Un clan de la Cañada robó 1.100 furgonetas para vender sus motores a Marruecos
Probablemente, sea la mayor operación contra el robo y tráfico ilícito de vehículos en cuanto al número de furgonetas sustraídas. Robaban siempre el mismo modelo, a trabajadores, las desguazaban en menos de 24 horas en una nave industrial de Fuenlabrada y luego, normalmente los motores, los mandaban a Marruecos, donde les daban salida. Así, hasta más de 1.100 vehículos Citroën C-15 en dos años de actividad delictiva.
De este modo funcionaba una peligrosa banda que se había asentado en la Cañada Real Galiana, madriguera de este -y otros tantos- tipos de delincuentes. En la llamada operación «Chimenea» se ha detenido a un total de cinco personas, tres marroquíes, un español dueño de la nave de Fuenlabrada donde escondían las piezas y un segundo español que ayudaba en el desmontaje de las piezas.
Las pesquisas del Grupo de Delincuencia Organizada de Automóvil de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil arrancaron el pasado febrero. Se había producido un escalofriante repunte en el número de furgonetas sustraídas por el método del robo con fuerza en toda la Comunidad de Madrid. Pero es que había más: siempre se trataba de la misma marca y modelo, las Citroën C-15 y sus propietarios eran trabajadores y autónomos, quienes descubrían que sus vehículos habían desaparecido de repente.
Con estos datos, la Guardia Civil comenzó a trabajar. Estaba clara una cosa. La elección del mismo modelo de furgoneta no era baladí: el modelo C-15 cuenta con unas piezas que se pueden utilizar en otros modelos e, incluso, en otras marcas, precisaron fuentes de la investigación.
Perfectamente organizados
El calibre de los robos hizo pensar a los investigadores en una banda perfectamente organizada. Y así ha quedado constatado. Es más, se piensa que el robo de las más de 1.100 furgonetas y otros vehículos se ha ido perpetrando en los dos últimos años.
Una vez robados los automóviles, la banda no tardaba ni 24 horas en desmenuzarlos, literalmente. Lo llevaban a una nave de 3.000 metros cuadrados situada en la calle de la Laguna, 39-41, de un polígono industrial de Fuenlabrada. El traslado de los vehículos lo hacían por la noche. Con radiales, desmantelaban los chasis, las chapas, las ruedas, los asientos... Incluso destrozaban los bastidores y las matrículas, para eliminar cualquier rastro de su procedencia. Los guardias civiles, asimismo, hallaron documentación de algunas de las furgonetas robadas en un cubo de basura.
Las piezas más valiosas, como los motores, los mandaban a Marruecos, donde los cabecillas de la banda, de ese país, tenían sus contactos. Utilizaban contenedores vía marítima para trasladar la mercancía. No ha trascendido la cantidad que recibía la banda por estas piezas en el mercado negro.
Las investigaciones continúan abiertas en el sentido de dar con posibles desguaces ilegales donde irían a acabar el resto de piezas de las furgonetas, puesto que, en el registro a la mencionada nave, se han hallado puertas descolgadas sin ningún arañazo, listas para darles salida.
Escondrijo en la Cañada
Finalmente, la operación se desencadenó los días 23 y 24 de julio. La banda estaba radicada en la Cañada Real Galiana, donde ya se había desmantelado otro clan, el año pasado que escondía más de 20 motores en un «bunker».
Sin embargo, las recientes operaciones y desmantelamientos en el poblado marginal pusieron sobre alerta a este nuevo clan. Decidieron «mudarse» al barrio de San Cristóbal de los Ángeles (Villaverde), concretamente en un piso de la calle de Benimanet, en la zona conocida como La Chimenea, de ahí el nombre de la operación de la Guardia Civil.
Las condiciones de vida en el piso no eran nada lujosas. Más bien, todo lo contrario. «Pese a todo, vivían prácticamente en la miseria», indicaron fuentes del caso. En esa vivienda residían tres de los cuatro marroquíes del grupo: M. F., de 49 años; K. L., de 36; R. A., de 38, y M. J., de 22, acusados de ser los autores materiales de los robos. Uno de ellos ayudaba a desmontar las piezas.
En cuanto al español, F J. L., de 54 años, era el propietario de la nave. Esta persona, acusada de receptación, dormía en un sofá de su centro de trabajo, bajo el cual había escondido un revólver del calibre 32. La Guardia Civil también se ha incautado de una escopeta del calibre 12 con abundante munición; gran cantidad de juegos de placas de matrícula desmontadas; números de bastidores recortados; miles de piezas de vehículos (ruedas, bombines, puertas, radios, motores...), y gran cantidad de documentos. Ningún vehículo es recuperable.
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