Las familias de los marineros fallecidos piden que se esclarezca el hundimiento

Carmen Barahona | Huelva el mundo

Diluvia en Punta Umbría. Los barcos están amarrados en el puerto y en las casas los vecinos celebran las fiestas. María del Carmen Donoso y sus hijos –Juan José, de 17 años, y Alejandro, de 13– viven una Navidad distinta, embargada por la nostalgia de una pérdida que revive cada año por estas fechas.

María del Carmen es la viuda de Juan José Díaz, uno de los cinco marineros puntaumbrieños fallecidos en el hundimiento del barco 'Blanca de Prieto' en 1999. Han pasado diez años de una tragedia que conmocionó a Huelva. Fueron días trágicos para un pueblo que perdió de golpe a cinco de sus vecinos, cuatro de ellos de la misma familia, y que vivió un dolor insoportable mientras la mar iba entregando, uno a uno, los cuerpos ya sin vida de los marineros.

Para María del Carmen y sus hijos el aniversario del suceso es, además, el recordatorio de que las preguntas siguen en el aire, la tragedia sigue varada entre incógnitas. «Mis hijos me han preguntado por qué se hundió el barco en el que iba su padre y no he podido explicárselo, a mí me gustaría saber qué pasó ese día y, si hay culpables, que se haga justicia», asegura María del Carmen.

Juan Díaz y sus hijos Juan José, Nicolás y Francisco junto al maquinista, Manuel Villegas, salieron del Puerto de Santa María al alba, el día 16 de diciembre de 1999. Iban a probar un barco recién comprado en Sanlúcar antes de traérselo para Punta Umbría. Salían a la mar sólo para unas horas pero nunca regresaron. «Todo pasó en cuestión de horas porque salieron a las cinco de la mañana y a las ocho ya no funcionaban los teléfonos móviles», explica María del Carmen.

El 21 de diciembre llegó el primer mazazo. Salvamento Marítimo localizó el cadáver de Juan José, de 28 años, en aguas del Estrecho. Pocos días después del duelo multitudinario en Punta Umbría, el 3 de enero, apareció el cuerpo de Nicolás, de 25 años, en la Costa de Málaga. Manuel Villegas, de 49 años, fue encontrado el 27 de enero y Francisco, el menor de los hermanos Díaz, de 19 años, apareció el 6 de abril. El cuerpo del armador, Juan Díaz, de 54 años, se lo quedó la mar para siempre.

Las primeras teorías apuntaban a un golpe de mar como responsable del hundimiento del barco, que desapareció mientras faenaba entre Barbate y Cádiz. Donoso no comparte esa explicación. «Ese día estaban todos los barcos pescando y a ninguno le pasó nada, si un barco se hunde, los compañeros lo ven, pero fue visto y no visto», cuenta.
Un golpe de mar o un golpe de un mercante

Ella cree que el 'Blanca de Prieto' fue embestido por un mercante. «A los dos años apareció la mitad del barco y se vio que se había roto de un golpe violento, cuando un barco se hunde se queda entero, pero este barco se rompió por la mitad de un golpe que recibió», indica la viuda de Juan José. Además, añade, las autopsias también revelaron que habían sido muertes violentas, «estaban muertos cuando cayeron al mar».

Cuando aparecieron los restos del barco, los familiares de Juan Díaz y sus hijos anunciaron que iban a acudir a los tribunales, aunque sólo quedó en una intención porque los abogados salen caros, y ya tuvieron que hacer un gasto importante para pagar a los buzos que se adentraron en el mar para analizar los restos del barco.

También el Ayuntamiento de Punta Umbría reclamó que se investigase esta hipótesis. Los informes de la Delegación del Gobierno en Andalucía y de una empresa de servicios subacuáticos, que concretaban que el barco sufrió un fuerte golpe en su medianía, se incorporaron al caso abierto en los tribunales del Cádiz. Sin embargo, cuenta Donoso, «eso se debió archivar, porque nosotros nunca supimos nada». Tampoco de ninguna indemnización, porque en su primer viaje de prueba, la embarcación aún no estaba asegurada.

En un pueblo marinero por naturaleza como Punta Umbría, María del Carmen Donoso no quiere ni pensar en que sus hijos tiren por ese camino para ganarse la vida. Juan José sí tiene muy claro que no piensa faenar en la pesca como su padre, sus tíos y su abuelo. Su hermano Alejandro, que vivió la tragedia con sólo tres añitos, sí quiere hacerlo. Su madre sospecha que quizás busque respuestas en el mar.