Un traslado forzoso

No es frecuente que un hospital recurra a la presencia de vigilantes de seguridad para cambiar a una enferma de habitación. Eso sucedió en el Clínico Universitario el martes por la noche. Una paciente de 79 años tuvo que dejar la habitación individual en la que se hallaba ingresada para marcharse a una doble. No le quedó otra alternativa. El jefe de la guardia, acompañado por una vigilante de seguridad y por dos celadores, decidió el traslado para que la estancia fuese ocupada por otro paciente que, a su juicio, estaba más grave. Como en un principio las dos hijas de la enferma no aceptaban que su madre fuese llevada a una habitación doble, al entender que por su débil estado de salud y su avanzada edad necesitaba estar sola, el jefe de la guardia pidió la presencia del personal de seguridad.
«Fue algo injusto e indignante. Mi madre no se merecía ese trato. Está ingresada pendiente de que la operen de un hombro. Si no lo han hecho ya es porque su estado no lo aconsejaba», relata una de sus hijas, que ha presentado una reclamación ante la gestoría de usuarios del Clínico y que hoy tiene previsto entregar otra en la Delegación Provincial de Salud.
«Las cosas no se deben hacer así. El médico se presentó con una vigilante de seguridad y dos celadores y le dijo a mi hermana que, si se negaba al traslado, llamaría a la policía. Por si fuera poco, afirmó que éramos unas egoístas por no querer que se llevaran a mi madre a una habitación doble y por no pensar en los demás. ¿Acaso habría dicho lo mismo si la enferma hubiese su madre», señala una hija de la paciente, y explica que la enferma, además del problema traumatológico que padece, sufrió un accidente cerebrovascular, tiene una dolencia cardiaca, se desorienta con facilidad y es diabética.
Esos trastornos de cabeza hacen que duerma mal por las noches, que se levante mucho y se agite, con las consiguientes molestias para la enferma que está en la otra cama, señalan sus hijas. «No pedimos una habitación individual por gusto, sino por una necesidad. Nosotras no somos egoístas; sólo queremos lo mejor para nuestra madre. Y nos sentimos muy mal por la forma en que se produjo el traslado. Ella se llevó un disgusto muy grande, se le disparó el azúcar y no paró de llorar por culpa del trato recibido».
Un caso más grave
La versión ofrecida por el hospital es que el médico que ese día estaba de jefe de la guardia actuó correctamente tanto al decidir que la enferma fuese trasladada como al recurrir a la presencia del personal de seguridad ante la negativa de la familia de la enferma a abandonar la estancia e irse a otra. «Esa cama hacía falta para un enfermo que estaba más grave. Es desagradable tener que llamar a seguridad, pero al médico no le quedó otra opción. Decidir qué paciente ocupa cada cama es responsabilidad del hospital, no de los familiares», indican las fuentes citadas, que respaldan la actuación del facultativo
En ese sentido, subrayan que el jefe de la guardia, al acabar su turno, redactó y firmó un parte de incidencias en el que contaba lo sucedido y explicaba por qué tuvo que llamar al personal de vigilancia para que le acompañase. «La familia de la paciente se negaba al traslado y, como esa habitación hacía falta para un hombre, no quedó otro remedio que actuar como se actuó», afirman las fuentes. Agregan que las habitaciones individuales se asignan en función de las necesidades asistenciales y por prioridad de gravedad.


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