Cuando el gato no está, los ratones bailan

lne | Braulio FERNÁNDEZ
Cuando el gato no está, los ratones bailan
El abandono de la seguridad de la ciudad clausurada de Perlora provocó su colapso en el primer fin de semana de sol

La seguridad de los visitantes a la ciudad de vacaciones de Perlora está en peligro, según han denunciado varios colectivos vecinales de Carreño. El pasado fin de semana, el recinto recibió la visita de un gran número de bañistas, lo que provocó el colapso de las vías de acceso a las playas, con coches sobre las aceras e incluso invadiendo las zonas verdes.

Con la gran afluencia de familias al complejo turístico, clausurado por el Principado en 2006 pero que desde entonces recibe numerosas visitas durante la época estival atraídas por sus playas, han salido a relucir los problemas derivados de la falta de seguridad en el recinto, que durante las campañas de verano de 2007 y 2008 había estado controlado por una vigilancia privada costeada por el Gobierno regional. Ante la situación en que ha derivado esta falta de seguridad, los colectivos vecinales han dado la voz de alarma. «Esta situación nos parece una irresponsabilidad y un riesgo para la seguridad de las personas y en general de la ciudad. Por ello exigimos de la Administración que la dote del oportuno servicio de vigilancia», dijo Luis Fernández, de la Asociación de Vecinos de Candás.

No es la primera denuncia que el Principado recibe al respecto de la seguridad en el complejo turístico. Ya en el mes de mayo se habían producido numerosas quejas efectuadas por particulares que habían señalado que la ciudad había dejado de tener el servicio de vigilancia, con el riesgo consiguiente de sufrir actos vandálicos. Entonces, el Principado aseguró que el control sobre el lugar estaba asegurado, mediante la presencia habitual de una patrulla de la Policía autonómica por las calles y edificios de la residencia.

Sin embargo, con la llegada del primer fin de semana de la temporada de baños, las calles del recinto registraron los primeros atascos, y los vehículos se fueron amontonando en aceras y zonas verdes, además de que algunas de las instalaciones de la ciudad fueron ocupadas.

A pesar de estar cerrada comercialmente desde noviembre de 2006, la ciudad perlorina ha seguido acogiendo la visita de gran cantidad de personas: vecinos del concejo durante todo el año y turistas durante la temporada estival, atraídos por su playas. Además, la residencia alberga aún numerosas instalaciones, como el comedor, la iglesia o los campos de fútbol, baloncesto y tenis, al margen de las más de dos centenares de villas de estilo arquitectónico. Tras la Semana Santa, el Principado suprimió el servicio de vigilancia que, de forma continua y a lo largo de todo el año, mantenía.