Los desayunos con Carmen. No, no es un nuevo programa matinal en el que, alrededor de una pequeña mesa y sentados en un sofá, los tertulianos debaten sobre qué es lo más moderno o intercambian pareceres sobre temas de actualidad. Carmen es la encargada de la tienda que Ikea tiene en Sevilla y los desayunos son los encuentros que mantiene una vez por semana con sus empleados. Esta es una de las actividades horizontales que la multinacional sueca aplica para desjerarquizar su empresa y abrir la puerta del jefe a sus más de 5.500 empleados en todo el país.
"Es la desjerarquización de las empresas, las compañías van achatando sus estructuras, hay menos niveles jerárquicos y más flexibilidad", explica Juan Carlos Olabarrieta, socio de Towers Perrin Human Capital Services. Explica que, con esta organización horizontal, la empresa busca agilidad en la toma de decisiones y trabajar los departamentos de manera conjunta. No existen datos ni informes en España que hablen de las empresas que lo aplican o que se han puesto a ello. "Cada día toma más fuerza pero nunca una compañía está desjerarquizada al cien por cien, si no que son acciones concretas que van creando una cultura corporativa", afirma Olabarrieta. En la actualidad, los sectores con más facilidad para aplicar la desjerarquización son los relacionados con la alta tecnología, farmacia y consumo.
Síndrome de la empresa Neanderthal
Sin embargo, aquellas empresas que no lo aplican, y que según algunos expertos en recursos humanos les atribuyen el Síndrome de la empresa Neanderthal, acostumbran a estar en los sectores de la construcción, energía y las compañías que se han privatizado en los últimos diez o quince años.
"No es ser guays, es una manera de ser eficientes, de ir aplicando acciones que surgen por sí solas fruto de la cultura de la empresa", explica Lydia Martínez, responsable de comunicación interna de Ikea.
Al contrario de lo que algunos directivos españoles creen, la desjerarquización no es anarquía. "La estructura es necesaria; sin ella la empresa no podría existir. Los puestos y cargos existen igual que en cualquier otra empresa pero cambia la forma de entender la cultura corporativa y se intenta eliminar las barreras para ser eficientes", remarca Martínez.
La horizontalidad
Esas pequeñas cosas pueden ser las más simples. Por ejemplo, ¿sabría decir quién es el jefe de departamento con echar sólo un vistazo? En una empresa desejerarquizada, no. En las cantinas de Ikea se mezclan los jefes de departamento, las señoras de la limpieza, los cajeros y los reponedores, a los que tampoco extraña comer al lado de alguien para después enterarse de que es el director general en España.
En Nokia se aplica la horizontalidad desde hace tiempo. ¿Lo último? Los Nokia Jan Cafés, reuniones en distintos puntos del mundo para identificar cuáles debían ser los nuevos valores de la compañía, acordes con el momento actual de nuestro sector. ¿El resultado? "Fueron los empleados de Nokia los que definieron los valores que hoy mueven la empresa. Fue una decisión tomada de abajo hacia arriba y no al revés", explica la empresa finlandesa. La intranet es otra manera de abrir las puertas de los departamentos pero deben ponerse límites... para los jefes. La multinacional de muebles dispone de un buzón en su web interna que se llama No te hagas el sueco. "Es un mensaje que se dirige al director general de la compañía y que él tiene la obligación de contestar en un mes como máximo".
¿Pérdida de autoridad?
La mayoría de empresas que no optan por esta estructura lo hacen por miedo, pero ¿miedo a qué? Acercarse al empleado puede dar carta de libertad a éste si el acercamiento se hace sin respeto mutuo. "Creen que es una falta de respeto pero es todo lo contrario, lo que haces es respetar su capacidad. El resto son temores infundados, porque a nadie le das la mano y se toma el brazo", indica Martínez. Desde Towers Perrin opinan que el mercado laboral se ha vuelto más complejo y que por tanto, los empleados ya no buscan lo mismo. "Quieren involucración y cercanía, no quieren que sólo se reconozca su trabajo por la subida del IPC", dice Olabarrieta.
