Obama, en manos de los 'perros azules'

Obama, en manos de los 'perros azules'


Obama, en un supermercado de Virginia, donde acudió para hablar de la sanidad. | AFP

• Son demócratas que han ganado en feudos republicanos por el hastío de Bush
  
• Su ideología es más cercana a los conservadores por ejemplo en las armas
  
• Además, son contrarios a aumentar los impuestos y cualquier gasto público
  
• Ya aprobaron a regañadientes el plan de estímulo económico del presidente
  

A falta de poco más de una semana para el receso estival, el Congreso de EEUU vive una actividad frenética con el objetivo de aprobar un proyecto de ley sobre la reforma sanitaria. El miércoles por la tarde, un grupo de congresistas demócratas, que forma parte del grupo popularmente conocido como 'blue dogs' (perros azules), anunció que había llegado a un acuerdo con los líderes del partido en la Cámara Baja que rebaja el grado de ambición de la reforma esbozado anteriormente.

La noticia, así como varios movimientos políticos de los últimos días en los pasillos del Congreso, ha servido para demostrar el papel clave que jugarán los 'blue dogs' en esta legislatura. Este grupo informal está integrado por los congresistas demócratas elegidos en tradicionales feudos republicanos gracias a la impopularidad de Bush, y al amplio hastío que despertaba su gobierno.
A pesar de pertenecer al Partido Demócrata, ideológicamente, en muchos asuntos se encuentran más cercanos a los postulados republicanos que a los de sus correligionarios. Por ejemplo, muchos de ellos son acérrimos defensores del derecho individual a portar armas, y contrarios al aborto o al matrimonio homosexual.
Sin embargo, si hay una idea que los une y que guía su acción política es su oposición al déficit. Identificados con el término 'conservadores fiscales', los 'blue dogs' aborrecen cualquier aumento de los impuestos, y del gasto público.
Escépticos con la reforma sanitaria


De ahí que hayan mostrado públicamente su escepticismo hacia los proyectos de reforma sanitaria desvelados la última semana por varios comités de la Cámara de Representantes y el Senado. Después de haber aprobado ya a regañadientes el paquete de estímulo económico -que ascendía a unos 550.000 millones de euros-, han expresado públicamente su alarma por el coste estimado de la reforma sanitaria que les gustaría aprobar a Obama, y al ala progresista de su propio partido.
Y es que, ante unas encuestas que sugieren que una parte importante del electorado recela de los enormes déficits en los que ha incurrido el país, los 'blue dogs' sienten que su escaño peligra si no son capaces de defender de forma asertiva sus credenciales de 'conservadores fiscales'.
Aunque los demócratas gozan de una amplía mayoría en la Cámara de Representantes y el Senado, necesitan los votos de los 'blue dogs' para aprobar sus dos proyectos estrella para esta legislatura: la ley de la reforma sanitaria, y la ley contra el cambio climático, que incluye topes en las emisiones de gases contaminantes.
Si tenemos en cuenta que, como ha declarado el senador republicano James DeMint, una derrota de Obama en la reforma sanitaria, supondría su 'Waterloo', en parte, el futuro del presidente se encuentra en las manos de los 'blue dogs'. Conscientes de su posición estratégica de pivotes en el Congreso para la formación de las mayorías necesarias, ya han empezado a hacer valer su influencia extrayendo cesiones de sus compañeros en la Cámara de Representantes.
Reforma sanitaria y ley contra el cambio climático


Por ejemplo, el acuerdo anunciado el viernes reduce notablemente el coste de la reforma sanitaria esbozado en un principio a partir de rebajar las subvenciones a las rentas bajas para que puedan contratar seguros sanitarios, y de limitar la carga impositiva de las pequeñas empresas. Además, limita el ámbito de acción del plan de sanidad público que debería competir con las compañías privadas.
El proceso de negociación de la reforma sanitaria y de la ley contra el cambio climático será largo y tortuoso, y aún es pronto para pronosticar el alcance de las reformas. En buena parte, ello dependerá de las concesiones que los 'blue dogs' puedan arrancar a la Casa Blanca y al liderazgo demócrata.
Si se salen con la suya, las reformas en marcha serán menos ambiciosas de lo que había prometido Obama en la campaña electoral. Le quedaría así un sabor agridulce al presidente: habría conseguido triunfar allí donde muchos de sus predecesores fracasaron, pero el resultado quedaría a medio camino de sus audaces propuestas.
En este caso, y de cara al 2012, a Obama le tocaría convencer a sus más apasionados seguidores de que quizás no ha traído el cambio que había prometido, pero que es mejor un cambio menor al mantenimiento de un desastroso 'statu quo'.