Vigilantes V.S.
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Desde las últimas movilizaciones, desafortunadamente, no hay muchas cosas positivas que contar sobre el convenio y sobre el futuro salarial de los trabajadores de la Seguridad.
La negociación a día de hoy sigue rota y todas las informaciones que se pueden dar sobre contactos con las patronales, sobre presuntos preacuerdos y demás rumorología habitual de este sector, son falsas y proceden, como siempre, del grupito de agoreros de los chiringuitos sindicales minoritarios. Sabemos muy bien como éstos usan estas informaciones como su principal argumento sindical, a la vez que conocemos lo expertos que son en fantasear.
Lo único que hay de cierto es que, los sindicatos de la Mesa Negociadora, hemos intentado, sin éxito, recuperar la negociación. Hemos vuelto a comprobar que las empresas están más resueltas que nunca a no mover, para nada, sus propuestas de convenio y de congelación salarial.
Las concentraciones y demás actos reivindicativos no les han generado ninguna preocupación; es más, ya contaban con ellas y, después de este periodo intenso de movilizaciones, siguen decididos a aguantar el tirón de cualquier conflicto sindical que se les pueda presentar. Así lo declaran abiertamente y así lo estamos comprobando cuando vemos que no quieren mover nada de su propuesta de convenio.
Los evidentes efectos negativos de la actual situación económica del país, siguen sirviendo a las empresas como elemento básico de justificación de su discurso y de su propuesta de aplazamiento de convenio. El retraso incomprensible (e impresentable) de la resolución del Tribunal Supremo tampoco está contribuyendo a aclarar cuál puede ser la salida negociada de esta situación.
A pesar de lo que se dice por ahí, nadie sabe cuando va a haber una resolución sobre este tema y, por lo que especulan los que entienden del funcionamiento y de las predisposiciones de los juzgados, nadie cree que la esperada sentencia de este Tribunal, cuando se dicte finalmente, vaya a resolver el problema del valor definitivo de la hora extra. Algún día tendremos que hacer una reflexión profunda de los beneficios reales que nos ha traído esta cuestión a los trabajadores de este sector.
Nadie puede negar, ahora, que el panorama del sector, en cuanto a la demanda de Vigilantes, ha cambiado radicalmente desde hace un año a esta parte. Todo el mundo puede ver que, actualmente, ya no hay la misma oferta de trabajo. Está costando mucho mantener las antiguas condiciones salariales y los pluses que las empresas ofrecían antes para captar, motivar y fidelizar a los Vigilantes. Hasta hace poco, cualquier Vigilante, al menos en la Comunidad de Madrid, podía optar a trabajar en cualquier empresa del sector y podía, en cierto modo, exigir algunas ventajas.
Hasta hace muy poco, era fácil apuntarse a la posibilidad de hacer horas extras; con el incremento imparable del número de desempleados, con el regreso de muchos trabajadores al sector, y porque ya, a raíz de la Sentencia inicial del Supremo, el precio de la hora extra no compensa a las empresas, la tendencia es al establecimiento masivo de las jornadas a cómputo, sobre todo a aquellos trabajadores que tienen más antigüedad.
LA CRISIS está cambiando las costumbres de los últimos años del sector. La misma Autoridad Laboral, en su ansiedad recaudatoria, persigue ahora, con más ahínco y con más pericia que nunca, a las empresas que defraudan en cotizaciones al Estado.
Éste es un dato muy a tener en cuenta, ya que la existencia de estas prácticas fraudulentas, usadas por no pocas empresas, definían buena parte del movimiento económico del sector y de muchos trabajadores que comprenden y juegan, premeditadamente, a este escabroso juego de recursos sumergidos; muchos trabajadores usaban esta situación para hacer sus propias composiciones económicas y se mantenían establemente en el sector gracias a estas “facilidades” que les proponen algunas empresas.
Esto está cambiando y la Administración cada vez va estrechando más el cerco al fraude. Se equivocan aquellos que piensan que el Estado va a hacernos ningún favor a la hora de sacarnos del problema en el que estamos.
Las empresas están sacando su provecho de LA CRISIS. Siempre es difícil saber donde está el beneficio de las empresas de seguridad. Más difícil es aun encontrar y conseguir el punto equitativo de reparto de esos beneficios entre los trabajadores y los empleadores. Pero una cosa es clara: ahora las empresas tienen muchos más elementos de presión que antes de LA CRISIS. Ahora, como consecuencia de que sus clientes están recortando o modificando la contratación de servicios de seguridad, justifican con más contundencia que nunca su incapacidad de mantener la negociación del convenio en las mismas condiciones que en las últimas ocasiones.
