El primer ministro israelí anuncia su dimisión y desea suerte a su sucesora

El primer ministro israelí anuncia su dimisión y desea suerte a su sucesora

• Olmert ha entregado su carta de dimisión al presidente del país, Simon Peres
  

Se acabó. El cadáver político llamado Ehud Olmert, que se arrastraba en las últimas semanas perseguido por diversos casos de corrupción, ha anunciado esta mañana su dimisión.


La crónica de una muerte política anunciada hace muchos días. Una promesa, arrancada a fuerza de investigaciones policiales, que se convierte ahora en un trámite burocrático y legal.

"Al inicio de la reunión del Gobierno anuncio mi decisión de dimitir del cargo de primer ministro de Israel. Debo decir que no es una decisión fácil y tomada a la ligera. Pero creo que actúo de forma institucional, responsable y seria, tal y como había prometido desde el primer momento a la sociedad israelí. Yo creo que las decisiones y procesos que este Gobierno bajo mi liderazgo ha llevado a cabo tendrán su lugar adecuado en la historia. Tanto lo que se puede revelar como lo que no".
Con este monólogo daba por terminada (en contra de su voluntad) su corta, intensa y polémica trayectoria en la jefatura de Gobierno desde que sucedió a Ariel Sharon de forma temporal (derrame cerebral el 4 de enero del 2006) y posteriormente tras las elecciones de la primavera de ese año.

De la dulce primavera de Olmert al difícil pero apasionante otoño que le espera a su sucesora, Tzipi Livni, flamante nueva líder de Kadima. Tras anunciar su dimisión, Olmert se dirigió a la actual ministra de Exteriores, sentada a su lado en la reunión del Ejecutivo en Jerusalén: "Quisiera felicitar a Livni por su victoria en las primarias y decirle que la ayudaré en todo lo que pueda para que tenga éxito en este cargo con tanta responsabilidad. Le deseo que forme el Gobierno lo antes posible y de la forma que más crea conveniente".

Olmert entregó durante la noche, en la sede presidencial donde reside Simon Peres, su carta de dimisión al presidente de Israel, antes de que éste viajase a la Asamblea de las Naciones Unidas. Ahora, como marca la ley, Peres tiene siete días para efectuar consultas con los líderes de las 14 facciones que componen el Parlamento israelí. Cada uno dispone de 40 minutos.
El siguiente paso será encargar al partido con más escaños -Kadima- la formación del Gobierno. Y es aquí donde entra en juego Livni, la recientemente coronada nueva reina de Israel. A su disposición, un máximo de 42 días para formar Gobierno. Si no lo consigue, elecciones en 90 días. En este caso, habría un Gobierno de transición liderado por... Olmert.

Tras la euforia de su estrecha victoria en las primarias de Kadima-431 votos de diferencia ante el duro rival Shaul Mofaz- a Livni le esperan ahora días de sangre y sudor para conseguir sentarse en la deseada silla que todavía ocupa Olmert. El actual Gobierno se basa en el apoyo de 67 escaños y tres grandes socios: Kadima, el partido laborista y el ultraortodoxo Shas. Tres frentes en los que Livni debe desactivar una fuerte oposición.

En su propio partido, sigue la conmoción interna tras el anuncio de Mofaz de irse de vacaciones de forma temporal. El ex jefe del Estado Mayor y ex ministro de Defensa continúa sin querer hablar con nadie, ni tan siquiera con la propia Livni, a la que anuló una reunión. Sigue muy enfadado porque considera que le "han robado las primarias" o, como señaló este fin de semana a sus allegados: "No me dejaron ganar".

Mofaz se refiere al claro apoyo a Livni de los medios de comunicación y la decisión del juez electoral de Kadima de alargar media hora el tiempo de votación. Según todos los analistas, una decisión que favoreció claramente a Livni. Incluso esta mañana un diputado de Kadima y fiel seguidor de Mofaz ha recurrido los resultados de las primarias.
El segundo frente es el laborismo y más en concreto su líder Ehud Barak. Éste no desea elecciones adelantadas, ya que sería borrado del mapa por Livni y por Beniamin Netanyahu (Likud). Pero Barak tampoco quiere ser un ministro más bajo la autoridad de la popular Livni. Barak no confía en ella e incluso en las primarias, se refirió a Livni en tono despectivo. "Si Barak sigue en el Gobierno de Livni, cuando haya elecciones el partido laborista sería sólo el cuarto más votado", explican allegados al líder laborista.

Para presionar a Livni, Barak se reunió anoche con su "gemelo" de la derecha, Netanyahu, en una reunión para planificar nuevas elecciones. "Si nos olvidamos de los criterios políticos, parece que los chicos no están dispuestos a aceptar en el juego a la niña", escribe el prestigioso comentarista Najum Barnea. Barak le habría dicho a Netanyahu que apoya comicios y posteriormente un Gobierno de unidad nacional con los dos clásicos de la política israelí.

Por último, a Livni le queda Shas. El partido ultraortodoxo aclara que Livni tiene todas las condiciones para ser una buena primera ministra. Siempre y cuando acepte sus dos condiciones: 1. más subsidios a las familias numerosas (constituyen parte de su base electoral). 2. menos dialogo con los palestinos sobre Jerusalén.

Por si Olmert intenta un acuerdo a la desesperada con el presidente palestino, Abu Mazen, en los días que le quedan en el cargo, Shas le ha advertido esta mañana: "El primer ministro dimisionario no tiene ninguna autoridad, política ni moral para promover acuerdos sobre temas delicados como Jerusalén".

A todo este complicado juego a tres bandas, la nueva dama de hierro israelí ha transmitido un mensaje claro: "No hay motivos para cambiar la actual formación de Gobierno. Israel no tiene tiempo para politiqueos y trucos. Yo no tengo miedo a las elecciones, así que si pronto veo que no puedo formar Gobierno, iremos a la consulta popular y ganaremos", avisa Livni.