Los empresarios quieren eliminar la tutela judicial que protege los derechos frente al despido
04-05-2009
Los secretarios generales de Comisiones Obreras, Ignacio Fernández Toxo, y de UGT, Cándido Méndez, lo tienen meridianamente claro. Los trabajadores no son los culpables de esta crisis, y por lo tanto no van a ser los que carguen con el mayor peso de ella. Por esta razón se oponen radicalmente a que sean sus representados quienes paguen los platos rotos, lo que significa que los salarios pierdan poder adquisitivo o que pierdan derechos contractuales que han tardado años, cuando no siglos en lograr.
Para Méndez existe una salida derechas y otra de izquierdas. En su opinión, los empresarios tratan de aprovechar que el Pisuerga pasa por Valladolid para meter de clavo una reivindicaciones que plantean desde hace años. No es ningún secreto que la patronal CEOE desde que se inició la transición trata de eliminar la tutela judicial en los despidos. Todo su objetivo en la reforma es quitar la distinción entre despido procedente e improcedente. Es decir, que despedir a un trabajador cueste lo mismo con motivo o sin él. Desaparecería la función de la Magistratura de Trabajo y los trabajadores quedarían desprotegidos judicialmente.
Méndez y Toxo dicen que este es el núcleo central de la reforma que la CEOE viene propugnando por tierra, mar y aire. Por eso proponen un nuevo contrato por dos años con indemnización de 8 días y que se puede rescindir con un preaviso de 7.
Todas las variables propuestas por el gobernador, los expertos, la OCDE, siempre pivotan sobre lo mismo. El argumento que utilizan es que es necesario abaratar y flexibilizar el despido para que las empresas no tengan miedo a contratar cuando la economía se reactive.
"Es una absoluta falacia", afirma Toxo, quien sostiene que en los últimos 15 años los empresarios no han tenido ningún miedo a contratar. "España ha creado más empleo en los años del "boom" económico que el resto de países europeos".
Méndez insiste en que es falso que España tenga el precio de despido más caro de Europa. También señala que es absolutamente falso que el mercado laboral sea rígido. Cuando la situación cambie y el mercado se recupere, "la economía española volverá a crear masivamente empleo como ha sucedido en los años del "boom" en que se crearon seis millones de empleos en dos legislaturas". En su opinión no es verdad que los empresarios tengan miedo a contratar, ya que lo hacen fundamentalmente con contratos temporales (80%) y si las cosas les van mal a las empresas simplemente no renuevan como pasa ahora. Los ajustes se están haciendo con los contratos temporales, que tienen una indemnización muy baja o inexistente y muy baja conflictividad.
Los sindicatos argumentan que no estamos ante un problema de rigidez laboral como se dice, simplemente ante la falta de mercado porque se ha hundido el consumo interno.
Comisiones Obreras y UGT sostienen que abordar ahora una reforma laboral es como tratar de decir qué fue antes, el huevo o la gallina. Dicen que el hecho de que haya más de 5 millones de contratos temporales se debe a un modelo productivo basado en mucha mano de obra y poco capital. Una gran parte de la economía española se basa en actividades de temporada (el turismo representa un 12% del PIB y la construcción un 14%). Esto explica que la tasa de temporalidad siempre haya representado un tercio de los ocupados (era un 30% y ahora un 25%).
Por tanto, en la medida en que la economía base su crecimiento en actividades de alto valor añadido, la temporalidad caerá necesariamente. En definitiva, el marco laboral es un reflejo del modelo productivo del momento. "Lo que no es de recibo es que ahora se quiera convertir a todos los trabajadores en temporales con contratos precarios para resolver el problema de una economía muy poco productiva".
Para los sindicatos resulta paradójico que hayan sido los gobiernos del PP y del PSOE los que hayan permitido que aumente la temporalidad en la administración mientras que se ha reducido en el sector privado.
Otro de sus argumentos es que resulta paradójico que ahora se diga que para salir de la crisis hay que ganar menos y trabajar más. "Han sido los gestores de las empresas quienes han dado ejemplo durante los años del boom económico, aprobando contratos blindados de millones de euros, frente a una moderación de los salarios durante los 14 años que ha durado el ciclo alcista de la economía. Resulta que antes éramos ejemplares para el Banco de España porque manteníamos la moderación y la paz social y ahora somos irresponsables porque nos resistimos a que los trabajadores paguen la crisis recortando sus salarios en un 10, 15 o 20% como quieren los empresarios".
Méndez es contundente al afirmar que el origen de la crisis no ha estado en los salarios ni en los trabajadores y la solución tampoco puede provenir de ellos. Los que han cometido los excesos son los que se tienen ahora que pagarlos.
No obstante, saben que quedan 90 días para cumplir un año de diálogo social sin que haya dado ningún fruto. Tienen que hacer un esfuerzo para llegar a un acuerdo si quieren mantener su credibilidad.
