Vigilantes V.S.
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TANIA SUÁREZ | A CORUÑA Uno de los detenidos por su presunta implicación en los descuartizamientos de Aranga será juzgado el 15 de enero por clavarle una navaja al portero de una discoteca de Juan Flórez. A.F.B., conocido como Toni, se sentará en el banquillo de los acusados junto a su hermano mayor. El fiscal sostiene que la víctima les pidió que abandonasen el local porque tenían un "comportamiento incorrecto", ante lo que reaccionaron abalanzándose sobre él y rompiéndole un vaso de cristal en la cabeza.
El vigilante, con ayuda de sus compañeros, logró que el sospechoso de ayudar a desmembrar los cadáveres de un narcotraficante y de un toxicómano en noviembre del año pasado saliese de la discoteca. Una vez en el exterior, el procesado le clavó una navaja al portero y la esgrimió para amenazar a otro de los encargados de garantizar la seguridad en el local. En ese instante, según asegura el Ministerio público en su escrito de calificación, llegó la policía y el acusado intentó escapar, pero uno de los agentes logró detenerlo a pesar de que opuso resistencia propinándole patadas y arañazos.
El implicado en el crimen de Aranga fue trasladado a la Casa del Mar, donde comenzó a golpear los objetos que estaban a su alcance, entre ellos una lámpara que tuvo que reponer el Sergas y que costó 82 euros. El fiscal solicita que pague a la Xunta el importe de los desperfectos.
El Ministerio público exige que Toni sea condenado a cinco años y once meses de prisión y a pagar una multa de 84 euros; y su hermano, a doce días de localización permanente. La Fiscalía, además, pide que el detenido por los descuartizamientos de Aranga indemnice al portero de la discoteca con 5.351 euros; y al policía local al que agredió, con 2.300 euros. El representante del Ministerio público imputa a Toni un delito de lesiones y otro de atentado; y dos faltas de lesiones, una de amenazas y otra de daños. Al otro procesado lo acusa de cometer una falta de lesiones.
El vigilante de seguridad sufrió, como consecuencia de las agresiones, una herida en el abdómen, de la que tardó en curar 15 días, cuatro de los cuales estuvo hospitalizado y, por tanto, incapacitado para realizar sus ocupaciones habituales. Como secuela le quedó una cicatriz de dos centímetros, que, según el fiscal, le causa un "perjuicio estético ligero". Los hechos sucedieron el 1 de abril de 2006 sobre las cinco y media de la mañana. Toni tenía en ese momento 25 años; y su hermano, 27. Los dos estuvieron en prisión provisional por estos hechos.
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El vigilante, con ayuda de sus compañeros, logró que el sospechoso de ayudar a desmembrar los cadáveres de un narcotraficante y de un toxicómano en noviembre del año pasado saliese de la discoteca. Una vez en el exterior, el procesado le clavó una navaja al portero y la esgrimió para amenazar a otro de los encargados de garantizar la seguridad en el local. En ese instante, según asegura el Ministerio público en su escrito de calificación, llegó la policía y el acusado intentó escapar, pero uno de los agentes logró detenerlo a pesar de que opuso resistencia propinándole patadas y arañazos.
El implicado en el crimen de Aranga fue trasladado a la Casa del Mar, donde comenzó a golpear los objetos que estaban a su alcance, entre ellos una lámpara que tuvo que reponer el Sergas y que costó 82 euros. El fiscal solicita que pague a la Xunta el importe de los desperfectos.
El Ministerio público exige que Toni sea condenado a cinco años y once meses de prisión y a pagar una multa de 84 euros; y su hermano, a doce días de localización permanente. La Fiscalía, además, pide que el detenido por los descuartizamientos de Aranga indemnice al portero de la discoteca con 5.351 euros; y al policía local al que agredió, con 2.300 euros. El representante del Ministerio público imputa a Toni un delito de lesiones y otro de atentado; y dos faltas de lesiones, una de amenazas y otra de daños. Al otro procesado lo acusa de cometer una falta de lesiones.
El vigilante de seguridad sufrió, como consecuencia de las agresiones, una herida en el abdómen, de la que tardó en curar 15 días, cuatro de los cuales estuvo hospitalizado y, por tanto, incapacitado para realizar sus ocupaciones habituales. Como secuela le quedó una cicatriz de dos centímetros, que, según el fiscal, le causa un "perjuicio estético ligero". Los hechos sucedieron el 1 de abril de 2006 sobre las cinco y media de la mañana. Toni tenía en ese momento 25 años; y su hermano, 27. Los dos estuvieron en prisión provisional por estos hechos.
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