Uno de los vigilantes acusados de matar a un ladrón alega que el arma se disparó al forcejear
El hermano del fallecido, juzgado por el robo en Las Atalayas, asegura que los tiros no pudieron ser al aire porque tres les alcanzaron a el
La Audiencia sentó ayer en el banquillo a los dos vigilantes de seguridad imputados por la muerte a tiros de un ladrón en el polígono de Las Atalayas en junio de 2006. Los guardas alegaron que sólo hicieron disparos intimidatorios al aire para tratar de frenar a los fugitivos, que hicieron caso omiso a sus avisos de alto y trataron de atropellarles. No obstante, uno de ellos adujo que el arma se le disparó accidentalmente cuando forcejeaba con uno de los asaltantes, el que luego murió como consecuencia de los disparos, pero no fue consciente de haberle alcanzado.
El segundo de los ladrones, hermano del fallecido, era juzgado ayer junto a los guardas acusado del robo. Éste admitió todas las acusaciones contra él y señaló que los vigilantes tiraron a dar contra ellos. "Ocho tiros y tres acabaron alcanzando a dos personas. Pues vaya unos disparos al aire", aseguró éste, de iniciales Antonio G. G. Cada uno de los agentes se enfrenta a once años de cárcel acusados de homicidio.
Los hechos ocurrieron en el Polígono de Las Atalayas sobre las 4.50 horas del 21 de junio de 2006 cuando los dos asaltantes entraron a robar en un bar tras haber empotrado un coche robado contra la cristalera del local. El personal de seguridad les sorprendió in fraganti al acudir para comprobar la alarma. Cuando trataron de huir, los dos resultaron heridos de bala. Uno de los disparos alcanzó a uno de los hermanos en la pierna, mientras que el otro perdió la vida tras recibir los impactos en el ojo y en un pulmón, éste último por la espalda. El fallecido se desplomó cuando los dos fugitivos intentaban huir en el todoterreno de uno de los guardas.
Antonio G. G. aseguró ayer que "sólo tratábamos de marcharnos" y que no trataron de atropellar a los agentes. "Quería llevar a mi hermano al Hospital", dijo. A la hora de explicar por qué no se detuvieron al darles el alto en el primer momento, aseguró que "llevo más de quince años robando y cuando alguien me dice "alto", para mi es que corra más deprisa". El acusado dijo que a los vigilantes no les hubiera costado ningún esfuerzo alcanzarles en una carrera porque tanto él como su hermano iban cojeando. "Les habíamos herido su orgullo por llevarnos su coche", dijo. Según su versión, uno de los vigilantes le hirió en la pierna y el otro fue el que disparó contra su hermano. Éste cayó desmayado mientras conducía y él tuvo que tomar el volante. "Si llego a tener un arma, les hubiera matado a ellos y a su familia por lo que le hicieron. Es lo lógico", sentenció.
El primero de los vigilantes, M. A. S., declaró que se encontraba muy cerca del bar asaltado cuando llegó el aviso de alarma y que avisó a su compañero al comprobar que la alerta no era falsa. "Uno llevaba una maza en la mano e hizo ademán como de ir a golpearme", relató. Según manifestó, a pesar de que llevaba el arma desenfundada y que les dio varias veces el alto, ambos hicieron caso omiso y salieron a toda velocidad en el coche, tirándole espuma de un extintor al pasar junto a él. "Fue una reacción inesperada y me quedé aturdido. Al recuperarme, vi que mi compañero les había interceptado con su coche", explicó. Al ver inutilizado su vehículo, fue cuando los dos hermanos salieron enfrentándose a los vigilantes para llevarse uno de sus todoterrenos. En este momento, este vigilante estaba hablando por la emisora para comprobar si la Policía estaba de camino. El todoterreno con los dos hermanos chocó contra varios vehículos y volcó. El agente dijo que hizo tres disparos en el incidente, todos al aire.
Del arma del segundo vigilante, el que se enfrentó al ladrón que acabó fallecido, salieron hasta cinco balas. El guarda, de iniciales M. N. L., aseguró que sus disparos fueron intimidatorios pero que la pistola pudo dispararse mientras force?jeaba con el fugitivo, que había intentado atacarle con un destornillador. Cuando la fiscal le preguntó por una declaración anterior, en la que el acusado reconoció haber disparado al ladrón al hombro mientras huía, éste se limitó a decir que no lo recordaba.
