Tengo miedo a besar a mi familia». El SUP denuncia que la negligencia médica existió y dos policías deben medicarse contra la tuberculosis

Tengo miedo a besar a mi familia». El SUP denuncia que la negligencia médica existió y dos policías deben medicarse contra la tuberculosis


Nunca un posible contagio de tuberculosis había dado tanto que hablar, al menos en el pasado reciente. Pero la denuncia realizada estos días por el Sindicato Unificado de Policía parece tener un recorrido más largo del que se le suponía en un principio. Mientras el director del centro penitenciario, Carmelo Charfolé, garantiza que el médico que ordenó el traslado de ese preso no tomó precauciones porque no eran necesarias, el sindicato que representa a los policías insiste en la acusación. «Algo grave le debía pasar al interno cuando el especialista que lo atendió en el hospital les dijo que sufría una tuberculosis contagiosa de caballo».

El origen de esta historia se sitúa en la mañana del martes 23. Ese día fueron requeridos los servicios de los agentes de la Unidad de Prevención y Reacción para llevar con urgencia a un preso desde la cárcel hasta el hospital Perpetuo Socorro.

«Al llegar preguntaron a los funcionarios de prisiones por el tipo de urgencia, pero nadie sabía nada». El preso ya se encontraba en un calabozo que hay junto a la zona de ingreso y se dirigió al furgón policial a pie, sin dar síntomas de estar enfermo. «Al ver que caminaba sin problemas, el agente que iba a ponerle las esposas le preguntó por su enfermedad y el preso le contestó que sólo le dolía la muñeca izquierda».

Tranquilo, el policía le ajustó los grilletes y lo condujo hasta la furgoneta agarrándolo de las esposas. El preso se sentó en la zona trasera del vehículo, separada por una mampara.

Unos minutos después, el mismo agente que lo hizo subir se encargó de conducirlo a la zona de admisión hospitalaria, donde le tomaron los datos antes de ir a la zona de espera. «En la sala había seis o siete personas más y el recluso se sentó en un hueco que tenía dos asientos libres a cada lado».

Alarmados

Quince minutos después, el médico llamó a los agentes para que introdujeran al paciente en consulta. «Las dos enfermeras y el médico tenían mascarillas, y enseguida les dieron mascarillas al preso y a los agentes», dice el representante del SUP, Pedro Donoso.

Alarmados, los policías preguntaron el motivo de tanta precaución y, según cuentan, el doctor les dijo que tenía una tuberculosis de caballo que ya venía diagnosticada de la prisión.

Los agentes dejan claro que el especialista les dio esas explicaciones sin haber examinado al paciente, por lo que debía figurar en el informe que ellos mismos trasladaron desde la prisión en un sobre cerrado. «El médico se echó las manos a la cabeza cuando supo que no habían utilizado mascarillas para llevar al enfermo».

La preocupación aumentó cuando una trabajadora del hospital les comunicó que tanto el 'box' donde había estado el recluso como el coche policial tenían que ser desinfectados con lejía. «Ella no hacía más que decir que nadie debía entrar en el 'box' donde había estado».

Test positivo

Desde el SUP se añade que los dos agentes que iban en el coche del preso y otros dos policías que tuvieron contacto con ellos fueron sometidos al test de Mantoux. «Dos han dado positivo -uno de ellos es el policía que le colocó las esposas y lo condujo a la consulta-. Eso significa que han estado en contacto con el bacilo».