Vigilantes V.S.
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Los vigilantes también tienen que satisfacer los caprichos de los famosos
10/8/2011
A menudo, los encargados de la vigilancia le echan una mano -o las dos- a la producción, con el objetivo de que el artista se sienta lo más cómodo posible. Y por eso, muchas veces, tienen que hacer lo imposible para conseguir las cosas más o menos raras que pueda pedir la estrella de turno.
Manuel Hermida explica que los españoles, por norma general, no son demasiado raros en sus solicitudes. Pueden pedir sus propias marcas de agua mineral; flores en algún caso, muchísimas flores; toallas... Lo de las toallas tiene su enjundia en el caso de Los Suaves, por ejemplo, que son capaces de utilizar un camión completo procedente de la lavandería en un solo concierto.
Un sofá viejo
«Lo más raro que hemos tenido que atender es el capricho de conseguirle al artista un sofá viejo para que se sentara en el camerino. Y tenía que ser necesariamente viejo», cuenta Hermida, que prefiere no desvelar el nombre de ese artista caprichoso.
Manuel, no obstante, los entiende. Cree que no son tanto rarezas como una manera de proteger su intimidad, de sentirse cómodos con sus cosas la media hora, una hora como mucho, que pueden estar en el camerino.
Bebida que no se bebe, comida que no se come... Muchas veces, todas estas peticiones son más para el séquito que para el artista; es, en cualquier caso, algo que va en el oficio.
10/8/2011
A menudo, los encargados de la vigilancia le echan una mano -o las dos- a la producción, con el objetivo de que el artista se sienta lo más cómodo posible. Y por eso, muchas veces, tienen que hacer lo imposible para conseguir las cosas más o menos raras que pueda pedir la estrella de turno.
Manuel Hermida explica que los españoles, por norma general, no son demasiado raros en sus solicitudes. Pueden pedir sus propias marcas de agua mineral; flores en algún caso, muchísimas flores; toallas... Lo de las toallas tiene su enjundia en el caso de Los Suaves, por ejemplo, que son capaces de utilizar un camión completo procedente de la lavandería en un solo concierto.
Un sofá viejo
«Lo más raro que hemos tenido que atender es el capricho de conseguirle al artista un sofá viejo para que se sentara en el camerino. Y tenía que ser necesariamente viejo», cuenta Hermida, que prefiere no desvelar el nombre de ese artista caprichoso.
Manuel, no obstante, los entiende. Cree que no son tanto rarezas como una manera de proteger su intimidad, de sentirse cómodos con sus cosas la media hora, una hora como mucho, que pueden estar en el camerino.
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