A pesar de que hubo un despliegue de seguridad en la Audiencia, la vista se desarrolló sin incidentes. El juicio seguirá hoy.
El hermano del fallecido, juzgado por el robo en Las Atalayas, asegura que los tiros no pudieron ser al aire porque tres les alcanzaron a el
La Audiencia sentó ayer en el banquillo a los dos vigilantes de seguridad imputados por la muerte a tiros de un ladrón en el polígono de Las Atalayas en junio de 2006. Los guardas alegaron que sólo hicieron disparos intimidatorios al aire para tratar de frenar a los fugitivos, que hicieron caso omiso a sus avisos de alto y trataron de atropellarles. No obstante, uno de ellos adujo que el arma se le disparó accidentalmente cuando forcejeaba con uno de los asaltantes, el que luego murió como consecuencia de los disparos, pero no fue consciente de haberle alcanzado.
El segundo de los ladrones, hermano del fallecido, era juzgado ayer junto a los guardas acusado del robo. Éste admitió todas las acusaciones contra él y señaló que los vigilantes tiraron a dar contra ellos. "Ocho tiros y tres acabaron alcanzando a dos personas. Pues vaya unos disparos al aire", aseguró éste, de iniciales Antonio G. G. Cada uno de los agentes se enfrenta a once años de cárcel acusados de homicidio.
Los hechos ocurrieron en el Polígono de Las Atalayas sobre las 4.50 horas del 21 de junio de 2006 cuando los dos asaltantes entraron a robar en un bar tras haber empotrado un coche robado contra la cristalera del local. El personal de seguridad les sorprendió in fraganti al acudir para comprobar la alarma. Cuando trataron de huir, los dos resultaron heridos de bala. Uno de los disparos alcanzó a uno de los hermanos en la pierna, mientras que el otro perdió la vida tras recibir los impactos en el ojo y en un pulmón, éste último por la espalda. El fallecido se desplomó cuando los dos fugitivos intentaban huir en el todoterreno de uno de los guardas.
Antonio G. G. aseguró ayer que "sólo tratábamos de marcharnos" y que no trataron de atropellar a los agentes. "Quería llevar a mi hermano al Hospital", dijo. A la hora de explicar por qué no se detuvieron al darles el alto en el primer momento, aseguró que "llevo más de quince años robando y cuando alguien me dice "alto", para mi es que corra más deprisa". El acusado dijo que a los vigilantes no les hubiera costado ningún esfuerzo alcanzarles en una carrera porque tanto él como su hermano iban cojeando. "Les habíamos herido su orgullo por llevarnos su coche", dijo. Según su versión, uno de los vigilantes le hirió en la pierna y el otro fue el que disparó contra su hermano. Éste cayó desmayado mientras conducía y él tuvo que tomar el volante. "Si llego a tener un arma, les hubiera matado a ellos y a su familia por lo que le hicieron. Es lo lógico", sentenció.
El primero de los vigilantes, M. A. S., declaró que se encontraba muy cerca del bar asaltado cuando llegó el aviso de alarma y que avisó a su compañero al comprobar que la alerta no era falsa. "Uno llevaba una maza en la mano e hizo ademán como de ir a golpearme", relató. Según manifestó, a pesar de que llevaba el arma desenfundada y que les dio varias veces el alto, ambos hicieron caso omiso y salieron a toda velocidad en el coche, tirándole espuma de un extintor al pasar junto a él. "Fue una reacción inesperada y me quedé aturdido. Al recuperarme, vi que mi compañero les había interceptado con su coche", explicó. Al ver inutilizado su vehículo, fue cuando los dos hermanos salieron enfrentándose a los vigilantes para llevarse uno de sus todoterrenos. En este momento, este vigilante estaba hablando por la emisora para comprobar si la Policía estaba de camino. El todoterreno con los dos hermanos chocó contra varios vehículos y volcó. El agente dijo que hizo tres disparos en el incidente, todos al aire.
Del arma del segundo vigilante, el que se enfrentó al ladrón que acabó fallecido, salieron hasta cinco balas. El guarda, de iniciales M. N. L., aseguró que sus disparos fueron intimidatorios pero que la pistola pudo dispararse mientras force?jeaba con el fugitivo, que había intentado atacarle con un destornillador. Cuando la fiscal le preguntó por una declaración anterior, en la que el acusado reconoció haber disparado al ladrón al hombro mientras huía, éste se limitó a decir que no lo recordaba.
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