Estalla la fiebre del 20 de enero
Como candidato a la Casa Blanca, Barack Obama pulverizó todos los récords en recaudación, asistencia a mítines y número de voluntarios que colaboraban con su campaña. Por lo que parece, una vez en la presidencia va a continuar batiendo plusmarcas.
Cuando aún faltan más de dos meses para la celebración de su toma de posesión, ya se ha desatado una verdadera fiebre para conseguir entradas para la ceremonia y ya no quedan prácticamente habitaciones de hotel libres en Washington y alrededores. En total, las autoridades de la capital estadounidense calculan que hasta un millón y medio de personas podrían asistir al evento, frente a las 300.000 personas que lo hicieron en los años 2001 y 2005.
De acuerdo con la tradición, la ceremonia de jura del cargo del nuevo presidente se celebra a los pies del Capitolio, justo debajo de su escalinata, y su acceso es libre y gratuito. Normalmente, se instalan grandes pantallas para que la multitud que se extiende por el 'national mall' —una extensión de césped rectangular que une el Congreso con el obelisco dedicado a Washington— pueda seguir el acto.
Ahora bien, los habrá más afortunados que podrán seguir de más cerca la ceremonia. Se trata de las 240.000 personas que dispondrán de una de las entradas que ya ha imprimido el equipo de transición de Obama. Los 'tickets' serán distribuidos de forma gratuita entre los miembros del Congreso y del Gobierno, pero esto no sucederá hasta una semana antes del acto.
Contra la reventa 'online'
La finalidad es evitar que se produzcan 'trapicheos' con las entradas, un objetivo que hasta cierto punto resulta imposible. De hecho, en Internet es fácil encontrar algunos espabilados, con supuestas conexiones poderosas en el Capitolio, que a cambio de varios miles de dólares prometen conseguir algunas de esas entradas. Hay rumores de que se están llegando a pagar hasta 40.000 dólares —unos 32.000 euros— por esas entradas.
Dianne Feinstein, senadora demócrata de California y responsable de supervisar los preparativos, ha escrito a eBay y otros sitios de subastas 'online' para que prohíban este tipo de anuncios e incluso tiene planeado presentar una ley que convierta la venta de estas entradas en un delito federal.
La forma legal de hacerse con alguna de las entradas es a través de los representantes de cada estado o distrito en el Congreso. Según varios congresistas, desde la misma noche de la victoria electoral, los teléfonos de sus oficinas echan humo ante la avalancha de peticiones de sus electores. Por ejemplo, el congresista de Florida Kendrick Meek ha recibido más de 1.000 solicitudes en apenas una semana, por lo que ha decidido no aceptar ya más.
Los hoteleros, encantados
Aquellos que no pueden hacerse con algún boleto deberán conformarse con seguir el evento en el 'national mall' y ver el desfile organizado en honor al nuevo presidente que tradicionalmente recorre las calles de la ciudad, en el que suelen participar hasta unas 12.000 personas.
Los 'enchufados' y aquellos con más fortuna en los sorteos que celebren los congresistas deberán igualmente rascarse el bolsillo, ya que los hoteles de Washington y alrededores han multiplicado por tres o por cuatro sus tarifas habituales.
- Hasta un millón y medio de personas podrían asistir a la toma de posesión de Obama
- En 2001 y 2005, unas 300.000 acudieron a ver el acto protagonizado por Bush
Como candidato a la Casa Blanca, Barack Obama pulverizó todos los récords en recaudación, asistencia a mítines y número de voluntarios que colaboraban con su campaña. Por lo que parece, una vez en la presidencia va a continuar batiendo plusmarcas.
Cuando aún faltan más de dos meses para la celebración de su toma de posesión, ya se ha desatado una verdadera fiebre para conseguir entradas para la ceremonia y ya no quedan prácticamente habitaciones de hotel libres en Washington y alrededores. En total, las autoridades de la capital estadounidense calculan que hasta un millón y medio de personas podrían asistir al evento, frente a las 300.000 personas que lo hicieron en los años 2001 y 2005.
De acuerdo con la tradición, la ceremonia de jura del cargo del nuevo presidente se celebra a los pies del Capitolio, justo debajo de su escalinata, y su acceso es libre y gratuito. Normalmente, se instalan grandes pantallas para que la multitud que se extiende por el 'national mall' —una extensión de césped rectangular que une el Congreso con el obelisco dedicado a Washington— pueda seguir el acto.
Ahora bien, los habrá más afortunados que podrán seguir de más cerca la ceremonia. Se trata de las 240.000 personas que dispondrán de una de las entradas que ya ha imprimido el equipo de transición de Obama. Los 'tickets' serán distribuidos de forma gratuita entre los miembros del Congreso y del Gobierno, pero esto no sucederá hasta una semana antes del acto.
Contra la reventa 'online'
La finalidad es evitar que se produzcan 'trapicheos' con las entradas, un objetivo que hasta cierto punto resulta imposible. De hecho, en Internet es fácil encontrar algunos espabilados, con supuestas conexiones poderosas en el Capitolio, que a cambio de varios miles de dólares prometen conseguir algunas de esas entradas. Hay rumores de que se están llegando a pagar hasta 40.000 dólares —unos 32.000 euros— por esas entradas.
Dianne Feinstein, senadora demócrata de California y responsable de supervisar los preparativos, ha escrito a eBay y otros sitios de subastas 'online' para que prohíban este tipo de anuncios e incluso tiene planeado presentar una ley que convierta la venta de estas entradas en un delito federal.
La forma legal de hacerse con alguna de las entradas es a través de los representantes de cada estado o distrito en el Congreso. Según varios congresistas, desde la misma noche de la victoria electoral, los teléfonos de sus oficinas echan humo ante la avalancha de peticiones de sus electores. Por ejemplo, el congresista de Florida Kendrick Meek ha recibido más de 1.000 solicitudes en apenas una semana, por lo que ha decidido no aceptar ya más.
Los hoteleros, encantados
Aquellos que no pueden hacerse con algún boleto deberán conformarse con seguir el evento en el 'national mall' y ver el desfile organizado en honor al nuevo presidente que tradicionalmente recorre las calles de la ciudad, en el que suelen participar hasta unas 12.000 personas.
Los 'enchufados' y aquellos con más fortuna en los sorteos que celebren los congresistas deberán igualmente rascarse el bolsillo, ya que los hoteles de Washington y alrededores han multiplicado por tres o por cuatro sus tarifas habituales.
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