Desmantelada en La Viñuela una banda lituana especializada en secuestros

Complexión muy fuerte, aunque no gordo. Unos 120 kilos de peso y exactamente 2,03 metros de alto. Así describe Julio Bujalance, inspector jefe del Grupo II de la Unidad contra el Crimen Organizado de la Comisaría de Málaga, a Mantas D., un lituano de 29 años que ha asumido ser el líder de una peligrosa banda especializada en secuestros.

Su hermano, Eimantas D., de 25 años, 1,90 metros y 90 kilos de peso, no se le queda muy atrás. Él y G. J, de 29 años, también lituano, cumplían a rajatabla las órdenes del líder, «como si fueran soldados», explicó el inspector. Junto a ellos ha sido detenido P. F., de nacionalidad checa y que se dedicaba a la logística e infraestructura de la organización, con funciones como la falsificación de dinero y documentos.

Piso en Torrox

El grupo vivía desde hace un año en una casa próxima al pantano de La Viñuela y disponía de un piso franco en Torrox, en el que guardaban material que utilizaban en las operaciones delictivas. No obstante, con anterioridad había protagonizado un secuestro en Marbella, por el que había negociado y cobrado un rescate de 500.000 euros después de retener a su víctima durante una semana en un cortijo de una localidad de Almería. El dinero conseguido habría sido invertido en la compra de inmuebles y vehículos en su país, según las pesquisas policiales.

La Udyco Costa del Sol de la Policía Nacional y el Grupo de Patrimonio de la Guardia Civil de Málaga han llevado a cabo las investigaciones, que comenzaron en abril de este año y que finalizaron con la detención de los integrantes de la banda esta semana, justo cuando se disponían a abandonar la Axarquía. Además del de Marbella, se les imputan otros dos secuestros, en este caso exprés y que se llevaron a cabo en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) y Mairena de Alcor (Sevilla) durante el pasado año.

«Sabían exactamente a quién secuestraban», afirma Bujalance, y lo sabían porque llevaban a cabo una exhaustiva vigilancia de las potenciales víctimas. Estudiaban sus hábitos, los vehículos que utilizaban, los itinerarios que seguían y esperaban el momento más propicio para actuar.

«Cuando lo hacían, entraban en las viviendas a saco», afirma el responsable policial. «Entraban a punta de pistola, encapuchados y utilizaban bridas de plástico para inmovilizar a las víctimas». También usaban cinta adhesiva para impedir que gritaran. Los dos secuestros exprés que se les imputan fueron cometidos en viviendas bajas, tipo chalé.

Vida austera

En La Viñuela en cambio, donde tenían alquilada la casa en la que vivían, llevaban una vida totalmente austera, aunque el interior de la misma tuviera equipos de última tecnología. Como ejemplo, el inspector relata que durante una vigilancia que realizaron a los dos hermanos, en seis o siete horas tan sólo consumieron un café en el bar en el que habían fijado la cita.

Además de los secuestros, los investigadores están convencidos de que la organización se dedicaba al robo de droga a otros traficantes y que lo hacían haciéndose pasar por policías. «Hemos encontrado dinero falso en fajos y en una bolsa de viaje, además de sirenas de la policía, una placa de escolta privado en una cartera que, mostrada de forma rápida, puede pasar por una placa policial y distintivos de la Guardia Civil», explica Bujalance. El inspector asegura que ésta es una fórmula empleada por las bandas para robarse mercancía: Cuando van a hacer la transacción de la droga por el dinero, miembros de la organización irrumpen en escena como si se tratara de una operación policial. Los traficantes que llevan la droga salen corriendo y abandonan la mercancía.

En los registros se han intervenido 1.200.000 euros falsos en billetes de 500; dos armas de fuego cortas, un subfusil, munición, cuatro vehículos de alta gama, tres de ellos robados, y numerosa documentación falsa.