Corazón 'laboral' partido

Los empleados de Grupo Norte -más de 11.400 personas- tienen el corazón partido. Les paga una empresa; trabajan en otra. La paradoja está en que ahora, empresas de servicios como ésta tienen entre sus filas indefinidos, gente "de la casa", su mayor activo.

Como cada semana, hemos visitado una empresa y hemos hablado con sus directivos y sus empleados. Pero esta vez nos hemos movido bastante porque la plantilla de Grupo Norte está repartida en un sinfín de destinos.

Son un equipo de más de 11.000 personas que, en ocasiones, poco tienen en común más allá de la nómina y el 'modus operandi'. Pueden estar detrás de un mostrador para alquilar coches en el aeropuerto de Málaga o desinfectando un quirófano en Madrid. Son vigilantes de seguridad, limpiadores, educadores infantiles y mil cosas más porque trabajan en una empresa de servicios de las más diversificadas en actividades.

En común, esta inusual plantilla tiene además un jefe, José Rolando Álvarez, segunda generación en el negocio familiar que hoy es un gigante comparado con el modesto proyecto que fundaron sus padres en un bajo comercial de Valladolid.

Lo que ocurre es que, en este caso, el jefe tiene competencia o, tal vez, compañía, por eso dicen los empleados que tienen el corazón partido. Les paga una empresa; trabajan en otra. Forman parte de dos equipos a la vez.

A las empresas de servicios no les gusta la palabra "subcontrata", pero a los "subcontratados" cada vez les va importando menos el hecho de serlo. Nos vamos acostumbrando todos a vidas laborales con recorridos más largos; vamos entrando en la razón del mercado y asumiendo que se acabaron los puestos para toda la vida. Pero la paradoja está en que ahora, empresas de servicios como Grupo Norte tienen entre sus filas indefinidos, gente "de la casa", su mayor activo.

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