Ninguna empresa que aplica este modelo de horizontalidad ha calculado el impacto que esta forma de hacer tiene en su cuenta de resultados. Pero aseguran que entre los beneficios figuran una menor rotación, un mayor recorrido de los trabajadores en cada uno de los departamentos, más comunicación interna y rapidez en la toma de decisiones puramente del día a día (por ejemplo, la instalación de máquinas de refrescos) y una mejor relación con los sindicatos.
"Es la desjerarquización de las empresas, las compañías van achatando sus estructuras, hay menos niveles jerárquicos y más flexibilidad", explica Juan Carlos Olabarrieta, socio de Towers Perrin Human Capital Services. Explica que, con esta organización horizontal, la empresa busca agilidad en la toma de decisiones y trabajar los departamentos de manera conjunta. No existen datos ni informes en España que hablen de las empresas que lo aplican o que se han puesto a ello. "Cada día toma más fuerza pero nunca una compañía está desjerarquizada al cien por cien, si no que son acciones concretas que van creando una cultura corporativa", afirma Olabarrieta. En la actualidad, los sectores con más facilidad para aplicar la desjerarquización son los relacionados con la alta tecnología, farmacia y consumo.
Síndrome de la empresa Neanderthal
Sin embargo, aquellas empresas que no lo aplican, y que según algunos expertos en recursos humanos les atribuyen el Síndrome de la empresa Neanderthal, acostumbran a estar en los sectores de la construcción, energía y las compañías que se han privatizado en los últimos diez o quince años.
"No es ser guays, es una manera de ser eficientes, de ir aplicando acciones que surgen por sí solas fruto de la cultura de la empresa", explica Lydia Martínez, responsable de comunicación interna de Ikea.
Al contrario de lo que algunos directivos españoles creen, la desjerarquización no es anarquía. "La estructura es necesaria; sin ella la empresa no podría existir. Los puestos y cargos existen igual que en cualquier otra empresa pero cambia la forma de entender la cultura corporativa y se intenta eliminar las barreras para ser eficientes", remarca Martínez.
La horizontalidad
Esas pequeñas cosas pueden ser las más simples. Por ejemplo, ¿sabría decir quién es el jefe de departamento con echar sólo un vistazo? En una empresa desejerarquizada, no. En las cantinas de Ikea se mezclan los jefes de departamento, las señoras de la limpieza, los cajeros y los reponedores, a los que tampoco extraña comer al lado de alguien para después enterarse de que es el director general en España.
En Nokia se aplica la horizontalidad desde hace tiempo. ¿Lo último? Los Nokia Jan Cafés, reuniones en distintos puntos del mundo para identificar cuáles debían ser los nuevos valores de la compañía, acordes con el momento actual de nuestro sector. ¿El resultado? "Fueron los empleados de Nokia los que definieron los valores que hoy mueven la empresa. Fue una decisión tomada de abajo hacia arriba y no al revés", explica la empresa finlandesa. La intranet es otra manera de abrir las puertas de los departamentos pero deben ponerse límites... para los jefes. La multinacional de muebles dispone de un buzón en su web interna que se llama No te hagas el sueco. "Es un mensaje que se dirige al director general de la compañía y que él tiene la obligación de contestar en un mes como máximo".
¿Pérdida de autoridad?
La mayoría de empresas que no optan por esta estructura lo hacen por miedo, pero ¿miedo a qué? Acercarse al empleado puede dar carta de libertad a éste si el acercamiento se hace sin respeto mutuo. "Creen que es una falta de respeto pero es todo lo contrario, lo que haces es respetar su capacidad. El resto son temores infundados, porque a nadie le das la mano y se toma el brazo", indica Martínez. Desde Towers Perrin opinan que el mercado laboral se ha vuelto más complejo y que por tanto, los empleados ya no buscan lo mismo. "Quieren involucración y cercanía, no quieren que sólo se reconozca su trabajo por la subida del IPC", dice Olabarrieta.
Ninguna empresa que aplica este modelo de horizontalidad ha calculado el impacto que esta forma de hacer tiene en su cuenta de resultados. Pero aseguran que entre los beneficios figuran una menor rotación, un mayor recorrido de los trabajadores en cada uno de los departamentos, más comunicación interna y rapidez en la toma de decisiones puramente del día a día (por ejemplo, la instalación de máquinas de refrescos) y una mejor relación con los sindicatos.
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