Introducción
Lo que voy a escribir a continuación en absoluto es de mi agrado y me produce gran desazón, pues detrás de los fríos datos y las gráficas que voy a mostrar se esconde una compleja y dolorosa realidad de personas desempleadas y mucha gente desesperada porque no puede cumplir con sus deudas. No obstante, seré bastante cauto y aséptico en mis conclusiones, no sea que algún botarate con autoridad decida que soy una especie de Jean Anleú Fernández español y termine un día llamando la policía a la puerta de mi casa. Que tal como pintan las cosas al final será sospechoso todo el que levante los ojos del suelo.
Por este motivo, no encuentro otra forma mejor de comenzar que la maravillosa película de Mario Camus, una de las mejores del cine español, sobre el libro de Miguel Delibes Los santos inocentes. Las dos escenas seleccionadas son excelentes para introducir el asunto, por eso me gustaría que las vieran antes de leer lo que voy a explicar a continuación.
Siempre he pensado que esta película descubre como nadie lo ha hecho todavía el alma de España. Y en el fondo el perfil sumiso del hombre frente a la injusticia. Cuántas veces se repite el famoso “tu aquí oír, ver y callar”. Cuántas veces se acomoda la indigencia al temor de perder lo poco que se tiene. Cuántas veces se someten las voluntades con la amenaza de la miseria. Un país que había conseguido democratizar el capital aún con mucho esfuerzo, sacrificio y dolorosas migraciones, aquí lo tenemos otra vez arrodillado en el barro olfateando al pájaro perdiz. Un país que había salido del analfabetismo y conseguido abrir las universidades a los hijos de aquéllos esforzados emigrantes rurales, aquí lo tenemos otra vez escribiendo con mano trémula en la libreta del señorito Iván. Poniendo en juego la dignidad nacional dentro de su cortijo. Por supuesto.
El propio Miguel Delibes encuentra tan sórdida y trágica esa realidad, que en un arrebato de ira termina ahorcando al noble chulito del mechero. Eso sí, lo hace el tonto de Azarías. Porque en ese microcosmos claustrofóbico se hace imposible encontrar otro juez y verdugo. La tragedia que hoy vivimos desgraciadamente no puede enderezarse con la mano de ningún brillante novelista.
Por eso es lamentable que tantos economistas nos regalen los oídos con lo que cada mañana ordena y manda la nueva aristocracia de los medios, junto con esa pléyade de siniestros financieros amancebados en lujosos despachos con unos politicastros corruptos, que engendran negocios con la bendita cobertura de las subvenciones y las prebendas. No sea que la competencia les hunda el tinglado. Es verdad que han cambiado los tiempos, pero las servidumbres son las mismas. Ahora estos periodistas de postín no viven en la caseta del cortijo ni deben aguantar los chillidos de la Niña Chica en brazos de Régula. Pero siguen siendo en el fondo el mismo Paco que decía “suélteme señorito, que luego vienen los litigios” mientras preparaba con presteza las escopetas. Porque hoy las perdices son la población desinformada, abatidas por unas mentiras que ocultan intereses bastardos.
Pasemos pues a los datos.
La clave está en la recuperación del empleo
Ciertamente, en EEUU las cosas no están mejor que en España. Y este gráfico muestra con claridad hasta qué punto se ha deteriorado la creación de empleo en esa locomotora del consumo. El enlace original se encuentra en Slate.com
Howard Davidowitz, de Davidowitz & Associates, lo dice bien claro en este vídeo (por Yahoo Finance): “lo peor está por llegar, tanto en el consumo como en los bancos… El país va a sufrir un declive de diez años y los niveles de vida nunca volverán a ser los mismos… Si estos datos no te dejan petrificado, entonces debes estar loco”.
Desde luego, los beneficios del S&P 500 ponen los pelos de punta.
SP-5000-2009-BenefitsBridgewater, en su daily observation comenta un aspecto central para comprender esta debacle y que distingue esta crisis de otras anteriores:
Normalmente, los mercados laborales van por detrás de la economía, pues el crecimiento del gasto se financia con deuda cuando se bajan los tipos de interés. Pero mientras permanezca congelado el mercado de crédito, el gasto requerirá ingresos y los ingresos puestos de trabajo. Pues las deudas se pagan con los ingresos. En este sentido, en un entorno de creciente desapalancamiento el crecimiento del empleo pasa a ser el indicador principal, el indicador que origina la demanda y las demás condiciones económicas.