Mar Díaz-Varela
La Vanguardia
Los empresarios quieren eliminar la tutela judicial que protege los derechos frente al despido
04-05-2009
Los secretarios generales de Comisiones Obreras, Ignacio Fernández Toxo, y de UGT, Cándido Méndez, lo tienen meridianamente claro. Los trabajadores no son los culpables de esta crisis, y por lo tanto no van a ser los que carguen con el mayor peso de ella. Por esta razón se oponen radicalmente a que sean sus representados quienes paguen los platos rotos, lo que significa que los salarios pierdan poder adquisitivo o que pierdan derechos contractuales que han tardado años, cuando no siglos en lograr.
Para Méndez existe una salida derechas y otra de izquierdas. En su opinión, los empresarios tratan de aprovechar que el Pisuerga pasa por Valladolid para meter de clavo una reivindicaciones que plantean desde hace años. No es ningún secreto que la patronal CEOE desde que se inició la transición trata de eliminar la tutela judicial en los despidos. Todo su objetivo en la reforma es quitar la distinción entre despido procedente e improcedente. Es decir, que despedir a un trabajador cueste lo mismo con motivo o sin él. Desaparecería la función de la Magistratura de Trabajo y los trabajadores quedarían desprotegidos judicialmente.
Méndez y Toxo dicen que este es el núcleo central de la reforma que la CEOE viene propugnando por tierra, mar y aire. Por eso proponen un nuevo contrato por dos años con indemnización de 8 días y que se puede rescindir con un preaviso de 7.
Todas las variables propuestas por el gobernador, los expertos, la OCDE, siempre pivotan sobre lo mismo. El argumento que utilizan es que es necesario abaratar y flexibilizar el despido para que las empresas no tengan miedo a contratar cuando la economía se reactive.
"Es una absoluta falacia", afirma Toxo, quien sostiene que en los últimos 15 años los empresarios no han tenido ningún miedo a contratar. "España ha creado más empleo en los años del "boom" económico que el resto de países europeos".
Méndez insiste en que es falso que España tenga el precio de despido más caro de Europa. También señala que es absolutamente falso que el mercado laboral sea rígido. Cuando la situación cambie y el mercado se recupere, "la economía española volverá a crear masivamente empleo como ha sucedido en los años del "boom" en que se crearon seis millones de empleos en dos legislaturas". En su opinión no es verdad que los empresarios tengan miedo a contratar, ya que lo hacen fundamentalmente con contratos temporales (80%) y si las cosas les van mal a las empresas simplemente no renuevan como pasa ahora. Los ajustes se están haciendo con los contratos temporales, que tienen una indemnización muy baja o inexistente y muy baja conflictividad.
Los sindicatos argumentan que no estamos ante un problema de rigidez laboral como se dice, simplemente ante la falta de mercado porque se ha hundido el consumo interno.
Comisiones Obreras y UGT sostienen que abordar ahora una reforma laboral es como tratar de decir qué fue antes, el huevo o la gallina. Dicen que el hecho de que haya más de 5 millones de contratos temporales se debe a un modelo productivo basado en mucha mano de obra y poco capital. Una gran parte de la economía española se basa en actividades de temporada (el turismo representa un 12% del PIB y la construcción un 14%). Esto explica que la tasa de temporalidad siempre haya representado un tercio de los ocupados (era un 30% y ahora un 25%).
Por tanto, en la medida en que la economía base su crecimiento en actividades de alto valor añadido, la temporalidad caerá necesariamente. En definitiva, el marco laboral es un reflejo del modelo productivo del momento. "Lo que no es de recibo es que ahora se quiera convertir a todos los trabajadores en temporales con contratos precarios para resolver el problema de una economía muy poco productiva".
Para los sindicatos resulta paradójico que hayan sido los gobiernos del PP y del PSOE los que hayan permitido que aumente la temporalidad en la administración mientras que se ha reducido en el sector privado.
Otro de sus argumentos es que resulta paradójico que ahora se diga que para salir de la crisis hay que ganar menos y trabajar más. "Han sido los gestores de las empresas quienes han dado ejemplo durante los años del boom económico, aprobando contratos blindados de millones de euros, frente a una moderación de los salarios durante los 14 años que ha durado el ciclo alcista de la economía. Resulta que antes éramos ejemplares para el Banco de España porque manteníamos la moderación y la paz social y ahora somos irresponsables porque nos resistimos a que los trabajadores paguen la crisis recortando sus salarios en un 10, 15 o 20% como quieren los empresarios".
Méndez es contundente al afirmar que el origen de la crisis no ha estado en los salarios ni en los trabajadores y la solución tampoco puede provenir de ellos. Los que han cometido los excesos son los que se tienen ahora que pagarlos.
No obstante, saben que quedan 90 días para cumplir un año de diálogo social sin que haya dado ningún fruto. Tienen que hacer un esfuerzo para llegar a un acuerdo si quieren mantener su credibilidad.
Mar Díaz-Varela
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