Publicado el 06-06-09 , por C. Morán
A la Torre Eiffel nadie le hace sombra en Francia. Pese a su avanzada edad, 120 años recién cumplicados (se inauguró en 1889 con motivo de una Exposición Universal), sigue siendo la infraestructura más alta de la capital gala y disfruta de una salud de hierro.
Ni el óxido, ni la fatiga, ni los turistas han hecho mella en la estructura de metal y buena parte del mérito recae en el grupo Osmos, encargado desde hace quince años de cuidarla gracias a un avanzado programa de mantenimiento y conservación que permite asegurar su perfecto estado de servicio.
Según los responsables de la compañía, socios en España de la ingeniería Euroconsult, «la monitorización del monumento se lleva a cabo mediante unos sensores de fibra óptica que permiten conocer en tiempo real el estado estructural de la torre, contemplando cómo las cargas de los visitantes hacen trabajar a la estructura, controlando que los fenómenos climatológicos (viento, cambios de temperatura, nieve o hielo) no hagan a la torre superar las tolerancias establecidas».
La huella humana es una de las principales amenazas de la torre, ya que las subidas y bajadas son incesantes. Para hacerse una idea del impacto, el monumento francés fue el noveno lugar más visitado del país en 2006 y el primer monumento más visitado del mundo con 6,9 millones de visitantes en 2007.
Carta de presentación
El trabajo de Osmos en París, clave en las labores de conservación y de mantenimiento de la torre, ha sido su mejor carta de presentación para replica su modelo y exportar su tecnología de fibra óptica a otros edificios singulares. Osmos ha trabajado en el puente de Manhattan y la catedral de St. John Divine en Nueva York.
También en los edificios de American Express y de Bankers Trust tras los atentados del 11-S. La experiencia de la empresa francesa fue vital, ya que permitió salvarlos de la demolición. En Japón, donde la actividad sísmica es recurrente, también se ha empleado este sistema de prospección, al igual que en más de 600 puentes en EEUU, muchos de ellos al borde del colapso por el deterioro y la mala conservación de la infraestructura.
Según el consejero delegado de Euroconsult, Björnulf B. Benatov, «la incorporación de esta tecnología y el saber hacer de Osmos garantiza un avance en el ámbito de la auscultación en general, y en el de la instrumentación de estructuras en particular en España, aumentando el control en seguridad y asegurando la detección de los daños por pequeños que sean».
Euroconsult, socio de Osmos en España, es la única firma autorizada para explotar la tecnología en el mercado doméstico. El grupo, que en 2008 facturó 65 millones de euros y cuenta con una plantilla de 850 profesionales, cree que hay motivos suficientes para aplicar la tecnología en la ejecución de grandes infraestructuras de transporte.
«Sin duda, sería deseable dotar de cierta repercusión a este tipo de tecnología, fundamental para evitar daños materiales y personales en estructuras muy solicitadas o que se ven afectadas por obras anexas», indican desde la compañía.
El mejor botón de muestra son las obras iniciadas bajo la Sagrada Familia, el monumento más emblemático de Barcelona. Bajo la catedral circularán los trenes de alta velocidad que enlazarán con el corredor hasta la frontera francesa.
A la Torre Eiffel nadie le hace sombra en Francia. Pese a su avanzada edad, 120 años recién cumplicados (se inauguró en 1889 con motivo de una Exposición Universal), sigue siendo la infraestructura más alta de la capital gala y disfruta de una salud de hierro.
Ni el óxido, ni la fatiga, ni los turistas han hecho mella en la estructura de metal y buena parte del mérito recae en el grupo Osmos, encargado desde hace quince años de cuidarla gracias a un avanzado programa de mantenimiento y conservación que permite asegurar su perfecto estado de servicio.
Según los responsables de la compañía, socios en España de la ingeniería Euroconsult, «la monitorización del monumento se lleva a cabo mediante unos sensores de fibra óptica que permiten conocer en tiempo real el estado estructural de la torre, contemplando cómo las cargas de los visitantes hacen trabajar a la estructura, controlando que los fenómenos climatológicos (viento, cambios de temperatura, nieve o hielo) no hagan a la torre superar las tolerancias establecidas».
La huella humana es una de las principales amenazas de la torre, ya que las subidas y bajadas son incesantes. Para hacerse una idea del impacto, el monumento francés fue el noveno lugar más visitado del país en 2006 y el primer monumento más visitado del mundo con 6,9 millones de visitantes en 2007.
Carta de presentación
El trabajo de Osmos en París, clave en las labores de conservación y de mantenimiento de la torre, ha sido su mejor carta de presentación para replica su modelo y exportar su tecnología de fibra óptica a otros edificios singulares. Osmos ha trabajado en el puente de Manhattan y la catedral de St. John Divine en Nueva York.
También en los edificios de American Express y de Bankers Trust tras los atentados del 11-S. La experiencia de la empresa francesa fue vital, ya que permitió salvarlos de la demolición. En Japón, donde la actividad sísmica es recurrente, también se ha empleado este sistema de prospección, al igual que en más de 600 puentes en EEUU, muchos de ellos al borde del colapso por el deterioro y la mala conservación de la infraestructura.
Según el consejero delegado de Euroconsult, Björnulf B. Benatov, «la incorporación de esta tecnología y el saber hacer de Osmos garantiza un avance en el ámbito de la auscultación en general, y en el de la instrumentación de estructuras en particular en España, aumentando el control en seguridad y asegurando la detección de los daños por pequeños que sean».
Euroconsult, socio de Osmos en España, es la única firma autorizada para explotar la tecnología en el mercado doméstico. El grupo, que en 2008 facturó 65 millones de euros y cuenta con una plantilla de 850 profesionales, cree que hay motivos suficientes para aplicar la tecnología en la ejecución de grandes infraestructuras de transporte.
«Sin duda, sería deseable dotar de cierta repercusión a este tipo de tecnología, fundamental para evitar daños materiales y personales en estructuras muy solicitadas o que se ven afectadas por obras anexas», indican desde la compañía.
El mejor botón de muestra son las obras iniciadas bajo la Sagrada Familia, el monumento más emblemático de Barcelona. Bajo la catedral circularán los trenes de alta velocidad que enlazarán con el corredor hasta la frontera francesa.
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