Es muy importante que tengamos esto en cuenta, que lo olvidemos y no nos dejemos engañar por discursos que no reconozcan esta realidad. No hacerlo así, siempre nos lleva a estados de frustración e impotencia a la hora de buscar soluciones posibles. Hay unos ejemplos que están usando las patronales para intentar hacernos ver sus dificultades.
Estos ejemplos consisten en usar los sacrificios salariales que están haciendo otros trabajadores de otros sectores para mantener, prioritariamente, los puestos de trabajo. Las empresas quieren que sigamos ese ejemplo en este sector y están empezando a utilizar esta amenaza para crear miedo entre muchos trabajadores que ven este peligro desde distintas perspectivas. Cuesta trabajo entender esta nueva situación de CRISIS en un sector que, hasta hace muy poco, reclamaba la contratación de Vigilantes en otros países, porque aquí no había forma de encontrarlos o de estimularlos salarialmente.
Es de esta forma como aquí están usando LA CRISIS los empresarios, creando incertidumbres entre los trabajadores, profetizando escenarios catastróficos, confundiéndonos con sus datos, recuperando prácticas laborales que parecían desaparecidas del sector, abusando de las limitaciones legales que tiene esta actividad a la hora de plantear movilizaciones, sacando partido de la demagogia irresoluta que otros sindicatos practican, señalando siempre la falta de capacidad de reacción de lo trabajadores y el dominio que ellos tienen sobre su voluntad y abusando de la presión sobre aquellos que, aunque no se ven en peligro del desempleo, si lo ven en su entorno cercano. De esa forma es como se están escapando de negociar el convenio y, de momento, parece irles muy bien
Las soluciones provisionales que los sindicatos proponíamos al comienzo de la negociación, soluciones con las que buscábamos la no pérdida de poder adquisitivo hasta que existiera sentencia del Supremo, con LA CRISIS han quedado claramente desfasadas, pues la evolución negativa del IPC está degenerando en una situación donde la referencia del incremento de los precios no tiene la misma consistencia que otras veces para la negociación.
En fin, la situación, sin oferta de salidas, nos obliga a los sindicatos a modificar nuestras estrategias. Por eso, tenemos que hacer las cosas con el cuidado y con el tiempo que se precisa en este escenario sin contenidos y sin nuevos elementos efectivos de presión. Hay que empezar a buscar otras medidas de denuncia y de reivindicación. Evidentemente, las pasadas no han dado ningún resultado.
Es necesario empezar a hablar en serio de este asunto y dejarnos de hacer, como están haciendo en Cataluña, ejercicios independentistas desleales, insolidarios, inoportunos y vergonzantes, como son los de pedir convenios de Comunidad Autónoma cuando aun no se ha cerrado el Convenio Estatal. Además de esto, en nada nos beneficia el convocar huelgas fantasmas, tal y como hacen ese enjambre de sindicatos minoritarios.
Estas huelgas están destinadas sólo para ponernos a prueba y para romper la unidad de acción de los sindicatos de la Mesa Negociadora; no buscan el éxito de la misma, buscan hacer maniobras de presunción, antes que hacer verdaderos ejercicios de presión. Nos parece de una irresponsabilidad absoluta desgastar inútilmente la fuerza de presión de los trabajadores que, engañados, secunden estas huelgas indefinidas que, desde UGT, de momento, no vamos a secundar.
¿Cuánto tiempo más hay que esperar y a qué hay que esperar?, ¿tenemos que seguir esperando a los jueces?, ¿hay que insistir en la solución de subida provisional?, ¿tenemos que negociar en cada región y en cada subsector un convenio distinto?, ¿hay que aguantar hasta que cambie la situación económica?, ¿hay que radicalizar más las movilizaciones?, ¿hay que hablar en serio sobre una convocatoria de huelga creíble y posible? Todas estas dudas y algunas más son las que ahora mismo están manejándose. Por eso, afirmamos que no es bueno precipitarse cuando se nos presentan tantas cosas y tan distintas a la vez.
En UGT creemos que es conveniente seguir preparándose hasta que podamos dar una respuesta eficaz y contundente al mayor desafío que nos plantea la patronal en toda la historia sindical de este sector. La negociación no sólo consiste en ejercicios de habilidad y en demostraciones de capacidad de movilizar.
Aparte de esto, hacen falta que existan condiciones favorables. En estos momentos esas condiciones no se dan y, si hay que hacer esfuerzos que ya no podamos hacer los delegados y representantes sindicales y que ya correspondan a los trabajadores, que se hagan en una situación más madura que la actual.
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