El actual rebote de la economía y la estabilización de los mercados son el reflejo de las acciones de los gobiernos, bastante grandes e importantes como para impactar a corto plazo en las tasas de crecimiento. Pero no están suficientemente dirigidas a la raíz del problema, que es el excesivo endeudamiento, siendo incapaces de producir una cura duradera. El deterioro en el mercado laboral continuará, porque los márgenes de beneficio de las empresas están tan deteriorados que un pequeño rebote en el crecimiento no va a modificar mucho sus necesidades de reducir costes. El deterioro en el mercado laboral socavará la demanda y continuará presionando sobre las pérdidas de los créditos concedidos, que a su vez presionarán a los bancos para elevar aún más el coste del capital a los que se atrevan todavía a pedir un préstamo, poniendo freno a la expansión crediticia.
Es decir, a diferencia de otras crisis, el indicador clave para descubrir la recuperación económica va a ser esta vez el empleo. Pues mientras dure la actual situación financiera, no será posible reactivar el consumo más que desde el ahorro y en consecuencia con los ingresos vía nómina.
Por la parte del empresario que genera el puesto de trabajo, recuerdo la cita de Michael A. Bernstein que ya puse en el artículo EEUU deberá elegir entre la hiperinflación o suspender pagos durante el bienio 2010-2011 (I):
En el nivel macroeconómico, todavía son más profundas las implicaciones de la inelasticidad en los márgenes de los beneficios. En estas circunstancias, el abaratamiento de los precios no compensa el deterioro del crecimiento, de forma que las empresas tienden a aumentar su capacidad productiva ociosa. Esto comporta además del descenso de los ingresos domésticos un crecimiento del desempleo. Pues al presentarse mayor productividad ociosa según avanza el tiempo, las empresas se ven inclinadas en mayor medida a no emprender nuevas inversiones, pues piensan que así podrán aliviar la carga del exceso de productividad. Pero esta medida termina intensificando el problema macroeconómico. Y a mayor sea la parte de la economía que se encuentra concentrada, mayor será la tendencia para que una depresión cíclica se desarrolle hacia un progresivo (y en apariencia sin fin) declive.
Lo que voy a escribir a continuación en absoluto es de mi agrado y me produce gran desazón, pues detrás de los fríos datos y las gráficas que voy a mostrar se esconde una compleja y dolorosa realidad de personas desempleadas y mucha gente desesperada porque no puede cumplir con sus deudas. No obstante, seré bastante cauto y aséptico en mis conclusiones, no sea que algún botarate con autoridad decida que soy una especie de Jean Anleú Fernández español y termine un día llamando la policía a la puerta de mi casa. Que tal como pintan las cosas al final será sospechoso todo el que levante los ojos del suelo.
Por este motivo, no encuentro otra forma mejor de comenzar que la maravillosa película de Mario Camus, una de las mejores del cine español, sobre el libro de Miguel Delibes Los santos inocentes. Las dos escenas seleccionadas son excelentes para introducir el asunto, por eso me gustaría que las vieran antes de leer lo que voy a explicar a continuación.
Siempre he pensado que esta película descubre como nadie lo ha hecho todavía el alma de España. Y en el fondo el perfil sumiso del hombre frente a la injusticia. Cuántas veces se repite el famoso “tu aquí oír, ver y callar”. Cuántas veces se acomoda la indigencia al temor de perder lo poco que se tiene. Cuántas veces se someten las voluntades con la amenaza de la miseria. Un país que había conseguido democratizar el capital aún con mucho esfuerzo, sacrificio y dolorosas migraciones, aquí lo tenemos otra vez arrodillado en el barro olfateando al pájaro perdiz. Un país que había salido del analfabetismo y conseguido abrir las universidades a los hijos de aquéllos esforzados emigrantes rurales, aquí lo tenemos otra vez escribiendo con mano trémula en la libreta del señorito Iván. Poniendo en juego la dignidad nacional dentro de su cortijo. Por supuesto.
El propio Miguel Delibes encuentra tan sórdida y trágica esa realidad, que en un arrebato de ira termina ahorcando al noble chulito del mechero. Eso sí, lo hace el tonto de Azarías. Porque en ese microcosmos claustrofóbico se hace imposible encontrar otro juez y verdugo. La tragedia que hoy vivimos desgraciadamente no puede enderezarse con la mano de ningún brillante novelista.
