Vigilantes V.S.
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mejores condiciones. Patronal y trabajadores, de acuerdo en la necesidad de dignificar las condiciones laborales para hacer atractiva la profesión. Los servicios han crecido un 25% en cinco años pero las plantillas se han mantenido
La demanda de servicios de vigilancia privada crece cada año. La apertura empresas en los nuevos polígonos industriales, la aparición creciente de urbanizaciones de viviendas de lujo y la puesta en marcha de instalaciones deportivas de gran nivel han disparado la demanda de profesionales de la seguridad.
Según el sector, que en Burgos reúne a una docena de empresas, en los últimos cinco años los servicios han crecido en torno a un 25%, si bien las plantillas de estas compañías no han experimentado importantes aumentos. En la provincia trabajan en torno a 700 vigilantes de seguridad, según afirma Javier Muriel, responsable de Seguridad Privada en UGT.
La preocupación por la seguridad sigue y seguirá creciendo, afirma José Antonio Sáez, gerente de Garda, «por lo que la necesidad de más personal es evidente».
En la actualidad, la patronal española del sector calcula que en España son necesarios 24.000 vigilantes más para cubrir toda la demanda de servicios que solicitan empresas, instituciones y comunidades de vecinos. En Burgos, según cálculos del propio Sáez y que confirma Muriel, serían precisos en este momento en torno a 150 vigilantes más para hacer frente a la creciente petición de servicios.
En la actualidad, muchos vigilantes de seguridad se ven obligados, según Muriel, a hacer horas extraordinarias que no aceptarían si las empresas contaran con plantillas bien dimensionadas. Reconoce que muchos trabajadores están encantados, «porque es una forma de completar el sueldo, que sin horas extras se queda entre los 800 y 900 euros». Pero muchos otros harían sus horas y nada más.
Esos 150 vigilantes son necesarios para cubrir la demanda pero también, según indica Sáez, para sustituir a aquellos trabajadores «que no cuentan con aptitudes y actitudes para desempeñar este trabajo».
¿Existe alguna fórmula para paliar esta falta de personal en el sector? Por partes. En este momento podría reconducirse la situación. Al aumentar el paro en sectores como la construcción, estos trabajadores «podrían recalar en el sector de la seguridad», apunta Sáez, si bien admite que su recolocación no será inmediata, «ya que la mayoría contará con varios meses si no años de paro».
El propio Muriel reconoce que años atrás, en el inicio del boom de la construcción, muchos vigilantes con título abandonaron esta actividad para trabajar en la obra, «ya que se cobraba más». «Puede que muchos de ellos acaben volviendo», vaticina.
Las condiciones laborales no animan precisamente a los jóvenes a optar por esta profesión. Los sueldos no son atractivos, «aunque -precisa Sáez- en los últimos años el convenio colectivo ha experimentado incrementos superiores al IPC, lo que no ha soportado ningún otro sector».
La realidad es que en este preciso instante, «al colocar un anuncio en el Inem solicitando vigilantes de seguridad no se encuentra ninguno». «Todos los titulados están trabajando», apostilla Sáez. La exigencia de un título, tras la realización de un curso de formación, también divide al sector.
Antonino Juez, jefe de Servicio de Eulen Seguridad, opina que las empresas lo tenían más fácil antes cuando podían acudir al mercado libre para contratar vigilantes. Las empresas los formaban y los ponían a trabajar.
Pero ahora no, ahora hace falta una titulación. Las condiciones laborales -al margen de los salarios las jornadas son muy largas, se hacen muchas noches y fines de semana- no animan a los jóvenes «a gastarse el dinero en el curso, pues no consideran atractivo el trabajo», afirma Muriel, representante de los trabajadores. «Si las empresas hicieran más atractivos los trabajos, con mejores sueldos y jornadas más racionales, seguro que no habría tanto problema para encontrar trabajadores», explica.
Sáez está de acuerdo en colaborar para diseñar un sector más atractivo tanto en el plano económico como en el laboral.
La demanda de servicios de vigilancia privada crece cada año. La apertura empresas en los nuevos polígonos industriales, la aparición creciente de urbanizaciones de viviendas de lujo y la puesta en marcha de instalaciones deportivas de gran nivel han disparado la demanda de profesionales de la seguridad.
Según el sector, que en Burgos reúne a una docena de empresas, en los últimos cinco años los servicios han crecido en torno a un 25%, si bien las plantillas de estas compañías no han experimentado importantes aumentos. En la provincia trabajan en torno a 700 vigilantes de seguridad, según afirma Javier Muriel, responsable de Seguridad Privada en UGT.
La preocupación por la seguridad sigue y seguirá creciendo, afirma José Antonio Sáez, gerente de Garda, «por lo que la necesidad de más personal es evidente».
En la actualidad, la patronal española del sector calcula que en España son necesarios 24.000 vigilantes más para cubrir toda la demanda de servicios que solicitan empresas, instituciones y comunidades de vecinos. En Burgos, según cálculos del propio Sáez y que confirma Muriel, serían precisos en este momento en torno a 150 vigilantes más para hacer frente a la creciente petición de servicios.
En la actualidad, muchos vigilantes de seguridad se ven obligados, según Muriel, a hacer horas extraordinarias que no aceptarían si las empresas contaran con plantillas bien dimensionadas. Reconoce que muchos trabajadores están encantados, «porque es una forma de completar el sueldo, que sin horas extras se queda entre los 800 y 900 euros». Pero muchos otros harían sus horas y nada más.
Esos 150 vigilantes son necesarios para cubrir la demanda pero también, según indica Sáez, para sustituir a aquellos trabajadores «que no cuentan con aptitudes y actitudes para desempeñar este trabajo».
¿Existe alguna fórmula para paliar esta falta de personal en el sector? Por partes. En este momento podría reconducirse la situación. Al aumentar el paro en sectores como la construcción, estos trabajadores «podrían recalar en el sector de la seguridad», apunta Sáez, si bien admite que su recolocación no será inmediata, «ya que la mayoría contará con varios meses si no años de paro».
El propio Muriel reconoce que años atrás, en el inicio del boom de la construcción, muchos vigilantes con título abandonaron esta actividad para trabajar en la obra, «ya que se cobraba más». «Puede que muchos de ellos acaben volviendo», vaticina.
Las condiciones laborales no animan precisamente a los jóvenes a optar por esta profesión. Los sueldos no son atractivos, «aunque -precisa Sáez- en los últimos años el convenio colectivo ha experimentado incrementos superiores al IPC, lo que no ha soportado ningún otro sector».
La realidad es que en este preciso instante, «al colocar un anuncio en el Inem solicitando vigilantes de seguridad no se encuentra ninguno». «Todos los titulados están trabajando», apostilla Sáez. La exigencia de un título, tras la realización de un curso de formación, también divide al sector.
Antonino Juez, jefe de Servicio de Eulen Seguridad, opina que las empresas lo tenían más fácil antes cuando podían acudir al mercado libre para contratar vigilantes. Las empresas los formaban y los ponían a trabajar.
Pero ahora no, ahora hace falta una titulación. Las condiciones laborales -al margen de los salarios las jornadas son muy largas, se hacen muchas noches y fines de semana- no animan a los jóvenes «a gastarse el dinero en el curso, pues no consideran atractivo el trabajo», afirma Muriel, representante de los trabajadores. «Si las empresas hicieran más atractivos los trabajos, con mejores sueldos y jornadas más racionales, seguro que no habría tanto problema para encontrar trabajadores», explica.
Sáez está de acuerdo en colaborar para diseñar un sector más atractivo tanto en el plano económico como en el laboral.
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