Por eso es lamentable que tantos economistas nos regalen los oídos con lo que cada mañana ordena y manda la nueva aristocracia de los medios, junto con esa pléyade de siniestros financieros amancebados en lujosos despachos con unos politicastros corruptos, que engendran negocios con la bendita cobertura de las subvenciones y las prebendas. No sea que la competencia les hunda el tinglado. Es verdad que han cambiado los tiempos, pero las servidumbres son las mismas. Ahora estos periodistas de postín no viven en la caseta del cortijo ni deben aguantar los chillidos de la Niña Chica en brazos de Régula. Pero siguen siendo en el fondo el mismo Paco que decía “suélteme señorito, que luego vienen los litigios” mientras preparaba con presteza las escopetas. Porque hoy las perdices son la población desinformada, abatidas por unas mentiras que ocultan intereses bastardos.
Pasemos pues a los datos.
La clave está en la recuperación del empleo
Ciertamente, en EEUU las cosas no están mejor que en España. Y este gráfico muestra con claridad hasta qué punto se ha deteriorado la creación de empleo en esa locomotora del consumo. El enlace original se encuentra en Slate.com
Howard Davidowitz, de Davidowitz & Associates, lo dice bien claro en este vídeo (por Yahoo Finance): “lo peor está por llegar, tanto en el consumo como en los bancos… El país va a sufrir un declive de diez años y los niveles de vida nunca volverán a ser los mismos… Si estos datos no te dejan petrificado, entonces debes estar loco”.
Desde luego, los beneficios del S&P 500 ponen los pelos de punta.
SP-5000-2009-BenefitsBridgewater, en su daily observation comenta un aspecto central para comprender esta debacle y que distingue esta crisis de otras anteriores:
Normalmente, los mercados laborales van por detrás de la economía, pues el crecimiento del gasto se financia con deuda cuando se bajan los tipos de interés. Pero mientras permanezca congelado el mercado de crédito, el gasto requerirá ingresos y los ingresos puestos de trabajo. Pues las deudas se pagan con los ingresos. En este sentido, en un entorno de creciente desapalancamiento el crecimiento del empleo pasa a ser el indicador principal, el indicador que origina la demanda y las demás condiciones económicas.
El actual rebote de la economía y la estabilización de los mercados son el reflejo de las acciones de los gobiernos, bastante grandes e importantes como para impactar a corto plazo en las tasas de crecimiento. Pero no están suficientemente dirigidas a la raíz del problema, que es el excesivo endeudamiento, siendo incapaces de producir una cura duradera. El deterioro en el mercado laboral continuará, porque los márgenes de beneficio de las empresas están tan deteriorados que un pequeño rebote en el crecimiento no va a modificar mucho sus necesidades de reducir costes. El deterioro en el mercado laboral socavará la demanda y continuará presionando sobre las pérdidas de los créditos concedidos, que a su vez presionarán a los bancos para elevar aún más el coste del capital a los que se atrevan todavía a pedir un préstamo, poniendo freno a la expansión crediticia.
Es decir, a diferencia de otras crisis, el indicador clave para descubrir la recuperación económica va a ser esta vez el empleo. Pues mientras dure la actual situación financiera, no será posible reactivar el consumo más que desde el ahorro y en consecuencia con los ingresos vía nómina.
Por la parte del empresario que genera el puesto de trabajo, recuerdo la cita de Michael A. Bernstein que ya puse en el artículo EEUU deberá elegir entre la hiperinflación o suspender pagos durante el bienio 2010-2011 (I):
En el nivel macroeconómico, todavía son más profundas las implicaciones de la inelasticidad en los márgenes de los beneficios. En estas circunstancias, el abaratamiento de los precios no compensa el deterioro del crecimiento, de forma que las empresas tienden a aumentar su capacidad productiva ociosa. Esto comporta además del descenso de los ingresos domésticos un crecimiento del desempleo. Pues al presentarse mayor productividad ociosa según avanza el tiempo, las empresas se ven inclinadas en mayor medida a no emprender nuevas inversiones, pues piensan que así podrán aliviar la carga del exceso de productividad. Pero esta medida termina intensificando el problema macroeconómico. Y a mayor sea la parte de la economía que se encuentra concentrada, mayor será la tendencia para que una depresión cíclica se desarrolle hacia un progresivo (y en apariencia sin fin) declive.
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